Estreno

"Small Town, Big Story”: Luces, cámara y… ¿abducción?

La nueva serie de SkyShowtime mezcla comedia, drama y ciencia ficción en un pueblo irlandés donde el cine y un viejo secreto cambian por completo la vida de sus habitantes

"Small Town, Big Story”: Luces, cámara y… ¿abducción?
"Small Town, Big Story”: Luces, cámara y… ¿abducción? SkyShowtime

Hay series que desafían cualquier intento de clasificación. "Small Town, Big Story", la nueva apuesta de SkyShowtime, que estrena hoy sus seis capítulos, se instala cómodamente en esa categoría. Creada por Chris O’Dowd, esta comedia dramática con toques de ciencia ficción nos lleva al ficticio pueblo irlandés de Drumbán, donde la llegada de un equipo de rodaje de Hollywood desata una tormenta de egos, recuerdos y, sí, extraterrestres.

El reparto está liderado por Christina Hendricks y Paddy Considine, dos actores con peso que cargan con buena parte del espectáculo. Hendricks interpreta a Wendy Patterson, una productora de televisión que regresa a su pueblo natal después de 25 años, acompañada por un proyecto ambicioso y un resentimiento que lleva décadas macerando. Considine es Seamus Proctor, el médico local, atrapado entre su vida de siempre y los fantasmas del pasado. Su reencuentro no solo remueve viejas heridas, sino que también destapa un secreto que va más allá de los límites del condado… y de la atmósfera terrestre.

La serie juega con un humor irlandés afilado, de esos que convierten lo absurdo en oro. O’Dowd, conocido por su capacidad para retratar lo excéntrico con cariño, impregna la historia de diálogos agudos y situaciones que oscilan entre lo entrañable y lo ridículo. No se trata de carcajadas fáciles, sino de una comedia que se construye con silencios incómodos, miradas cómplices y pequeñas catástrofes cotidianas.

Visualmente, "Small Town, Big Story" saca provecho del paisaje rural irlandés, resaltando la belleza del entorno mientras deja espacio para lo inquietante. La estética del pueblo, con su mezcla de tradición y decadencia, sirve como el escenario perfecto para una historia que, aunque anclada en la realidad, coquetea con lo sobrenatural.

El mayor desafío de la serie es equilibrar sus múltiples géneros. La sátira sobre la industria del entretenimiento funciona bien. Sin embargo, la combinación de drama, romance y ciencia ficción a veces se siente un poco dispersa. El elemento alienígena, aunque interesante, podría haber tenido un desarrollo más pausado para integrarse mejor con la historia principal.

A pesar de estas pequeñas irregularidades, el reparto consigue mantener la serie en pie. Hendricks ofrece una interpretación magnética, con una Wendy que destila sarcasmo, vulnerabilidad y una determinación feroz. Considine, por su parte, dota a Seamus de una humanidad torpe y entrañable. Juntos, logran que su relación sea el eje emocional de la serie, aunque podrían haber compartido más escenas para potenciar su química.

Los secundarios también aportan momentos memorables. Desde el estrafalario equipo de rodaje hasta los lugareños que ven la filmación como la oportunidad de sus vidas, cada personaje tiene su espacio para brillar. Destacan especialmente Eileen Walsh y Susan Lynch, cuyas interpretaciones suman enteros en profundidad y humor.

Aunque la historia central se desarrolla en torno al regreso de Wendy y su enfrentamiento con Seamus, hay otras tramas que, aunque interesantes, quedan algo diluidas. La subtrama romántica secundaria y los conflictos locales aportan color, pero a veces parecen competir entre sí en lugar de complementarse. La serie se mueve entre lo íntimo y lo extravagante con acierto, pero quizás un mayor enfoque en su núcleo narrativo habría dado más solidez al conjunto.

Uno de los aspectos más peculiares es cómo la historia combina elementos de lo cotidiano con lo fantástico. Si bien la llegada de Hollywood al pueblo es el motor de la trama, el pasado compartido de Wendy y Seamus y los extraños sucesos que los marcaron dan a la serie un toque de misterio que la distingue. Esto la aleja de la típica comedia sobre choque de mundos y le da una personalidad que la diferencia.

Además, la serie juega con la nostalgia sin caer en lo obvio. No es solo la historia de una mujer que regresa a casa para enfrentarse a su pasado; es también un retrato de cómo los recuerdos y las relaciones pueden deformarse con el tiempo, planteando preguntas interesantes sobre la identidad, la verdad y la memoria, envueltas en varias capas de humor y excentricidad.

"Small Town, Big Story" es, en definitiva, una propuesta arriesgada y peculiar, que se mueve entre lo hilarante y lo surrealista sin perder su esencia. No es una comedia convencional ni un drama al uso, y precisamente ahí reside su encanto. Para quienes busquen algo distinto, con un toque de locura irlandesa y un misterio que se cuece a fuego lento, esta serie ofrece un viaje divertido y, en más de un sentido, fuera de este mundo.

¿Por qué Irlanda es el escenario perfecto?

El paisaje irlandés no es solo un fondo bonito para «Small Town, Big Story»; pues resulta ser un personaje en sí mismo. Su mezcla de tradición, supersticiones y un aire de misterio natural hace que cualquier historia ambientada allí gane un extra de autenticidad. Chris O’Dowd aprovecha esa intrigante atmósfera para crear un pueblo que parece sacado de una leyenda, donde lo insólito se siente cotidiano. Además, el afilado humor irlandés, con su ingeniosa ironía y calidez disfrazada de sarcasmo, encaja perfectamente con la divertida dinámica de la serie. Un acierto que añade profundidad a la historia.