Espacio
Saltan las alarmas con la NASA, su obsesión por un asteroide podría causar que se estrelle contra la Tierra
Una misión de la NASA para estudiar de cerca el asteroide 2024 YR4 podría provocar que la probabilidad de que este impacte con la Luna en 2032 aumente a un 30 % en tres meses
La NASA no solo está obsesionada con encontrar la forma de volver a viajar a la Luna, para lo cual se está planteando construir viviendas de vidrio creadas con polvo lunar, capaces de repararse solas y generar su propio oxígeno, sino también con estudiar de cerca los asteroides que pueden representar un peligro para nuestro planeta.
En este sentido, acabamos de saber que la obsesión de la agencia espacial estadounidense con un asteroide en concreto puede provocar que este tenga más probabilidades de estrellarse contra la Tierra.
La NASA puede provocar que el asteroide 2024 YR4 se estrelle contra la Luna
Como podemos leer en un reciente informe de El Confidencial, actualmente el asteriode 2024 YR4 tiene un 4,3% de probabilidades de impactar contra la Luna en 2032, pero este porcentaje puede aumentar hasta el 30 % en tres meses si la NASA lleva a cabo una misión que tiene planificada para estudiarlo de cerca.
En concreto, la NASA planea realizar una maniobra de sobrevuelo cerca del asteroide para refinar las mediciones de la trayectoria del 2024 YR4, pero la propia nave podría alterar sutilmente el rumbo de dicho asteroide, algo que lo empujaría hacia lo que se conoce como un "ojo de cerradura gravitacional", una pequeña región del espacio donde la gravedad terrestre lo redirigiría directamente hacia la Luna.
Estamos enhebrando una aguja cósmica a ciegas; el más mínimo error de cálculo puede convertir una misión de reconocimiento en el primer empujón de una ficha de dominó.
El asteroide 2024 YR4 es una roca enorme de unos 350 metros de diámetro y para que puedas apreciar cuál es su tamaño real debes saber que es tres veces más grande que el objeto que causó el evento de Tunguska en 1908, el cual arrasó 2.000 kilómetros cuadrados de bosque siberiano con la fuerza de una bomba de 15 megatones.
Además, este asteroide viaja a más de 90.000 kilómetros por hora y si colisiona con la Luna a dicha velocidad podría provocar una explosión cataclísmica que expulsaría al espacio una cantidad de material equivalente a 40.000 pirámides de Giza.
Asimismo, la colisión de este asteroide contra la Luna provocaría lo que los científicos llaman "Sindrome de Kessler" a gran escala, puesto que una nube de metralla con millones de fragmentos del tamaño desde el de una canica hasta el de un autobús, barrería las órbitas donde se encuentran nuestros satélites de comunicaciones, GPS y observación terrestre y cada colisión generaría más escombros, iniciando una reacción en cadena autosostenida que, en unos pocos meses, convertiría la órbita baja terrestre en un campo de minas intransitable.
No es una posibilidad, es una certeza matemática. Una nube de esa densidad inutilizaría la órbita baja durante siglos, devolviéndonos a una era pre-digital de forma inmediata y violenta.
Esto provocaría un "apagón orbital" que tendría consecuencias nefastas para la economía global, ya que no se podrían realizar las transacciones sincronizadas vía satélite, los sistemas de navegación de los barcos y de los aviones quedarían inutilizados, el transporte mundial se paralizaría por completo y las cadenas de suministro se detendrían provocando que la distribución de alimentos y medicinas se paralice.
Pero eso no es todo, puesto que las predicciones meteorológicas, la monitorización del cambio climático y las comunicaciones globales desaparecerían y la humanidad quedaría aislada en un planeta que estaría desconectado del resto del universo.
Para evitar que esto suceda, las agencias espaciales se plantea realizar dos tipos de misiones de deflexión con este asteroide. La primera de ellas se llama "impactador cinético" y consiste en lanzar una nave espacial pesada contra el asteroide para darle un empujón y desviarlo de su curso, mientras que la segunda se denomina "tractor de gravedad" y es una solución bastante más sutil, ya que, en lugar de golpear la roca, se ubica una nave masiva muy cerca de ella para que su propia atracción gravitacional vaya tirando del asteroide lentamente hasta sacarlo de la trayectoria de impacto.
El problema principal de ambas misiones son los plazos, puesto que cualquier misión de deflexión debe lanzarse con años de antelación y la ventana de lanzamiento óptima para la opción del "impactador cinético"acaba a finales del año 2028, lo que nos deja un margen de tiempo realmente estrecho para construir y enviar la nave al espacio.