Cumbre del Clima de París
La Cumbre de París, un acuerdo entre paréntesis
El borrador deja muchas cuestiones abiertas, pero allana el camino para que los ministros avancen en las negociaciones el lunes
El borrador deja muchas cuestiones abiertas, pero allana el camino para que los ministros avancen en las negociaciones el lunes
Las delegaciones negociadoras para alcanzar un acuerdo en esta COP21 para limitar el recalentamiento climático no han trabajado en vano a lo largo de esta primera semana. Ayer presentaron un primer borrador que permitiría alcanzar los objetivos deseables a nivel mundial en la Cumbre de las Partes sobre el Cambio Climático de París con una nueva base de negociaciones que ha sido aceptada por todos los participantes.
Los representantes de 195 países presentaron ayer un texto de 48 páginas sobre el que deberán trabajar ahora los ministros de los países respectivos. En el proyecto aparecen todavía muchas cuestiones entre paréntesis que tendrán que zanjar los ministros para adoptar un pacto universal y vinculante que permita clausurar de forma satisfactoria esta cumbre el día de la clausura: «Si continuamos en esta vía, no cabe duda de que tendremos éxito el viernes 11 de diciembre», aseguró convencida Laurence Tubiana, negociadora francesa, ante el conjunto de delegaciones reunidas en Le Bourget (París). «El trabajo no está terminado», añadió Tubiana, «quedan por decidir cuestiones políticas importantes. Necesitaremos toda nuestra energía, inteligencia, capacidad de compromiso y capacidad de ver más allá para poder alcanzar nuestro resultado».
Los temas principales están todavía en suspenso, con numerosas opciones abiertas, y pendientes de un acuerdo que deberán alcanzar ahora las partes a nivel ministerial, ya que los ministros de los países llegan el lunes para seguir negociando. Entre otros temas, tendrán que determinar esta semana si el objetivo a largo plazo de limitación del recalentamiento del planeta se limita en 2100 a 2 grados centígrados por encima de las temperaturas registradas en la era preindustrial, en el año 1880, o si se reduce a una subida de 1,5 grados, como ya se dijo en la conferencia de Cancún (2010), y como reclaman los pequeños estados insulares.
Es el caso de las islas Marchall, Santa Lucía y Tuvalu, que consideran este tema una cuestión de supervivencia porque son más vulnerables a la subida del nivel de los océanos y las consecuentes inundaciones de ciudades y cosechas. Pero esto obligaría a los países emisores a tener que adoptar medidas más radicales para reducir las emisiones de gas de efecto invernadero. La embajadora surafricana Nozipho Mxakato-Diseko habló en nombre del grupo G77+China, en el que están incluidos 134 países en desarrollo o emergentes, y aseguró que están «dispuestos a negociar tan rápido como sea posible, sobre la base de este texto». La presidenta este año del G77 citó a Mandela para comentar que «las cosas siempre parecen imposibles hasta que se hacen».
Los mayores escollos que encontrarán las negociaciones esta próxima semana se centrarán en la financiación de la ayuda contra el recalentamiento del planeta. Los países emergentes reclaman 100.000 millones de dólares cada año para adaptarse al cambio climático y reducir sus emisiones de gas de efecto invernadero. Ésa fue la promesa formulada por los países desarrollados en 2009 y confirmada en 2010: 100.000 millones anuales hasta el 2020 para ayudar a los países en desarrollo a afrontar los desajustes climáticos. El problema está en que la promesa, de momento, se ha quedado a mitad de camino.
La OCDE publicó un informe en octubre, «La financiación para hacer frente al cambio climático en 2013-2014 y el objetivo de los 100.000 millones», que estimaba en 61.800 millones de dólares la financiación norte-sur en 2014. Ahora los países del Norte quieren que haya un reparto del esfuerzo y que los demás arrimen también el hombro en cuestión de dinero, pero los países del sur reclaman el cumplimiento de los compromisos adoptados con anterioridad.
Por otro lado, casi todos los países participantes en la COP21, 195, han presentado las medidas que piensan adoptar contra el cambio climático, pero, aunque se frene el ritmo de emisiones de gases de efecto invernadero, éstos van a seguir aumentando lo que hará bien difícil controlar la subida de dos grados. «La ciencia nos dice que sólo tenemos una ventana pequeña de acción», recordó Christiana Figueres, responsable de Cambio Climático de Naciones Unidas, pero los países participantes no parecen dispuestos a realizar esfuerzos suplementarios. Según el Grupo de Expertos Intergubernamental sobre la Evolución del Clima (GIEC), para permanecer en ese límite de dos grados centígrados no se podrían emitir entre 2012 y 2100 más que 1.000 gigatoneladas de carbono, el llamado «presupuesto carbono», pero al ritmo actual de emisiones, este margen se fundirá en los próximos veinte años.
El mérito del texto que han presentado los negociadores a los ministros es que es más claro. Pero, como señalaba ayer Greenpeace, «tras una semana de negociaciones y un nuevo texto, todo es todavía posible, tanto lo mejor como lo peor». Por su parte, Ecologistas en Acción calificó este acuerdo de «vago, que no entra en concreciones que nos permitan dilucidar cuáles serían los mecanismos reales que permitan una reducción efectiva de emisiones», y afirma que es necesario «un texto más ambicioso».
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