Sevilla

Alberto Aguilar: "No hay mejor plaza para defender mi lugar que Madrid"

El madrileño trenza mañana su quinto paseíllo en Madrid de esta temporada en la tercera de la Feria de Otoño

Torero desplante de Alberto Aguilar a un sobrero de El Puerto de San Lorenzo las pasadas Corridas Generales de Bilbao
Torero desplante de Alberto Aguilar a un sobrero de El Puerto de San Lorenzo las pasadas Corridas Generales de Bilbaolarazon

Alfa y Omega. Alberto Aguilar cerrará el círculo el próximo fin de semana toreando en la Feria de Otoño. Madrid fue el lugar del despegue y, tras un veraniego vuelo por las alturas del toreo, también allí, en el coso de Las Ventas, está fijado su lugar de destino. El sábado toca redondear la temporada, poner la guinda soñada y, de paso, quién sabe, desquitarse de esa merecidísima Puerta Grande que se le escurrió entre los dedos, presidente mediante, en San Isidro. Cinco tardes en Madrid en menos de un año. Repóker de buen toreo.

-¿Satisfecho con la temporada?

-Muchísimo. Estoy muy contento porque ha sido un año bonito, con una buena cantidad de fechas y presencia en las ferias, puntuando además en casi todas ellas. Quizás ha faltado darle más rotundidad a esos triunfos por culpa de la espalda, reconozco que he pasado un bache con ella, pero la oreja con fuerza ha caído en todas las plazas.

-Se ha hablado bastante de Alberto Aguilar...

-Sí, más allá de las cifras y las orejas, me quedo sobre todo con la forma de estar en la plaza y de ser recibido por la afición cada tarde. La acogida ha sido muy buena, el público me estaba esperando, deseando verme y me he sentido muy a gusto en todos lados. Un torero nunca está cómodo en la cara del toro, pero está sensación es la que más llena y, al final, la que te pone en la situación adecuada para crecer.

-Pese a todo, la crisis es gorda. ¿Esperaba haber toreado aún más?

-Me han quedado un montón de plazas por pisar: Valencia, Castellón, Sevilla, Valladolid... Pero estoy muy orgulloso de haber ido a muchos sitios que aún me quedaban por conocer y a ferias muy importantes. Madrid será la última de la temporada y acabaremos el año con más de 35 corridas de toros, tal y como está el sector es para estar muy satisfecho.

-Además habrá continuidad en América...

-Sí, vamos a hacer una temporada con cuerpo en América, sobre todo, en Colombia. Iremos a Medellín, Manizales y el resto de plazas importantes de ese país. Otro motivo para seguir ilusionado.

-En Madrid comenzó todo un 2 de mayo y allí concluirá también por este curso.

-Sí, el final del cuento de este año acaba en Las Ventas, Dios quiera que terminemos como empezamos, que pueda salir una buena tarde y me encuentre relajado en la plaza para jugarme mi sitio. Aunque sea la quinta tarde allí de este año, da lo mismo, qué mejor sitio para defender tu lugar. A eso voy. Luego puede no pasar nada, pero eso no quiere decir necesariamente que haya estado mal y me tenga que perjudicar para el futuro.

-Esa Goyesca salió a cara de perro en el sexto, porque sus compañeros ya tenían orejas en el esportón.

-Sí, hubo que apretar. Fue una situación delicada, de presión, pero luego salió ese sexto toro, mansito, pero con mucho motor, que llegó a la gente enseguida y todo tuvo importancia. Me quedé en el sitio y echándole la muleta delante, la faena tuvo transmisión.

-Ese toro era de los Hermanos Lozano, encaste Núñez. Luego mató «Albaserradas» de Adolfo y José Escolar, la de Montealto con sangre Domecq y ahora, Puerto de San Lorenzo, de origen Atanasio.

-Sociales, Naturales, Matemáticas... ¡Nos vamos a licenciar en todo! (Bromea con su habitual desparpajo). Era la opción que había por la sustitución de Juan del Álamo, conozco la ganadería y esperemos que pueda cuajar un trasteo como el de Bilbao a ese imponente sobrero de este mismo hierro.

-Otra faena que habla por sí sola de su madurez en la cara del toro.

-Puede ser. Sí es cierto que noto una evolución en lo que estoy haciendo desde hace tiempo. Hay un poso en lo personal, más paciencia para ver algunos toros.

-Exacto, porque todas sus faenas de oreja en San Isidro fueron de menos a más.

-Ahora mismo en el campo hay ganaderías con un fondo muy bueno, pero que hay que sacarlo, porque no todas aparecen desde el principio. Algunos de esos toros que hablamos, tenían embestidas cortas o no muy francas cuando tomé los engaños, pero a base de empujarlos y someterlos con la muleta, acabaron rompiendo. Sólo pido que se muevan para hacer disfrutar a la gente, porque si no tienen emoción y te permiten abandonarte técnicamente, por muy criticable que le parezca a algunos esa imperfección en la colocación o los terrenos, no hay nada que hacer. Torear, al final, es eso, olvidarte del cuerpo y abandonarte.

-Dejó la Puerta Grande entreabierta. ¿Hay ganas de revancha?

-No voy con la sensación de tenerme que sacar ninguna espinita. Madrid me ha tratado sensacional cada vez que he toreado allí. No tengo queja de nadie. Lo que sí me gustaría es ofrecer esa alegría al público de que me vean cuajar a placer un toro en Las Ventas. Disfrutar viendo como les devuelvo todo lo que han regalado desde mi primera novillada aquí.

-Torero de Madrid, único anunciado en la Feria de Otoño, acaba de abrir el curso académico en la Escuela Marcial Lalanda.

-Un día precioso. Desde que me lo propusieron tenía unas ganas tremendas. Pasé cinco años maravillosos de mi vida allí. Todo un servicio militar particular que me ayudó a hacerme un hombre. Le estoy muy agradecido a toda la gente de la Escuela, ahora nos juntamos los compañeros, recordamos anécdotas y vivencias... Lo echamos de menos, porque era muy duro, pero lo pasamos mejor.

-¿Con quién eran los piques más fuertes?

-Tuvimos unos cuantos. Compartí muchísimos carteles con Luís Bolívar. También andaban Ismael López, Sergio Marín, Pedro Carrero... Eran todo un aliciente para nosotros esas primeras rivalidades delante de las becerras.

-Y ahora, ¿qué consejo da a los que le ven como espejo en el que mirarse?

-Lo mismo, una palabra. Ilusión, mucha mucha ilusión. Que quieran ser toreros, pero también que sean lo sificientemente hombres para no engañar a nadie, sobre todo, a ellos mismos, que es el peor engaño. Solamente así, quizás, con suerte, puedan llegar a ser figura, porque cumplir todo esto, ni siquiera te garantiza serlo.