Inteligencia Artificial
Así es Atlas: el nuevo buscador con ChatGPT que pretende acabar con Google
OpenAI lanza Atlas, un navegador con inteligencia artificial integrada que busca cambiar la forma en que usamos Internet
OpenAI ha dado un paso más en su estrategia por extender la inteligencia artificial más allá del chat. La compañía ha presentado Atlas, un navegador web con el que aspira a competir directamente con Google Chrome y a transformar la manera en que los usuarios buscan y consumen información en la red.
Según defiende la compañía americana, Atlas no es un navegador al uso. Aunque está basado en Chromium, el mismo motor que impulsa Chrome y Edge, incorpora de forma nativa ChatGPT en una barra lateral que actúa como asistente permanente. Desde ahí, el usuario puede pedirle al sistema que resuma una página, compare precios, analice un texto o incluso rellene formularios online.
En su modo más avanzado, llamado Agent, el asistente puede realizar tareas completas dentro del navegador: planificar un viaje, reservar billetes o buscar productos sin que el usuario tenga que pasar por los pasos intermedios. Estas funciones, sin embargo, solo estarán disponibles para suscriptores de pago de ChatGPT Plus o Enterprise, según adelantó Reuters tras el lanzamiento del 21 de octubre.
OpenAI define Atlas como “una nueva manera de usar la web”, en la que el usuario conversa con el navegador en lugar de navegar por enlaces tradicionales.
Así funciona Atlas, el nuevo buscador de OpenAI
Pese al revuelo, Atlas todavía está lejos de desplazar a Google. Por el momento solo está disponible para macOS, y su rendimiento depende del plan de suscripción que tenga el usuario. Quienes utilicen la versión gratuita se encontrarán con limitaciones de mensajes y herramientas, algo que ya ha generado críticas en redes sociales y medios especializados.
Otro de los puntos de debate es la privacidad. Al integrar un asistente capaz de recordar hábitos de navegación, las dudas sobre cómo se gestionan los datos personales son inevitables. Expertos en ciberseguridad citados por TechRadar advierten que esta arquitectura “profundamente integrada” podría abrir la puerta a riesgos de seguridad o a una recolección masiva de información, incluso si OpenAI ofrece opciones para desactivar el historial.
La estrategia de OpenAI con Atlas parece tener una doble dirección. Por un lado, ofrecer una experiencia de uso más fluida que combine chat e Internet. Por otro, monetizar su enorme base de usuarios, más de 800 millones de cuentas activas, mediante planes premium.
El desafío es evidente: la mayoría de los internautas esperan que la navegación web sea gratuita. Convencerlos de pagar por un navegador con IA no será sencillo. Además, la empresa debe equilibrar la necesidad de ingresos con la tentación de introducir publicidad, un modelo que podría chocar con la promesa de una experiencia “sin distracciones”.
Un reto para Google, pero no una amenaza inmediata
Desde su lanzamiento, Atlas ha sido descrito como el “asesino de Google”, un término que ya acompañó a ChatGPT en sus primeros meses de vida. Sin embargo, por ahora, la hegemonía del buscador de Mountain View no parece peligrar. Google ha respondido reforzando Gemini, su propio sistema de IA integrado en Chrome y en el motor de búsqueda, y sigue controlando más del 90 % de las consultas globales en Internet.
Para que Atlas logre abrirse paso, necesitará tiempo y versiones estables para otros sistemas operativos. También deberá demostrar que su IA es realmente útil en el día a día y que su enfoque conversacional puede sustituir a la búsqueda tradicional basada en enlaces.
Atlas apunta a un futuro en el que buscar y hacer sean la misma acción. En lugar de escribir una consulta y elegir entre resultados, bastará con dar una instrucción directa al asistente: “Encuentra un hotel en Madrid con cancelación gratuita y resérvalo”.
Si esa integración entre navegación y acción logra consolidarse, el modelo de la web actual (basado en buscadores, clics y publicidad) podría empezar a transformarse. De momento, Atlas es solo el primer intento serio de convertir esa visión en una herramienta cotidiana. Y aunque no haya matado aún a Google, sí marca el rumbo de la próxima gran batalla por el control de la red.