San Sebastián
Morante, antídoto a las faenas de «todo a 100»
Sebastián Castella y Alejandro Talavante cortan una oreja cada uno en la mejor tarde de la Semana Grande de San Sebastián
- San Sebastián. Tercera de la Semana Grande. Se lidiaron toros de Juan Pedro Domecq, desiguales de presentación pero por encima de la media de los días anteriores. El 1º, noble, soso y con poca entrega; el 2º, paradote pero se entrega en una embestida media; el 3º, de buena condición pero con el gas justo; el 4º, de media arrancada; el 5º, sin entrega y desarrolla mala condición; y el 6º, protestón y deslucido. Tres cuartos de entrada.
- Morante de la Puebla, de verde hoja y oro, pinchazo, estocada corta y caída (ovación); y pinchazo, estocada contraria (saludos).
- Sebastián Castella, de tabaco y oro, buena estocada de efecto fulminante (oreja con petición de la segunda); y buena estocada (saludos).
- Alejandro Talavante, de nazareno y oro, estocada (oreja); y pinchazo, estocada caída (silencio).
Torería pura hubo en el comienzo. Como un soplo anunciador de que otra vida era posible, en el mismo sitio y a la misma hora. Fue un soplo antes de quedarnos de un aire. Poco más hubo en la faena de Morante al primer Juampedro. Ese prólogo suavón y con sabor y un trasteo de escaso relieve a un toro noble, soso y con la entrega más que justa. Una raspa con cara de diablo fue el cuarto. El diablo se dejó el tridente después y llegó a la faena de muleta con cierta nobleza, escaso recorrido por el derecho y la casta contenida. Unos pititos se escucharon cuando la gente intuyó que Morante abreviaría, pero no fue así. Pudimos descubrir al de La Puebla rebuscado y en ese giro de tuerca que es capaz de dar a su innegable connotación artística para enganchar al toro y soltarlo más allá de la cadera. Sin perturbaciones, sin doblarse, sin que el muletazo pase por Huelva antes de acabar de nuevo en la arena de Illumbe de San Sebastián y hacernos creer que eso es el toreo. Esas pequeñas cosas por las que vive y muere la autenticidad de la tauromaquia. Cautivó al natural y en esos remates con reminiscencias del pasado que él se ha encargado de devolver a los ruedos en estos tiempos de locos y faenas de «todo a 100». No mató mal, sí regular y se fue el premio. Que me den la incertidumbre de la magia que diez faenas de trapazos que suman triunfos día tras día. Y a la vuelta de la esquina no te ronda por la cabeza ni un atisbo de muletazo.
El quinto hizo que la gesta de Castella de mañana en El Puerto solo con seis toros y a beneficio de las personas con síndrome de Down pendiera de un hilo. El toro no tuvo clase nunca, pero es que luego desarrolló peligro regalando un hachazo en el momento más inesperado. Castella no pensó en mañana, se quedó aquí en su compromiso con la afición, y anduvo valiente, sin aspavientos, y por encima de las circunstancias y con una soberana estocada. Dos de dos. Moral para la tarde de mañana con seis. Fulminante fue la del segundo, después de una faena de buen profesional, repleta de matices, de búsqueda y encuentro sin camino a la renuncia. El toro, que era paradote, colocaba luego bien la cara y al natural encontró Castella los pasajes más rotundos de la faena. Camino a El Puerto iría después. Gesta buena. Por los seis y por hacerlo gratis a beneficio de los demás. Y con la vida en juego.
Alejandro Talavante tiene intacta su capacidad para sorprender; rescatarte del aburrimiento en cualquier momento. Lo hizo con el tercero, con el capote, de salida, al dejar al toro en el caballo y lo intentó después en la faena de muleta, que no fue maciza pero sí tuvo contenido. El juampedro, mejor presentado de largo que la media de los toros que hemos visto en tres días y de lustrosa cornamenta, descolgaba y con cierto ritmo en la embestida, aunque el gas se le fue más pronto que tarde. Muy terciado fue el sexto a modo compensatorio de un desigual encierro de Juampedro de presentación, pero algunos sumaron seriedad a lo que llevamos de feria. Descastado el toro y protestón no permitió despedir la tarde a lo grande, pero con menos ruido hubo más verdad. Sigamos en este camino antes de que el «todo vale» nos pase por encima para intentar hacernos comulgar.
Cartel de hoy
Toros de Victorino Martín para Morenito de Aranda, Diego Urdiales y Paco Ureña
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