Polémica
Miguel Lago verbaliza lo que pocos se atreven: “Hacer humor de la izquierda es visto como traición”
El humorista y presentador de televisión gallego no dudó en arremeter contra la polarización que sufre la sociedad española, que según él, beneficia al actual Presidente Sánchez
Juan Ramón Lucas lidera el podcast 'SR.Worlf' y ha tenido recientemente entre sus invitados al humorista y presentador Miguel Lago, que no ha dudado en ningún momento en revelar sus opiniones más sinceras dentro del mundo del humor, espetando que aunque parezca contradictorio, hay mucha más tolerancia a la broma en la derecha política que en la izquierda. En su experiencia, la izquierda suele reaccionar con mayor susceptibilidad ante las bromas, tomándolas casi como una traición moral, mientras que la derecha, aunque distante, suele encajarlas con indiferencia o desdén. Según él, esto se debe a que parte de la izquierda se considera a sí misma “la parte buena”, y por ello espera estar exenta de sátira. Sin embargo, defiende que el humorista debe mantener siempre una posición crítica libre, sin compromisos ideológicos, lanzando dardos humorísticos en todas direcciones. Su objetivo, recuerda, no es doctrinar, sino simplemente provocar risa. Para él, si un chiste no hace reír, no cumple su propósito.
Lago subraya que no ha olvidado nunca que la prioridad del humor es generar risa, aunque pueda llevar crítica incorporada. Asegura que si una broma sólo pretende denunciar sin provocar carcajadas, pierde su esencia. En ese sentido, considera que en los últimos años la izquierda en España ofrece más material cómico que la derecha, poniendo como ejemplo al exministro Ábalos, de quien dice que le inspira decenas de chistes con referencias a luces de neón y carreteras a La Coruña. Critica además que muchos se encierren en etiquetas ideológicas rígidas, asociando la izquierda con lo “cool” y la bondad, y la derecha con algo casi demoníaco. Para él, este tipo de asociaciones impide una convivencia más relajada y natural en el debate público.
Desde su experiencia personal, Miguel Lago recuerda una Galicia familiar en la que convivían simpatizantes del PP y del PSOE sin mayores tensiones. Los domingos se compartía mesa sin discusiones políticas encendidas, algo que hoy ve lejano debido a la polarización creciente. Critica cómo se han levantado muros artificiales entre ideologías, alimentados según él, por intereses políticos que se benefician del enfrentamiento. Menciona, irónicamente, aquella frase atribuida a Zapatero, “calor, calor”, como símbolo de que a algunos líderes les interesa avivar el conflicto. En este clima, considera que el humor se convierte en un blanco fácil, cuando en realidad debería ser un espacio libre, sin dogmas ni temores, donde reírse de todos siga siendo posible y necesario.