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Sevilla

Andrés Sánchez Magro: «Torero de raza»

El torero Julián López "El Juli", contempla la plaza antes de salir
El torero Julián López "El Juli", contempla la plaza antes de salirlarazon

Julián López «El Juli» está en guerra contra el mundo. Sus casi quince años de alternativa son una antología de triunfos, de hitos, de toros desorejados, pero sobre todo de una pelea feroz contra el sistema, así como de afirmación de su identidad como torero. Espada precoz que tuvo que ir a México en busca de fortuna y a que le dejaran ver un pitón desde su adolescencia, ha glosado muchas tauromaquias y ha perfilado temporada tras temporada un conocimiento muy cabal de los quites, la destreza con la muleta y su presencia omnipotente en los ruedos.

Faenas como la del célebre «Cantapájaros» en 2007 en Madrid, sus Puertas del Príncipe sevillanas, en Bilbao, en Pamplona o en cualquier plaza donde se anuncia, compendian una tauromaquia poderosa, lidiadora, maciza, que destila sabiduría a raudales. El Juli es un tremendo torero, pero especialmente es un hombre que ha ido afinando su voluntad de manera radical. No le ha afectado el veto de algunas empresas, tan pequeñas en su ánimo que han intentado postergarle en categoría y dinero. Se encuentra siempre por encima de las intrigas de las temporadas, las novedades de algunos de sus compañeros, pues Julián sabe que lo más importante no es ganar una batalla sino la guerra.

Tal vez su gloria y su lastre sean precisamente esa comprensión de que el toreo es una guerra. De ahí que se anunciara en Sevilla con «Miuras», los cuales le esperaban para un triunfo seguramente épico tras su salida por la Puerta del Príncipe del Domingo de Resurrección. Lo mismo se puede decir del segundo toro de Victoriano del Río, de triunfo inmaterializado tras la cornada sufrida. Por no hablar de la clarividencia con la que va desgranando la cartelería de este 2013. Torero tan capaz que, a veces, prescinde del reposo toreando. Lidiador tan completo y que se da tan poca coba, tan ético, tan comprometido, que no se permite alardes.

Soy de los que piensan que el mejor Juli está siempre por llegar, que su hondura personal y taurina será expresada definitivamente el día que por fin Julián sólo se mire a su inmenso espejo. Madrid, por supuesto, tiene una deuda con él y la próxima ocasión en que las empresas se ajusten con el de Velilla pasará al Olimpo de los elegidos en los Anales de la tauromaquia.

Golpe a golpe en una temporada de infortunios, de aparentes frutos amargos, la voluntad de El Juli a hierro y fuego se expresa de modo rebelde e insatisfecho. Torero de raza en guerra contra sí mismo encontrará, sin duda, ese gran poso que siempre anuncia.