México
José Tomás vuelve a vivir
José Tomás vuelve a vivir... y a hacer vivir a todos aquellos aficionados que apuntaron la fecha de hoy en el calendario.
Aguascalientes, México. Plaza Monumental. Lleno de “No hay billetes” en tarde calurosa, con algunas rachas de viento. Tres toros de Fernando de la Mora y tres de Los Encinos (2o., 3o. y 6o.), muy bien presentados, de juego variado, de los que destacó el 4o. por su clase. Pesos: 581, 566, 506, 509, 501 y 511 kilos. Zotoluco (lila y oro): tres pinchazos y cinco descabellos (ovación); tres pinchazos y estocada desprendida (ovación) y pinchazo y estocada baja (silencio). José Tomás (azul cobalto y oro): estocada trasera (oreja); estocada (dos orejas); pinchazo y estocada (ovación tras petición). Incidencias: Se retiró del toreo el banderillero Miguel Cubero, al que José Tomás le brindó el último toro. José Tomás salió a hombros. Actuó como sobresaliente Víctor Mora, que realizó un valiente quite por gaoneras al 6º.
José Tomás vuelve a vivir... y a hacer vivir a todos aquellos aficionados que apuntaron la fecha de hoy en el calendario. Aquella crucecita negra en el papel suponía la espera de un día especial, el del reencuentro con un torero de leyenda que un día, en esta plaza, hace cinco años, estuvo a punto de dejar la vida en los pitones de “Navegante”.
Y hoy, la gloria taurina le tenía reservada a la gente un tarde mágica, fundamentada en la ética, la estética y la patética que provoca emociones sin límite, aquellas nacidas de las entrañas del artista que las genera, y que anidan en el corazón y la memoria del coro.
Así que con tres toros de muy distinta condición, José Tomás rayó a la altura de siempre. Y aunque a veces se le secó la boca, sobre todo delante del complicado primer toro de la corrida, aguantó estoico sus bruscas embestidas para trazar una faena de aguante, en la que el ritmo nunca abandonó su esencia.
Al cuarto, un toro bajo, precioso, de Fernando de la Mora, le hizo la que podría llamarse “la faena del tiempo”, por su lentitud, su pureza y su temple, además de esa hondura sublime con la que acompasó cada natural, cada redondo, cada remate.
Ya con tres orejas en la espuerta, con la piel erizada por el sentimiento, José Tomás se plantó gallardamente con el bravucón sexto para jugársela de esa manera tan natural que tiene de afrontar su vocación. La gente, extasiada, se rindió ante aquella muestra de sencillez, la de un torero que sobrepasa el límite de cualquier expectativa.
A la par de esa emoción que dejó a la gente vaciada, Zotoluco tuvo una actuación muy torera y digna, sin complejos, con esa experiencia de figura del toreo de México que hoy vino con espada de palo. Porque lo que hizo el torero de Azcapotzalco con los tres toros de su lote estuvo tocado por el pundonor y la suavidad, siendo su toreo al natural al que abrió plaza y su toreo de capote lo más recio de una actuación plagada de honradez profesional.
Acallados los clamores, el halo artístico que quedó en la plaza fue extraordinario, la convicción de lo excepcional de todas y cada una de las actuaciones de José Tomás, que hoy, ante el micrófono, declaró con su habitual sinceridad: “Gracias a Aguascalientes por permitirme volver a vivir; me siento hidrocálido y mexicano”.
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