Andalucía
El año más negro para el lince, con 27 ejemplares muertos
Los 27 linces muertos en lo que va de año convierten 2014 en el más negro de las dos últimas décadas, fecha desde la que se recogen estos datos sistemáticamente, según el Responsable del Programa de Especies de WWF España, Luis Suárez.
De los ejemplares fallecidos, veinte fueron por atropellos, seis por golpes, disparos o venenos y uno más por causas desconocidas: es el número más alto en un solo año desde 1994.
Durante este año fatídico se ha sumado además la merma de las poblaciones de conejo -el único alimento del lince-, debido a la aparición de una nueva variante de la enfermedad hemorrágica del conejo (RHDV), detectada por primera vez en España en 2012.
La patología ha acabado con más de 75 % de conejos en los principales lugares habitados por el lince ibérico en la Península, concentrados principalmente en Andalucía.
Kairós, un macho joven, ha sido el último de los 27 felinos muertos en lo que va de año por estrangulamiento con un lazo ilegal colocado en una finca del término municipal de Torre de Juan Abad (Ciudad Real) por su propietario, quien confesó ante la Guardia Civil.
"Seguramente esta persona no quería matar al lince pero como la gente está acostumbrada a este tipo de trampas, las siguen poniendo", ha lamentado a EFEverde Luis Suárez.
Es un dispositivo "muy poco selectivo que se coloca en zonas de paso entre matorral o agujeros en el vallado".
Algunas trampas legales incluyen un tope para que el animal quede atrapado sin llegar a estrangularse, aunque "el método sigue siendo cuestionado porque afecta a jabalíes, gatos monteses, ginetas y otros carnívoros que supuestamente diezman los ejemplares de caza menor".
Muchos habitantes del entorno rural suponen que la muerte de estos ejemplares favorece la conservación de las poblaciones de conejos o perdices, pero la realidad es que "se produce un desequilibrio natural, porque tanto los linces como estos otros carnívoros se comen los pequeños animales enfermos", afirma Suárez.
Aunque los atropellos son la causa de muerte más habitual entre los linces, la preocupación de ecologistas y expertos va en otra dirección: "Sabemos donde están los puntos negros en carretera, pero las causas que responden a una percepción social errónea requieren mucho más tiempo".
Por eso, según Suárez, "no es suficiente regular y controlar..., es preciso un seguimiento continuado e informar para que quien no acate la ley sepa que va a tener consecuencias".
En este sentido recalca que las Administraciones Públicas han actuado "con total permisividad y sin una política contundente".
Reconoce, sin embargo, que también "hay muchísimas fincas que sí están colaborando y, ante la duda de cualquier mínimo riesgo, quitan todas las trampas, incluso las legales".
Suárez considera también un potencial riesgo que la percepción social del proyecto europeo Life Iberlince sea negativa debido a la alta mortalidad registrada de la especie.
En definitiva, el balance de 2014 ha sido "agridulce"pero "si mantenemos el ritmo de reintroducción de la especie y somos capaces de reducir las muertes, 2015 será mejor", augura el experto de WWF.
El lince ibérico fue declarado especie en peligro en 1986 por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza que, y en 2002 elevó la categoría de amenaza a la de especie en peligro crítico.
De hecho, sigue siendo a día de hoy la única especie de felino que se mantiene dentro de la Lista Roja de animales más amenazados del mundo.
En 1994 se puso en marcha el primer proyecto Life Lince para la conservación de la especie en el que intervinieron los gobiernos autonómicos con presencia del animal y a finales de 1966 se inició la primera gran campaña pública de sensibilización: "Vivir con el lince".
Desde entonces se han desarrollado varios programas para la recuperación y reintroducción de las poblaciones de este felino, cuyos únicos núcleos con reproducción segura se hallan en Andalucía (el Parque Natural de la Sierra de Andújar en Sierra Morena y el Parque Nacional y Natural de Doñana) además de algunas poblaciones mínimas en el suroeste de Madrid, sur de Ciudad Real y Montes de Toledo.
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