Inteligencia artificial
Eric Schmidt, ex-CEO de Google, alerta sobre la IA: "La abundancia no es para todos, se concentra en un pequeño grupo de beneficiarios"
El que fuera director ejecutivo del gigante tecnológico en la primera década del 2000 puso el foco sobre la necesidad de pensar en un modo de repartir de forma equitativa cuanto genere la IA
El éxito o el fracaso de la inteligencia artificial se va a definir en los próximos años. La promesa de una tecnología revolucionaria y que ayudará en ámbitos tan importantes como la medicina y la investigación científica va a tener que convivir con la sospecha de que haya quienes tan solo se interesen en ella por el plano meramente económico.
Los beneficios que puede reportar una inversión temprana en inteligencia artificial están sobre la mesa y son materia de debate. También lo es el modo de aplicación de la misma y los riesgos que puede suponer para el empleo, por la posibilidad de que la automatización reemplace a los humanos y las consecuencias económicas que ello pueda tener a nivel global.
Sobre ello se habló en la novena edición de la Iniciativa de Inversión Futura (FII9) celebrada en Riad, capital de Arabia Saudí, durante los últimos días. En ella participó, entre otros, Eric Schmidt. El que fuera consejero delegado de Google entre 2001 y 2011 no dudó del potencial transformador de la inteligencia artificial, en la que también ve peligros, pero abogó por la necesidad de un reparto justo de cuanto pueda llegar a generar, cuestión de la que no se mostró muy optimista.
Evitar que los beneficios queden en unos pocos bolsillos
Schmidt, como hombre de tecnología, reconoce el potencial que existe detrás de la inteligencia artificial y su capacidad para generar riqueza. Sin embargo, apunta a las pruebas que ya se dejan ver que indican que ese patrimonio no tendrá efecto por igual en todos los países ni en todas las clases sociales: “Existe abundante evidencia de que estas tecnologías tienen efectos de red, que se concentran en un pequeño grupo de beneficiarios”, señaló.
Las personalidades y analistas más optimistas acerca de la inteligencia artificial apuntan a un aumento global de la producción y por ello a una era de abundancia general, cuestión con la que el exdirector ejecutivo de Google no está del todo de acuerdo:
“Por ejemplo, podríamos imaginar que un pequeño número de países recibe todos esos beneficios; en esos países, podríamos imaginar que un pequeño número de empresas y personas se benefician de ellos. Esta es la cuestión de política pública. No cabe duda de que se generará riqueza, porque la riqueza proviene de la eficiencia.”
El porcentaje de crecimiento en que estima Erich Schmidt el auge de los países merced al impulso de la inteligencia artificial lo cifra el experto en la horquilla del 10 al 20%, dato que supone un “potencial enorme”, como él mismo destacó en su intervención.
Donde Schmidt se mostró más reticente fue a la hora de situar el reparto de esos beneficios y al cuestionar si llegarían a toda la población y la IA confirmará ese papel transformador general o si estos quedarán acotados: “La cuestión es si esas ganancias son uniformes, lo cual sería nuestra esperanza, o, en mi opinión, más probablemente, si se centran en gran medida en los primeros adoptantes, los efectos de red, los países bien gestionados y quizás el capital”.
Un escenario que Eric Schmidt quiso poner sobre la mesa en una conferencia de gran relevancia en el panorama tecnológico y económico como es la Iniciativa de Inversión Futura. Con una tecnología que promete toda una revolución, planificar y prever que sus éxitos sean compartidos por la mayor parte de la sociedad sería un triunfo adicional a lo que ya de por sí puede suponer la inteligencia artificial.