Sevilla
Javier Castaño: «No entiendo las críticas, el aficionado reclama alicientes en todos los tercios»
El leonés, protagonista de la temporada junto a su cuadrilla por su concepto total de la lidia
Recuperado para la causa al otro lado de los Pirineos tras un buen puñado de años en el ostracismo, Javier Castaño se ha convertido en las dos últimas temporadas en el principal valedor para el aficionado amante de la lidia íntegra y completa en todos los tercios. Junto a una cuadrilla de lujo, que él mismo fue encajando pieza a pieza, el leonés ha aportado un soplo de aire fresco que, paradójicamente, nos remonta de su mano, todavía herida por un pitonazo en San Isidro, a una Tauromaquia añeja, con aroma a otro tiempo.
-Ha tenido que parar quince días. ¿Cómo se encuentra la herida?
-Aún falta un poco, no estoy recuperado del todo. El dolor era fuerte y veía imposible seguir así. Iba aguantando, pero al final tuve que sentarme y optar por parar. Es el dedo que hace pinza con el capote y la muleta, así que era muy molesto. El primer toro, hasta que entraba a matar, lo soportaba, pero el segundo era una pesadilla ya desde el capote.
-Traía la lesión a cuestas desde San Isidro. ¿Compensa después de esas dos tardes tan intensas?
-Sí, los percances van en la profesión. Lo realmente importante es la emotividad de los dos días. La dimensión que di con la de Adolfo Martín, con un primero complicado y un segundo al que toree después de ser intervenido en la enfermería de ese pitonazo. Le pegué naturales muy buenos y la gente se involucró mucho con el esfuerzo que estaba haciendo ante un toro tan encastado. Pude cortar una oreja, y otra con la de Cuadri, si no llega a ser por la espada. Es una pena, porque habría salido aún más reforzado si mató bien ambos días. Fueron dos tardes muy positivas. Preciosas.
-Esa segunda tarde se vivió algo histórico: Madrid crujió con su cuadrilla. La primera que da una vuelta al ruedo en plena lidia.
-Se vivió algo inolvidable, porque los que tuvieron la suerte de presenciarlo en directo lo van a recordar de por vida. Fue algo espontáneo. ¿Qué hay más bonito que una afición que ve algo que le emociona de esa manera? Ser partícipe de esa gesta llevando esta cuadrilla, me llena de orgullo. Fui muy feliz esa noche.
-Son su segunda familia...
-Estamos muy compenetrados. Las ganaderías que mato exigen a menudo un plus extra en todos los sentidos y ellos me lo aportan. Saben que su aportación cada tarde no es un trámite, que es importante, y asumen su parte. Compartir esa responsabilidad en común me ayuda mucho a llevar la presión antes de las corridas. Si le sumas que son gente campechana, muy agradable y normal, pues los viajes y las temporadas se hacen muy llevaderas.
-Además, un equipo que usted mismo, uno por uno, fue seleccionando.
-Mi filosofía del toreo es así, lo siento de esta manera y lógicamente también busco ese perfil. Pretendemos dotar de contenido la lidia, que el aficionado que venga tenga que estar pendiente desde que sale el toro hasta que es arrastrado, porque en cualquier momento puede pasar algo. Cada tercio tiene su sello propio, su razón de ser en la lidia y hay que justificarlo con argumentos interesantes para el aficionado.
-Sin embargo, algunos le han criticado...
-Sí, y no lo entiendo, porque en la coyuntura actual todo aliciente extra que le demos al aficionado debe ser bueno. Sacar una entrada cuesta, es difícil que el público se anime cuando no le sobra, así que hay que buscar la recompensa para el que paga su localidad con un espectáculo completo.
-Los primeros en verlo fueron los vecinos de Francia.
-Sí. Como vimos que allí respondió la gente, nos preguntamos el eco que podría tener en España y también funcionó. Al final, las cosas bien hechas gustan en todos lados... Todo lo que se haga con verdad, el aficionado lo aprueba; porque lo que viene reclamando es alicientes en todos los tercios, que las suertes se hagan con propiedad, seriedad y torería.
-Está instalado entre los diez primeros del escalafón, ¿satisfecho con el desarrollo de la temporada?
-Por supuesto. Acabamos de rebasar las veinte corridas, pero es que la cifra me da igual... Lo que me agrada es verme anunciado en todas las ferias importantes y saber que, por delante, nos queda otra mitad de temporada igual de bonita. Este primer tramo ha servido para refrendar el ambiente que logramos el año pasado. Hubo triunfos en Castellón, Nimes y Soria, la vuelta al ruedo de Sevilla, ahora la tarde de Santander... Ya digo, el único pero es el bache que tengo con los aceros.
-De la otra mitad, el cuerpo tiene que pedirle Bilbao, el año pasado se lesionó la costilla y sigue estando casi inédito para esa afición.
-Sí, el primero me mandó pronto a la enfermería y de los puertos importantes es verdad que es la única que aún no nos ha visto. Voy con muchas miras, le tengo una fe tremenda a la corrida de Adelaida Rodríguez. Me he hecho allí como torero, prácticamente todos sus sementales actuales se los he tentado yo, así que un aldabonazo fuerte me alegraría bastante por los dos. Bilbao es muy importante, pero tampoco hay que descuidar lo demás...
-¿Por ejemplo?
-Pues Gijón, Dax y Bayona en Francia, Málaga... Me hace especial ilusión ir allí, porque nunca he debutado en esta plaza y me apetece también ampliar miras, que nos conozcan otras aficiones, acercarles este concepto por el que hemos decidido apostar. Y si Dios quiere, al final, volveremos a Madrid.
-Con la de Adolfo de nuevo.
-Ya está hecho prácticamente. Era la intención de todas las partes, repetir el cartel de San Isidro.
-Adolfo, Miura, Victorino, Cuadri, Escolar... Sigue en sus trece de seguir lidiando estas divisas.
-Defiendo la variedad de encastes. Estos toros son los que me han sacado del ostracismo y con ellos voy a ir hasta donde llegue, aunque me desgasten más. Estoy contento dentro de este escalón en el circuito de ferias, no ambiciono pasar a otros, porque, pese a la dureza de cada tarde, estoy cómodo en el lugar en el que me encuentro.
-Quizás por ello unos cuantos ganaderos reclaman a las empresas que le incluyan a usted con su corrida.
-Me consta que varios piden que esté en sus carteles... Qué voy a decir, que es un orgullo que me quieran hierros tan legendarios. Me gusta lucir mis toros en todos los tercios, no sólo en el mío, y valoran que intente sacar también las virtudes que tengan, que no piense sólo en mi lucimiento. Supongo que no hay mejor premio que el reconocimiento de los propios profesionales.
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