
Pesca sostenible y turismo gastronómico
Matosinhos celebra la certificación MSC de la sardina ibérica: sostenibilidad, mercado y futuro
El Sello Azul reconoce la gestión responsable de la sardina ibérica en España y Portugal. Un hito que impulsa su valor económico, cultural y gastronómico

En la costa norte de Portugal, Matosinhos combina playas, gastronomía y tradición marinera. Su puerto es uno de los más activos del Atlántico y hace unos días ha sido el escenario de un hito histórico: la entrega oficial de la certificación Marine Stewardship Council (MSC) a la pesquería de cerco de la sardina ibérica. Un acto que reunió a pescadores, gobiernos, científicos y la industria, y que marca un antes y un después para España y Portugal.

Un sello que abre mercados
La Marine Stewardship Council (MSC), organización internacional que certifica la pesca sostenible a nivel mundial, no fija precios, pero cambia el mercado al que accede la pesquería. Así lo explica Alberto Martín, director de MSC en España y Portugal: “Cuando una flota se certifica entra en el mercado de productos certificados. Ahora mismo hay una demanda altísima de sardina MSC en el norte de Europa y en Estados Unidos, y la oferta es muy baja. Eso empuja las ventas y, aunque no sabemos cuánto subirá el precio, sí sabemos que tendrán un empujón importante”.

La sardina ibérica es ahora la segunda pesquería de sardina certificada en el mundo. El sello no solo supone un posible beneficio económico, sino también reputacional. “Para los pescadores es una licencia social. Es una forma de mostrar a sus comunidades y a la Unión Europea que pescan de manera sostenible y que una entidad independiente lo respalda”, añade Martín.
Matosinhos, epicentro de la celebración
La Terminal de Cruceros de Leixões fue el escenario de la ceremonia. Asistieron, entre otros, el ministro portugués de Agricultura y Pesca José Manuel Ferreira Fernándes y la secretaria general de Pesca de España Isabel Artime García. Durante la jornada, los participantes recorrieron la lonja de Docapesca, visitaron barcos certificados y una conservera, conectando la sostenibilidad con la cadena de valor real.
Para el viajero, Matosinhos es un destino ideal para sumergirse en la cultura de la sardina: pasear por su puerto, probar sardinas a la brasa o descubrir su lonja forma parte de la experiencia. También merece la pena acercarse a la conservera Portugal Norte, donde se elaboran conservas tradicionales y se pueden comprar productos para llevarse un trozo del sabor atlántico a casa. Llama la atención que el equipo esté formado íntegramente por mujeres, un reflejo de la historia local, cuando los hombres salían a faenar y eran ellas quienes mantenían viva la tradición conservera.

Equilibrio entre mercados locales e internacionales
Una de las claves en el mercado de la Sardina Ibérica será combinar la demanda global con el mercado nacional. “No queremos que por exportar se deje a las zonas locales sin producto. La sardina fresca seguirá en el mercado nacional, mientras que la destinada a conserva, que es de menor calibre, podrá valorizarse mucho más en el mercado internacional, así como en el tradicional”, explica Martín.
Este equilibrio permitirá que el Sello Azul no solo abra puertas fuera, sino que refuerce la economía local y la presencia de la sardina en las mesas ibéricas.
Un recurso cultural y gastronómico
La sardina ibérica es parte de la identidad compartida de España y Portugal. Presente en fiestas populares, parrillas y conservas, es también un alimento clave. Rica en omega-3, selenio y vitaminas, es un pescado azul con una huella de carbono mínima y consumo de agua prácticamente nulo. “Es un superalimento que se pesca de forma sostenible. Unas sardinas a la brasa con una ensalada son una de las mejores formas de disfrutarla”, apunta Martín.
Compromiso de largo recorrido
El Sello Azul no es un punto final. La pesquería deberá seguir cumpliendo auditorías anuales y aplicar mejoras como aumentar observadores independientes y reforzar controles. Además, un proyecto junto a la Universidad de Vigo y el Instituto Português do Mar e da Atmosfera (IPMA) desarrollará nuevos modelos de gestión que tengan en cuenta el ecosistema.
Más allá de la economía, la certificación es también una herramienta contra el cambio climático. Una pesquería con poblaciones sanas es más resiliente a las variaciones ambientales. “Si el stock es pequeño, el estrés del cambio climático se multiplica. Una gestión sostenible asegura que la sardina pueda reproducirse incluso en escenarios de presión ambiental”, explica Martín.
Un ejemplo de cooperación ibérica
Este reconocimiento conjunto de España y Portugal es un modelo de colaboración internacional. Como destacó Isabel Artime: “España y Portugal comparten el mar, pero sobre todo comparten la responsabilidad de preservarlo”.
Un mensaje que llega al viajero
La recuperación de la certificación MSC es mucho más que un sello: es el reflejo del esfuerzo coordinado de dos países por garantizar el futuro de un recurso compartido. La sardina ibérica, además de ser un superalimento que une sabor y salud, es cultura viva de las comunidades pesqueras. Y el marco de Matosinhos recuerda que la sostenibilidad también puede ser una experiencia de viaje: probar una sardina a la brasa en su puerto, visitar una conservera o recorrer su lonja es una manera de apoyar un modelo que une mar, tradición y placer de viajar.
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