Estreno

«Black mirror»: desnudo frente al espejo negro

En su cuarta temporada, que se estrena el próximo viernes en Netflix, el productor Charlie Brooker nos demuestra que la tecnología es igual de capaz de atraparnos que de liberarnos.

Imagen de uno de los capítulos de esta perturbadora serie
Imagen de uno de los capítulos de esta perturbadora serielarazon

En su cuarta temporada, que se estrena el próximo viernes en Netflix, el productor Charlie Brooker nos demuestra que la tecnología es igual de capaz de atraparnos que de liberarnos.

¿Hay alguien ahí afuera que siga teniendo una visión optimista de la tecnología? Es improbable. Estamos locos, pero no tanto. Cuando «Black Mirror» empezó a emitirse en 2011 lo lógico era sentir entusiasmo respecto al futuro digital. Cada nuevo producto lanzado al mercado era algo parecido a una revelación, cada nuevo momento en las redes sociales nos acercaba a la interconexión total. Por eso era inevitable que el tecnoescepticismo satírico de la nueva serie, impulsado por el empeño del productor Charlie Brooker en convertir nuestras ansiedades en parábolas perversas sobre la relación entre el hombre y la máquina, resultara increíblemente transgresor.

Seis años después, a punto de que la cuarta temporada de «Black Mirror» llegue a Netflix –se estrena el viernes que viene–, es imposible que sus profecías causen el mismo efecto. En el mundo actual, después de todo, a nadie le sorprendería poner un día las noticias y descubrir que alguno de nuestros líderes políticos va a sodomizar a un cerdo y que vamos a tener ocasión de seguir el acontecimiento en directo por televisión; o que un grupo de «hackers» están amenazando a la ciudadanía con hacer públicos los secretos más inconfesables de su historial de navegación en internet; o que una nueva empresa nos ofrece la posibilidad de incrustarnos un microchip en el cuello con el que grabar nuestras vidas y reproducir nuestros recuerdos a voluntad; o que un nuevo «software», nos permite comunicarnos con los seres queridos que murieron creando un avatar a partir de la huella digital del difunto. Estamos perdiendo nuestra noción de la realidad.

El infierno que nos espera

Hoy sabemos que la industria tecnológica es el Mal. Y somos conscientes del infierno que nos espera si seguimos dejando que avance sin freno, del todo indiferente a la decencia humana. Brooker a menudo describió su serie como un pronóstico de lo que nos puede pasar dentro de aproximadamente diez minutos si no vamos con cuidado, y no estamos yendo con cuidado. A punto de entrar en 2018, asolados como estamos por la rabia y la desesperación, podría decirse que vivimos en el interior de un largo episodio de «Black Mirror».

En este contexto, ¿qué nos ofrece la cuarta temporada? ¿Es un nuevo recordatorio de lo horrible que el ser humano puede llegar a ser o, por el contrario, nos ofrece un rayo de esperanza? Ambas cosas, en realidad. Una mitad de los nuevos capítulos tienen resoluciones relativamente optimistas, y el resto se sirven de los típicos giros argumentales «brookerianos» para dejar al espectador sumido en el estupor y la angustia. En conjunto, eso sí, «Black Mirror 4» incorpora un elemento nuevo a la serie: un impulso de rebelión, y una inconfundible voluntad de supervivencia.

Ojo, sería un error sugerir que los seis nuevos episodios tienen un tema común. Todo lo contrario: en esta cuarta temporada el abanico de géneros y tonos desplegado por Brooker es bastante más amplio que en las anteriores. Pero, decimos, se detecta algo parecido a una pauta. Por muy distintos que sean los unos de los otros, la mayoría de los nuevos capítulos incorporan el asunto de la retaliación, contra el sistema o contra otra persona, o contra la injusticia en general. Las historias que cuentan están habitadas por personajes que toman decisiones valientes y ello les permite afirmar su independencia, o tomar represalias, o simplemente sobrevivir a pesar de los obstáculos.

Por lo demás, y al igual que sucedía en la temporada anterior, la nueva tanda de capítulos ofrece un nivel artístico irregular. Varios de ellos son deliciosamente imaginativos, otros plantean ideas potencialmente fascinantes que nunca llegan a materializarse de forma satisfactoria, y alguno es francamente mediocre. Pese a ello, de todos modos, «Black Mirror» no solo vuelve a dejar claro que su creador es un tipo lleno de buenas ideas, sino que se muestra más ambiciosa en términos estilísticos y estructurales que nunca antes.

La cobertura más completa

Vamos por partes. «Arkangel», dirigido por Jodie Foster, exhibe maneras de cine indie para hablar de lo lejos que una madre está dispuesta a llegar para proteger a su hija. Hang the DJ es una ingeniosa historia de amor basada en un sistema de citas que reemplaza al usuario en la toma de ciertas decisiones. «USS Callister», el episodio que sin duda dará más de qué hablar, es una parodia de «Star Trek» que toma un concepto de capítulos anteriores de la serie y lo lleva a extremos asombrosos. Tanto «Cocodrile» como «Metalhead» son «thrillers» más o menos convencionales. Y luego está «Black Museum», sin duda el episodio más emblemático de todos: mientras acompaña a una joven que visita un museo de crímenes tecnológicos, ofrece un tríptico de historias trágicas que por un lado ofrecen pruebas de hasta qué punto puede llegar el progreso a mejorar nuestras vidas, y por otro dejan clara nuestra irresponsable manera de abusar de él. Enfrentado a esas historias, el espectador volverá a tener ocasión de confirmar que la tecnología es igual de capaz de atraparnos que de liberarnos, y verá estimulados tanto sus miedos más terribles como sus grandes esperanzas en el futuro.

En todo caso, decíamos, por mucho que nuestro día a día se parezca cada vez más a una pesadilla surgida de la perversa mente de Charlie Brooker la cuarta temporada de esta serie mantiene cierta fe en la humanidad. Tanto sus mejores episodios como algunos de los más decepcionantes nos recuerdan que, por muy fallidos y miserables que nosotros y nuestros congéneres podamos llegar a ser, y por mucho miedo que nuestras maquinitas y nuestras apps lleguen a dar, el poder sigue estando en nuestras manos. Si algunos de los seres que habitan el mundo de Brooker son capaces de prevalecer, y lograr algo parecido a la justicia, y encontrar la fuerza necesaria para plantear cara al sistema, sin duda nosotros también podemos.