Exploración espacial

Así fue la primera barbacoa en la Estación Espacial

El menú consistió en filetes de ternera y alita de pollo asados en un horno diseñado específicamente.

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El cambio de tripulación en la estación chinaCCTVCCTV

La imagen es tan curiosa como extraña a lo que sabíamos hasta ahora: los tripulantes de la estación orbital Tiangong Space Station de China celebran un cambio de tripulación con alitas de pollo y filetes de ternera, cocinados a bordo mediante un horno de aire caliente diseñado especialmente para microgravedad.

Pero más allá del momento anecdótico, este pequeño “banquete espacial” representa avances tecnológicos, psicológicos y de soporte vital que tienen implicaciones fundamentales para la exploración humana.

La tripulación de las misiones Shenzhou‑20 y Shenzhou‑21 utilizó un nuevo horno instalado en la estación, capaz de alcanzar temperaturas de unos 190 °C y operar de forma segura en microgravedad, con un sistema de filtrado que evita humo y residuos sueltos. Las alas de pollo tomaron unos 28 minutos para estar listas. El horno está certificado para hasta 500 ciclos.

El sistema, además, se diseñó para integrarse con el circuito eléctrico de la estación y sus sistemas de ventilación y purificación. ¿Por qué importa este hito? Primero, mejora de la calidad de vida en órbita. Comer no es solo nutrirse: es también un acto social, psicológico y de bienestar. En misiones de largo plazo (meses o años), algo tan “terrenal” como una comida decente puede marcar la diferencia en moral, cohesión de la tripulación y salud mental.

Cocinar en microgravedad presenta retos reales: sin convección normal, sin “arriba-abajo”, sin gravedad que separa el humo o vapor hacia los detectores habituales. El desarrollo de hornos, filtros, seguridad antiincendios y gestión de residuos es clave para la vida prolongada en el espacio, ya sea en estaciones, la Luna o Marte.

Si alguna vez queremos que humanos vivan en la Luna o en Marte, o en estaciones de órbita alta, tener un menú más allá de comida deshidratada o rehidratada será indispensable. Este tipo de avance es un paso hacia esa autosuficiencia.

Que una nación implemente hornos “de verdad” y comidas elaboradas en órbita también transmite algo sobre sus capacidades espaciales, no solo científicas, sino de infraestructura, logística y permanencia.

En el futuro podemos esperar que se amplíe el menú a más variedades, a ingredientes más frescos o cultivados en órbita, que se prueben otros métodos de cocción, más eficientes energéticamente o adaptados a microgravedad y también, desde lo científico, que se evalúen los efectos a largo plazo en la salud de la tripulación (nutrición, microbioma, bienestar psicológico).