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Lo que el próximo iPhone debería aprender del Galaxy S8

El primer contendiente a la medalla de oro ha subido al cuadrilátero. Ahora hay que esperar a septiembre al segundo y sólo uno puede ganar.

Lo que el próximo iPhone debería aprender del Galaxy S8
Lo que el próximo iPhone debería aprender del Galaxy S8larazon

El primer contendiente a la medalla de oro ha subido al cuadrilátero. Ahora hay que esperar a septiembre al segundo y sólo uno puede ganar.

A riesgo de ser repetitivo comenzaremos con una frase de la presentación del último smartphone de Samsung, el Galaxy S8: «Lo que es excepcional, mañana será esencial». Ése es un gran lema para la tecnología, habla de avance, pero también de perspectivas. Y después de algunos aciertos por parte del Galaxy S8, el décimo iPhone tendrá que hacer algunas cosas excepcionales para ponerse al día.

Hablemos primero del exterior. La apariencia del S8 es innovadora. Un 83% de su parte frontal es pantalla, no hay botones que obstaculicen la visión o el tacto. Y en ese sentido Apple puede mejorar mucho la apariencia de su smartphone. Algo que se le reprocha desde hace al menos tres años. También debería ya dejar de lado la pantalla LCD por una OLED, como hizo Samsung... sobre todo teniendo en cuenta que, según todos los rumores, quien fabricará la próximo pantalla del iPhone será la marca coreana. El problema es que los asiáticos no querrán vender su mejor producto a otra empresa. Así que Apple deberá centrarse en el diseño y las prestaciones. Una pantalla de gran resolución y de gran durabilidad. En este último ámbito, recientemente Chao Wang de la Universidad de California (a pasos de la sede de Apple), desarrollaba un nuevo polímero capaz de recuperarse de roturas y volver a unirse sin dejar marcas en apenas un día. Y, por si fuera poco, es un excelente conductor eléctrico. Los teléfonos, cada vez más, intentan impactar con el diseño, por eso mismo ocultarlos con una funda que les proteja es muy práctico, pero le hace escasa justicia al dispositivo. Contar con el primer móvil «irrompible», eso sí sería algo excepcional.

Otra ventaja que podría elevar las prestaciones del nuevo iPhone sería prescindir de botones. No sólo se trata de obviar el botón de inicio, como ha hecho Samsung, sino de volumen y encendido/apagado. Si gran parte del teléfono será pantalla, hacer de éstos una opción táctil permitiría reducir piezas móviles y acercarse al IP 68 (resistente a agua y polvo).

Lo que también se espera del próximo teléfono de la empresa de Jobs es que su cámara revolucione lo que conocemos hasta ahora. Obviamente la profundidad de campo (modo retrato) que hasta ahora sólo tiene el 7Plus debe venir de fábrica en todos los tamaños. También sería deseable que el nuevo procesador (A11) tenga una GPU, el procesador de imágenes, con una potencia adecuada y superior a las del mercado. Y, por último, que esté preparado para realidad virtual y aumentada. Porque, en este sentido, el universo Apple cuenta con pocos periféricos intercambiables entre ordenadores, portátiles, tablets y smartphones. Han creado un gran universo, pero casi por completo desconectado entre sí. Un ejemplo es el conector lighting, propio de los iPhone de última generación... pero sin un conector estándar como el USB de tipo C que lleva el S8.

En cuanto al interior hay dos aspectos básicos: seguridad y potencia. El S8 cuenta, según el mercado, con un microchip Snapdragon 835 o un Exynos 8895. Si tenemos en cuenta que la versión anterior a estas, en Snapdragon 821 no era superior al A9, el nuevo cerebro del iPhone debería seguir esa línea. También habría que mejorar la batería y ofrecer carga inalámbrica. En cuanto a seguridad, el sensor de huella dactilar está bien, pero el escáner de iris es mejor. El reconocimiento facial precisaría que la cámara pueda captar diferentes grados de profundidad. Tampoco estaría mal que se activara o desactivara con órdenes de voz. Una forma eficaz de que Siri se enfrente a Bixby. La combinación de estos factores aporta mayor seguridad todavía.