Feria de San Isidro

Resaca francesa con hastío español

El banderillero Domingo Valencia resultó cogido espectacularmente
El banderillero Domingo Valencia resultó cogido espectacularmentelarazon

El banderillero Domingo Valencia resultó herido de pronóstico grave con una cornada de dos trayectorias

Las Ventas (Madrid). Vigesimoprimera de feria. Se lidiaron toros de Victoriano del Río y Toros de Cortés (1º), serios de presentación y fea de hechuras. El 1º, paradote y sin entrega; el 2º, buen toro, noble, pronto y con codicia; el 3º, humilla mucho pero le cuesta viajar; el 4º, complicado, violento, repone mucho; el 5º, complicado; el 6º, muy desigual, brusco y basto. Lleno.

Diego Urdiales, de tabaco y oro, estocada, descabello (silencio); y pinchazo, aviso, estocada (silencio).

El Fandi, de tabaco y oro, pinchazo, estocada trasera, tres descabellos (pitos); y estocada (pitos).

Iván Fandiño, de espuma de mar y oro, estocada buena (saludos); y dos pinchazos, uno hondo, descabello (silencio).

Parte médico del banderillero Domingo Valencia: «Cornada en el muslo derecho de dos trayectorias: una de 20 cm y otra de 25 cm, que contusiona el paquete vásculo nervioso femoral. Pronóstico grave».

Quedará como el día después. No hubo manera de remontarlo. La faena de Sebastián Castella a «Jabatillo» revoloteaba sobre el ambiente. Todavía se hablaba de aquello, de ese matiz, un muletazo, el otro, la tremebunda Puerta Grande que parece más el camino de la descuartización que el del triunfo. Llegar a la furgoneta en la calle de Alcalá debe ser ver la luz después de las tinieblas. Ese Madrid que rompe. Pero literal, a las bravas. Y ese toro de Alcurrucén que se engalanó con la medalla de toro estrella de lo que va de feria. Está difícil que le saquen del podium. Y eso que ha habido toros durante la isidrada y sobreros que nos han dado buenos momentos, como uno de El Torero o Charro de Llen.

Volvimos a la realidad casi a fuerza de golpes mientras la cosa se iba complicando. Degenerando. A pesar de que hoy el viento no movía un ápice las banderas, después de la pesadilla de días y días pasados, a pesar de que se anunciaba una ganadería estrella. A pesar de todos los pesares, el festejo se fue desplomando hasta llegar al hastío. Un hastío breve, todo hay que decirlo, y entonces la resaca francesa adquiría más fuerza, peleona incluso. Pasamos por fases desiguales, como la corrida de Victoriano del Río y uno, que abrió plaza, de Toros de Cortés. Fue ese primero un toro paradote y sin entrega. Cuando movía pieza lo hacía con derrote incluido, igual por meter emoción a la cosa. Nada más lejos, aunque Diego Urdiales intentara encontrarle la tecla por un pitón y por el otro la historia no alcanzó mayores logros.

«Vampirito» fue otra cosa. Nada que ver. Pero la fortuna a veces se convierte en infortunio o eso nos pareció, con todos los respetos, pero en todas las direcciones, y le tocó a David Fandila «El Fandi». Tan sólo el tercer par al violín justificó más el encuentro con el toro, injustificable fue la faena que vino después a ese toro de Victoriano que fue al engaño de lejos y sin pensárselo, que la tomaba por abajo, repetía y no rechistaba. Un toro de buen juego para disfrutar, con la consecuencia directa de dar argumentos a la gente para volver. Sumar muletazos o encajarse con el toro. Sobra decir que deambuló por la primera; se le pitó al final. El quinto fue toro vivo, listo, con genio para imponerse en la muleta. Nada fácil, muy complicado y con mal estilo. El Fandi no se anduvo con chiquitas y en un suspiro se fue a por la espada. No era toro para grandes obras, pero es tan difícil asumir para el aficionado que el que se deja matar y torea de verdad apenas ve color, y en otros casos, da igual pasar en blanco, da igual reducir el compromiso, que año tras año volverá aquí y allá. Impoluto el vestido. Malvadas triquiñuelas del sistema.

Iván Fandiño se encontró con un tercero, que tenía una virtud que era descolgar mucho la cara, pero añadía complicaciones que restaban porque al desigual toro le costaba viajar. Quiso Fandiño pero sin despertar. El sexto fue basto, brusco y desigual. A peor desarrollaba la corrida a partir del cuarto. Su último toro de la feria. Intermitente, aunque voluntarioso, ante la dificultad.

La peor parte se la llevó el banderillero Domingo Valencia que en el tercio de banderillas del cuarto, se le metió por dentro en el capote y lo cazó de mala manera. Tanto que le infirió una cornada gorda, con dos trayectorias que asustarían a muchos y pronóstico grave fue el parte médico final. El toro no le dio opciones a Urdiales, ni una vía de escape para calar. Tenía muchos matices el animal a cada cual más complejo: reponía, con violencia, si sometías se paraba en seco. Y así en seco se había parado la tarde cuando pensábamos, ilusos, en acercarnos al ayer.