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Zaragoza tras los pasos del gran Francisco de Goya

Además de sus dos imponentes catedrales, la capital del Ebro esconde joyas únicas del genio de Fuendetodos, lo que nos invita a recorrer sus calles con otros ojos

Panorámica de la basílica del Pilar desde el puente de piedra, en Zaragoza
Panorámica de la basílica del Pilar desde el puente de piedra, en ZaragozaRaquel Bonilla

Si hay algo que nos ha enseñado la pandemia de la Covid-19 es que no hace falta irse muy lejos para disfrutar al máximo de una escapada y regresar a casa con la sensación de haber descubierto un gran tesoro. Y eso es precisamente lo que regala al viajero la ciudad de Zaragoza, pues, a pesar de que se trata de uno de los destinos obligados de nuestro país, la capital del río Ebro sorprende a propios y a extraños, tanto si es la primera vez que se visita como si ya ha habido ocasiones anteriores.

Dispuestos a descubrir la ciudad con ojos curiosos, en esta ocasión podemos seguir los pasos del gran Francisco de Goya, aragonés de cuna (nació en Fuendetodos, a apenas 44 kilómetros de Zaragoza, en 1746) y zaragozano de adopción, pues fue su lugar de residencia durante un buen periodo de su vida, por lo que la ciudad atesora gratas sorpresas que ayudan a entender parte de su obra y de su apasionante personalidad.

Resulta inevitable que nuestros primeros pasos nos lleven hasta la mítica Plaza del Pilar. Es una obligación, pero también un deleite para los cinco sentidos, pues se trata del verdadero corazón de la urbe. Salpicada de numerosos bares y restaurantes, en cuyas terrazas merece la pena sentarse con el único fin de dejar pasar los minutos, la Plaza nos deja atónitos por lo descomunal de sus dimensiones. Y es que, a pesar de haberla visto en muchas ocasiones a través de la pequeña pantalla, en primera persona impresiona, y mucho. No en vano, se trata de una de las plazas peatonales más grandes de Europa, aunque no es su tamaño lo que más asombra, sino la elegancia y la perfección de la Catedral Basílica de Nuestra Señora la Virgen del Pilar, símbolo indiscutible de la ciudad.

Zaragoza tras los pasos de Goya
Zaragoza tras los pasos de GoyaRaquel bonillaLa Razón

Si la catedral impone por fuera, tampoco defrauda por dentro. Y aquí Goya también está muy presente a través de dos grandes frescos que suponen la huella del artista en el templo. Toca mirar hacia arriba: «La adoración del Nombre de Dios», con un estilo clasicista, una composición muy cuidada y unos tonos muy suaves; y la cúpula Regina Martirum que, a pesar de su genialidad, supuso una amarga experiencia para el pintor por las críticas recibidas.

Aunque El Pilar concentra toda la fama y popularidad, a pocos pasos se encuentra la Seo del Salvador, la segunda catedral zaragozana (Zaragoza es la única ciudad del mundo con dos catedrales). Pues bien, a cada cual más hermosa, ya que la combinación de mármol, bronce, madera policromada y dorada, y el yeso, combinados en elementos góticos, renacentistas y barrocos otorgan al interior de este templo una luz única que engatusa al viajero y le deja boquiabierto.

Pero hay más, ya que otros edificios arropan la gran plaza, como la Lonja de Mercaderes, el Ayuntamiento de Zaragoza o la iglesia de San Juan de los Panetes. Sin embargo, la ciudad es mucho más que su plaza y para descubrirlo merece la pena subirse al autobús turístico que, en 90 minutos y 16 paradas, nos invita a recorrer las principales avenidas de Zaragoza y descubrir joyas como el Parque Grande José Antonio Labordeta, el Parque del Agua Luis Buñuel y el Palacio de la Aljafería, una impresionante fortaleza de anchos muros y sólidos torreones que esconde una apasionante historia. Además, este viaje nos permite cruzar el río Ebro por cuatro de sus puentes, regalándonos así una de las panorámicas más mágicas de la ciudad, con el agua a nuestros pies y la silueta de las catedrales dominando el horizonte.

Gracias al bus turístico resulta muy sencillo y cómodo llegar hasta el Acuario de Zaragoza, considerado el acuario fluvial más grande de Europa. Sus salas, cuidadas y con una pasión divulgativa que atrapa, nos invitan a viajar de la mano de las especies que viven en el río Nilo, el Mekong, el Amazonas, el Murray-Darling y, cómo no, el Ebro. Se trata de una visita de lo más amena y divertida, ideal cuando se viaja con niños, aunque los mayores también disfrutan de lo lindo entre sus gigantes peceras.

Zaragoza tras los pasos de Goya
Zaragoza tras los pasos de Goyalarazon

De vuelta a la Plaza del Pilar, la ruta tras los pasos de Goya nos lleva hasta el Museo Goya-Colección Ibercaja-Museo Camón Aznar, el único en el mundo que de manera permanente muestra toda la serie de Grabados: aguafuertes, caprichos, los desastres de la guerra y tauromaquia. Y aunque los hemos visto en los libros de Arte y de Historia, contemplarlos a un palmo conmueve tanto como emociona.

Zaragoza tras los pasos de Goya
Zaragoza tras los pasos de Goyalarazon

Ruta gastronómica

Con la sensación de haber aprendido y disfrutado a partes iguales, deambular por el entramado de callejuelas del corazón de Zaragoza resulta tan agradable como motivador, pues todas ellas están repletas de vida, salpicadas de coquetas tiendas, heladerías artesanales, además de bares y restaurantes en los que merece la pena disfrutar de la ciudad a bocados. Y es que la oferta alojativa y gastronómica de la capital aragonesa es de máximo nivel y para todos los gustos. Por ejemplo, si lo que buscamos es un picoteo informal y divertido, merece la pena adentrarse entre las estrechas calles del Tubo, un entramado de callejones repletos de vida entre los que destaca el restaurante Meli del Tubo (calle Libertad, 12), donde es un acierto dejarse guiar por su jefe de sala. Si buscamos una cena más elegante y formal, nada mejor que decantarse por el restaurante Montal (calle Torre Nueva, 29), un clásico de la ciudad que aúna calidad y originalidad a partes iguales. Además de una cocina deliciosa, en su interior esconde el Museo de la Torre Nueva, con una extensa colección de grabados, fotografías y una amplia documentación sobre la torre mudéjar que en su día marcó el «skyline» zaragozano gracias a sus más de 80 metros y su curiosa inclinación.

Cabrito lechal asado, plato típico del restaurante Bodega de Chema, en Zaragoza
Cabrito lechal asado, plato típico del restaurante Bodega de Chema, en ZaragozaRaquel BonillaArchivo

La vanguardia culinaria también está asegurada en el restaurante Aragonia Palafox (calle Marqués de Casa Jiménez, s/n), con una cocina intimista que honra el producto aragonés en combinación con lo mejor de la despensa mediterránea, mientras que el restaurante Bodega de Chema (calle Félix Latassa, 34) se convierte en una cita obligada si queremos disfrutar del intenso sabor del cabrito lechal asado.

Y para dormir, muy cerca del Pilar y con todas las comodidades, merece la pena decantarse por el Hotel Oriente (Calle del Coso, 11, 976 20 32 82), de tres estrellas y recién reformado, por lo que no le falta detalle.

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