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Astrofísica

La NASA analiza si estamos listos para una tormenta solar extrema

El Laboratorio de Física Aplicada (APL) de Johns Hopkins ha creado una simulación para descubrir qué pasaría si llega el “gran evento”.

Aún queda mucho por saber sobre los efectos de las tormentas solares en la tecnología actual. larazon

El testimonio más fiable que tenemos tiene más de 10.000 años de antigüedad y es irrefutable. Hace unos 13.000 años, el Sol emitió una enorme radiación que bombardeó la Tierra y dejó su huella en los antiguos anillos de los árboles. Poco se sabía de esta tormenta hasta que un equipo de científicos analizó sus huellas en el hielo ártico. Esa tormenta solar fue la más potente jamás registrada: de acuerdo con los autores del estudio, 50 veces más potente que la registrada en 1839 y conocida como el Evento Carrington, que se encuentra en segundo lugar. De este modo, la pregunta es ¿qué pasaría si una tormenta solar de esta magnitud llegara a la Tierra?

Hoy, mientras nos acercamos al máximo solar de este año, un período de actividad solar que ocurre cada 11 años, los científicos quieren preparar a los gobiernos para los efectos de tormentas solares severas.

En mayo de 2024, el Laboratorio de Física Aplicada (APL) de Johns Hopkins convocó a expertos a un ejercicio práctico diseñado para probar los preparativos de agencias gubernamentales ante una tormenta solar de magnitud extrema. Los físicos solares, las agencias espaciales, los operadores de satélites, los propietarios de redes eléctricas y muchos otros conocen desde hace tiempo los efectos del clima espacial en las tecnologías avanzadas. El ejercicio incorporó a las partes interesadas de todos los niveles de gobierno e industria para mejorar nuestra preparación ante eventos meteorológicos espaciales.

Cuando una tormenta geomagnética azota la Tierra, ocurren varios eventos. El viento solar transporta partículas cargadas del Sol. Estas impactan contra nuestra magnetosfera y quedan atrapadas en líneas de fuerza magnética, lo que produce un hermoso espectáculo de auroras boreales y australes. Una tormenta especialmente fuerte provocará, entre otras cosas, corrientes terrestres que pueden cortocircuitar las redes eléctricas e interrumpir las comunicaciones terrestres.

Un episodio intenso de clima espacial puede interferir con (o incluso destruir) satélites, amenazar a los astronautas en el espacio, interrumpir las comunicaciones por radio y degradar el rendimiento del GPS. Esto afecta la navegación de trenes, aviones, barcos y automóviles y a las redes de telefonía móvil. Cualquiera de estas interrupciones puede afectar drásticamente actividades cotidianas como transferir dinero, usar internet, realizar llamadas y mucho más. En otras palabras, gran parte de nuestra tecnología moderna está en riesgo durante los eventos meteorológicos espaciales.

Por ejemplo, en marzo de 1989, una potente erupción solar desencadenó una tormenta solar que provocó un apagón en el este de Canadá y esta fue 500 veces menos potente que la que ocurrió hace 13.000 años. Gracias a las lecciones aprendidas en eventos anteriores, los operadores de redes eléctricas y satélites (entre otros) ahora están mejor preparados. Sin embargo, es necesario intensificar los esfuerzos para proporcionar alertas tempranas para que gobiernos, empresas y particulares puedan estar preparados. Aquí es donde el ejercicio práctico en APL resulta útil.

¿Qué tan preparados estamos para un clima espacial intenso? La comprensión y las predicciones del clima espacial han avanzado mucho desde los inicios de la era espacial y el despliegue de misiones satelitales de observación solar. Recibimos más alertas tempranas de estallidos, y eventos pasados ​​nos han enseñado a reforzar nuestras tecnologías contra las tormentas geomagnéticas. Sin embargo, aún existen deficiencias en la preparación y respuesta de agencias y gobiernos ante tales eventos.

El trabajo de los expertos ha revelado los pasos necesarios para responder ante la meteorología espacial. “Este ejercicio reunió a expertos en meteorología espacial con los responsables de la gestión, respuesta y recuperación de emergencias – explicó Ian Cohen, director científico del ejercicio APL -. Esto nos ayudó a los científicos no solo a concienciar a estos líderes, sino también a destacar las principales deficiencias en la investigación y la observación, así como a aprender a comunicar mejor los complejos temas del clima espacial a los responsables de la toma de decisiones".

Los resultados finales muestran que nuestra preparación es mejor que en el pasado, pero aún quedan necesidades cruciales por cubrir. Entre ellas se encuentra una mejor coordinación entre agencias y otras partes interesadas para generar notificaciones meteorológicas espaciales significativas y comprensibles que describan los impactos en diversas infraestructuras.

Es necesario que todos los gobiernos participen en dicha coordinación y comunicación entre agencias (por ejemplo, entre la NASA, la ESA y la NOAA, o la NOAA y las agencias de seguridad). Además, se necesitan mejoras en los pronósticos y la alerta temprana, junto con una mayor educación pública sobre los efectos de las tormentas espaciales y cómo los gobiernos e instituciones gestionan las consecuencias de estas tormentas.