Estreno
“The Last of Us” elige el camino más oscuro
La serie regresa en Max con una segunda entrega más sombría, emocional y fragmentada, pero igual de magnética y dolorosa
La historia continúa, pero nada es igual. Han pasado cinco años desde aquel hospital, desde aquella decisión imposible. “The Last of Us” vuelve con una segunda temporada más corta, más introspectiva y más brutal. Siete episodios le bastan a Max para demostrar que no se trata de repetir una fórmula ganadora, sino de tensar aún más las costuras emocionales de sus personajes, incluso cuando eso incomode. La serie regresa el 14 de abril, y lo hace como saben hacerlo las grandes producciones: invadiendo el mundo real, como ocurrió con la estación fantasma de Chamberí en Madrid, convertida en refugio postapocalíptico para una promoción que parecía sacada directamente del universo de la serie.
Joel (Pedro Pascal) y Ellie (Bella Ramsey) viven en Jackson, una comunidad que intenta recomponer la civilización con trueques, cosechas y una pequeña red de reglas morales. Pero lo que parece paz no es más que un parche, y la serie se encarga de levantarlo desde el primer capítulo. La convivencia entre ambos se ha vuelto extrañamente distante, con silencios que dicen mucho más que sus breves diálogos. El pasado, como un hongo invisible, lo contamina todo.
En esta temporada, el apocalipsis ya no necesita tantos monstruos para ser aterrador. El peligro ha mutado: ahora es emocional, íntimo, casi cotidiano. Ellie ya no es una niña, pero tampoco una adulta. Es una joven marcada por lo que sabe, por lo que intuye y por lo que aún no está lista para entender. Bella Ramsey la interpreta con una mezcla de desencanto y fragilidad que nunca cae en lo previsible. Pedro Pascal, por su parte, ofrece un Joel más apagado, más contenido y, sin embargo, más dolorosamente humano. Su simple manera de evitar una mirada o de tragar saliva antes de hablar ya lo dice todo.
Pero la temporada no gira solo en torno a ellos. La llegada de nuevos personajes como Dina (Isabela Merced), Jesse (Young Mazino) y, sobre todo, Abby (Kaitlyn Dever) añade capas y matices. Dina ilumina una historia que pide oxígeno, Jesse aporta equilibrio, y Abby… bueno, Abby llega como una fuerza que no necesita presentación, solo tiempo. Y lo tiene, aunque no tanto como algunos querrán. Dever entrega una interpretación contenida, con rabia silenciosa y objetivos firmes, sin necesidad de sobreactuar para imponer presencia.
La narrativa se fragmenta: flashbacks, cambios de foco, nuevas perspectivas. Algunos lo verán como un riesgo, otros como una necesidad. Pero lo cierto es que este formato permite ahondar en lo que la serie mejor sabe hacer: explorar la ambigüedad. Aquí nadie es completamente bueno o malo. Todos son consecuencia de algo, y eso obliga al espectador a incomodarse, a cuestionarse, a pensar. Puede que no sea un visionado fácil, pero sí uno que deja huella.
En lo visual, la serie sigue siendo impecable. La dirección de arte no busca el espectáculo, sino la coherencia: espacios devastados, pero habitables; naturaleza que avanza sin pedir permiso; y escenas de acción que, lejos de coreografías virtuosas, apuestan por lo torpe, lo desordenado, lo real. El horror no está en los efectos especiales, sino en las decisiones. El sonido, con su uso medido de la música, y la fotografía, que sabe cuándo dejar que la oscuridad hable, siguen siendo marcas de identidad.
¿Hay fallos? Sí, los hay. Algunas tramas secundarias quedan en el aire, ciertos episodios rompen el ritmo justo cuando este comenzaba a asentarse, y en ocasiones se verbaliza demasiado lo que antes se dejaba en el subtexto. Pero incluso esos tropiezos parecen parte de la evolución de la serie: no es un producto redondo, sino uno que está dispuesto a arriesgar, a crecer y a equivocarse en voz alta.
“The Last of Us” no repite su primera temporada, la reinterpreta. Ya no se trata de aprender a querer en medio del fin del mundo. Ahora se trata de lo que hacemos con ese amor cuando empieza a doler. Y Max lo entiende: esta vez no hay viaje por carretera, sino por el interior de quienes aún tienen algo que perder. La serie no busca convencer a todos, ni falta que le hace. Lo que ofrece es otra cosa: una historia que no se consume, se mastica. Con dolor, con pausa y, a veces, con espinas.
Max confirmó una tercera temporada
HBO ha renovado “The Last of Us” por una tercera temporada antes del estreno de la segunda entrega. Francesca Orsi, vicepresidenta ejecutiva de programación, confirmó que la nueva tanda de episodios ya está en desarrollo. Craig Mazin y Neil Druckmann, creadores de la serie, destacaron que la historia aún tiene mucho por explorar y calificaron esta continuación como "emocional y extraordinaria". La producción contará nuevamente con el respaldo de PlayStation Productions y Naughty Dog. Sin fecha oficial, el rodaje comenzaría este mismo año.