Emprendedores
Bill Gates, fundador de Microsoft y filántropo: "Tengo una cantidad de dinero ridícula, pero voy a regalar el 95%"
Su vena filantrópica y la educación que aspiraba a ofrecer a sus hijos para que fueran independientes moldearon una idea que el magnate tuvo clara desde bien temprano en su carrera
Durante años el nombre de Bill Gates apareció en el primer lugar de la lista de hombres más ricos del planeta. Entre 1995 y el año 2017, los dividendos de sus acciones de Microsoft eran la llave para ocupar el sitio más destacado de la Lista Forbes con una asiduidad que, hasta el momento, no han conseguido replicar ningún otro emprendedor.
Salvo en 2008 y de 2010 a 2013, el resto de años que transcurren entre mediados de la década de los noventa y hasta 2017 su estatus se mantuvo. Pese a ello, Gates tenía claro, incluso antes de auparse a ese lugar de privilegio como personalidad más rica del mundo, que su fortuna tendría en última instancia un destino solidario.
Tal es la convicción del que fuera cofundador de Microsoft junto a Paul Allen sobre qué hacer con su fortuna, que incluso ha optado por dejar que su hija Phoebe Gates emprenda su carrera como empresaria sin el respaldo económico de su padre. ¿Y qué hará con su dinero? Regalarlo.
Firmeza en el destino de su patrimonio
Así lo apuntó el propio Bill Gates, incluso antes de que las cifras de su balance económico alcanzaran las cifras que le elevaron al primer puesto de la Lista Forbes. Concretamente, allá por 1994 el magnate y filántropo nacido en Seattle, que está cerca de cumplir en la actualidad los setenta años de edad, concedió una entrevista a la revista Playboy en la que dejó claro el destino de su fortuna: la inmensa mayoría tendría como destino obras benéficas y científicas.
La vena filantrópica de Bill Gates ha estado presente desde su etapa profesional más temprana, sabedor de que existen corrientes de investigación que requieren de un respaldo económico para su evolución. Eso, sumado a su convicción de que su dinero no ayudaría a sus hijos, sino más bien todo lo contrario, es lo que le llevó a tomar esa decisión con respecto a su fortuna hace más de treinta años.
Preguntado por su patrimonio neto en la conversación con el redactor David Rensin, Gates no dudó en catalogar su propia riqueza con un adjetivo que deja a las claras que el magnate sabía que sería suficiente para el resto de sus días: “Es una cifra ridícula. Pero recuerda, el 95% lo voy a regalar. No le digas a la gente que me escriba cartas. Lo estoy guardando para cuando tenga 50 años. Es mucho para regalar y va a llevar tiempo”, señaló ya por aquel entonces Bill Gates.
Seis años después, en el año 2000, nació la Fundación Gates, promovida por él mismo y por su esposa Melinda Gates, fruto de la fusión de otras dos organizaciones en las que también participaba el empresario. A través de ella, canaliza buena parte de las donaciones económicas que destina a causas como la investigación de diferentes enfermedades infeccionas como la malaria o la tuberculosis, así como a proyectos que estudian el cambio climático, su otra gran preocupación.
Las declaraciones de Bill Gates a mediados de los noventa no fueron un brindis al sol, sino que su comportamiento a lo largo de los años ha demostrado que aquella idea que tenía cuando aún no había celebrado su cuadragésimo cumpleaños era tan en firme como lo fue su determinación para desarrollar el software que revolucionó la informática.