Estreno
«Dos familias»: cuando el mal es un juego de niños
►Movistar Plus+ estrena hoy esta miniserie de cuatro episodios, basada en el «bestseller» de J. P. Delaney «La chica de antes»
En la idílica Cornualles, la pareja formada por Peter y Maddie juega con su hijo Theo sin preocuparse de la terrible noticia que recibirán poco después. El hospital donde ella dio a luz les reúne en una sala para informarles de que «debido a un imperdonable error» Theo no es su hijo biológico: se fueron del hospital con un niño que no era suyo y la otra familia cometió el mismo error. Así arranca «Dos familia» («Playing Nice») serie que estrena hoy Movistar Plus+ con cuatro episodios ya disponibles.
David y Theo
Esta miniserie, dirigida por Kate Hewitt, con guion de Grace Ofori-Attah, está basada en el libro de J.P. Delaney («La chica de antes») que combina drama y thriller psicológico en un potente «betseller». El punto de partida es bastante desgarrador y nos anticipa algo de lo que vamos a encontrar en el metraje. En seguida suben las apuestas. Peter, interpretado por James Norton, y Maddie (Niamh Algar) viven en una nube con él quedándose en casa para cuidar de Theo mientras busca trabajo de periodista, y ella dedicada por entero a su propio restaurante. Ahora tienen que plantearse la difícil decisión de si mantener su vida con el hijo que han criado o hacer frente a su vida con un niño desconocido. Pero las respuestas llegan antes de lo previsto, al mismo tiempo que los previsibles avisos de quiénes son la otra pareja. Miles Lambert, con James McArdle en el papel, llama al timbre sin que nadie se cuestione cómo ha encontrado la casa y se presenta como «el otro papá». La pareja aceptará extrañada una visita a la casa de los Lambert, una lujosa mansión donde les recibe la anfitriona y esposa del rico arquitecto Miles, Lucy (Jessica Brown Findlay).
Pero lo que parecía un acuerdo verbal para quedarse cada uno con su error y compartir tiempo con sus verdaderos hijos biológicos enseguida se convierte en una pesadilla. Peter consigue un trabajo y cuidar de Theo despierta los primeros roces. De manera casi invisible Miles va tejiendo una intrincada red de engaños, sospechas y mentiras que desesperarán incluso al espectador al otro lado de la televisión que querrá lanzarle algo a su recortada y cuidada barba. Es cierto que muchas de las situaciones son bastante previsibles e incluso hay un vago intento de hacer parecer que la serie tiene la profundidad de otras que presentan tan claramente a un personaje con una personalidad sociópata. Sus caras, sus falsas lágrimas y su manera de retorcer la realidad y la verdad son casi chistosas. También el papel de Lucy es el de la mujer asfixiada en una relación tóxica con un macho alfa que hace y deshace y no permite que nadie le tosa. Hay muchos tintes de «La mano que mece la cuna». No ayuda que la personalidad de Peter sea poco más que la de un trapo, salvo algún atisbo de violencia que no hace sino acrecentar la causa para que Miles se quede con ambos niños, Theo y el que se llevaron, David. Es desesperante como Maddie y su marido caen una y otra vez en las malas artes de «el otro padre».
La serie no consigue ahondar lo suficiente en lo que hubiera sido interesante tratar. Una igualdad en los cuatro progenitores podría mostrarnos algo más de la miseria humana con niños de por medio, pero sólo son excusas de la trama. Con un par de personajes pintados más inteligentemente podría haber algo de satisfacción cada vez que Miles se equivoca, porque resistencia no encuentra hasta el previsible y trágico final. Pronto el thriller se impone a todo aprovechando los paisajes y situaciones de tensión. Desgraciadamente las mujeres sólo se muestran tristes y vuelve a resurgir Miles el malo, el único listo, rico, y el que más se divierte con todo esto. La miniserie se descontrola hacia situaciones imposibles y que solo reza para que llegue a un desenlace que nos permita pasar a la siguiente, porque series de televisión cortadas por un patrón superventas hay muchas.