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Tecnología militar

China desarrolla un misil hipersónico que alcanza más de 6.000 km/h y cambia de forma en pleno vuelo

Un prototipo ha sido probado en un simulador por un equipo de la Universidad Nacional de Tecnología de Defensa de China

China desarrolla un misil hipersónico que alcanza más de 6.000 km/h y cambia de forma en pleno vuelo. NUDT.

Científicos chinos han difundido las primeras imágenes de un prototipo de misil hipersónico transformable capaz de alcanzar Mach 5 -6.174 km/h- y modificar su configuración en pleno vuelo. Para hacerlo, integra alas retráctiles que se pliegan dentro del fuselaje, reducen la resistencia aerodinámica y permiten mantener velocidades extremas.

En sentido contrario, desplegarlas aporta mayor sustentación y maniobrabilidad, facilitando giros y planeos más precisos, además de un control más fino del vuelo, según informa South China Morning Post.

Esta capacidad se considera una suerte de Santo Grial en este campo. En los vehículos que operan a velocidades tan elevadas, los ingenieros suelen verse obligados a escoger entre optimizar la forma para la velocidad o para el control, pero no para ambas.

El desarrollo corre a cargo del equipo del profesor Wang Peng, de la Universidad Nacional de Tecnología de Defensa (NUDT), una institución de referencia en investigación militar en China. Su trabajo, publicado en Acta Aeronautica et Astronautica Sinica, va más allá de la teoría, como demuestran las imágenes y las pruebas hardware-in-the-loop (HIL) realizadas.

En estas pruebas, el sistema de control se conecta a sensores y componentes reales que operan en un simulador que reproduce condiciones de vuelo. El objetivo es demostrar que la plataforma puede funcionar en tiempo real con hardware físico y no solo en simulaciones.

Prototipo del misil hipersónico con alas retráctiles. NUDT.

Las implicaciones militares son claras. China ya ha mostrado el misil de crucero hipersónico CJ-1000, del que sostiene que puede atacar objetivos móviles -aviones o buques- a miles de kilómetros. Algo considerado hasta hace poco impracticable, dado que a velocidades hipersónicas la maniobrabilidad suele sacrificarse en favor de la velocidad. El concepto de alas retráctiles apunta a romper esa limitación.

En un escenario operativo, el misil podría volar a máxima velocidad con las alas plegadas para llegar rápido a su zona objetivo y, una vez allí, desplegarlas para maniobrar, cambiar rumbo o altitud y dificultar la predicción o intercepción. Si estas capacidades se confirman, supondrían una ventaja considerable para atacar objetivos móviles de alto valor, como portaaviones o cazas furtivos.

Los desafíos técnicos, sin embargo, son enormes. Volar por encima de Mach 5 -frontera a partir de la cual se considera vuelo hipersónico- expone al vehículo a temperaturas superiores a 2.000 °C, suficientes para ablandar metales e ionizar el aire. Este fenómeno crea una capa de plasma alrededor del misil que puede interferir con comunicaciones, guiado y sensores.

A ello se suman las enormes fuerzas aerodinámicas que convierten cada superficie móvil es un posible punto de fallo. En un diseño con alas retráctiles, cada movimiento altera la aerodinámica y exige recalcular sustentación, resistencia y estabilidad en milisegundos. Los actuadores deben operar sin retrasos ni vibraciones, pero los ordenadores de a bordo -diseñados para ser compactos y resistentes- no disponen de la capacidad de computación de un superordenador.

El equipo asegura haber solventado esta complejidad gracias a un algoritmo que combina tres elementos: un modelado matemático de alta precisión del comportamiento de cada parte de la aeronave, un control de rendimiento prescrito -que fija límites y tiempos de respuesta de antemano- y un método de control robusto denominado ‘super-twisting sliding-mode control‘, diseñado para mantener estabilidad incluso con perturbaciones y sin generar vibraciones dañinas en los actuadores.

Aunque su motivación principal es militar, los autores apuntan a posibles aplicaciones civiles. En teoría, una tecnología así podría reducir vuelos intercontinentales a 1–2 horas y habilitar transporte de mercancías ultrarrápido entre continentes.