Ferias taurinas
Un «Tonteras», un triunfo y el sello de la genialidad
Jerez. Se lidiaron toros de Zalduendo, bien presentados. El 2º y 6º, buenos; el 3º, excelente e indultado; y el resto, deslucidos. Lleno de «No hay billetes».
Morante, de celeste y azabache, pinchazo, estocada, dos descabellos (silencio); pinchazo, estocada corta (silencio).
Talavante, de malva y oro, estocada (dos orejas); estocada (silencio).
López Simón, de buganvilla y oro, dos orejas y rabo simbólicos; estocada trasera (oreja).
A «Tonteras», qué poca justicia le hizo el nombre, se lo llevaron al campo cansado de tanto embestir en la muleta de López Simón. Fue el tercero, tan bueno tan bueno, tan noble, tan repetidor y con tanta clase que por no cansarse y querer siempre se ganó la conquista del torero primero, del público después y del pañuelo naranja del presidente. Al campo, a la vida padre. A vivir de lo hecho. El toro de Zalduendo era el segundo que colmaba ilusiones. Segundo y tercero. Iba rodado. Ya tendríamos tiempo de estrellarnos. López Simón paseó las dos orejas y rabo del toro, simbólicas ante la ocasión, a pesar de que el público, exhausto se despistó y ni lo pidió. El madrileño fue de menos a más. Siempre en quietud; en busca la suavidad, como que aquello fluyera en armonía y así fue al final en una tanda de comunión. Buena condición tuvo el sexto y desigualdades la faena a pesar de la intención. Ganó al público con el tiempo y el triunfo fue suyo.
Talavante se llevó las dos de una faena genial a un toro mansito pero con una calidad tremenda al embestir. Perfecto en la brevedad con un quinto que no tenía ni uno. Amargo lote el de Morante. Verónicas de oro y un natural, uno, al primero, ese sí que de amargarte ¡por no verlo!
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