Teatro

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Vidas cruzadas por el azar

Cuándo: hasta el 21 de abril. De jueves a sábado, 20:30 h. Domingos, 19:00. Dónde: El Sol de York. Madrid Cuánto: 16 euros. Tel. 91 445 85 96.

Uno de los repartos de la obra
Uno de los repartos de la obralarazon

Treintañeros camino de los cuarenta que buscan qué hacer con sus vidas, amores imposibles, artistas que sueñan con tener una vida normal y ven que nunca formarán una familia... Los protagonistas de «Los miércoles no existen» forman, sin saberlo ni conocerse, un laberinto de vidas urbanas que acaban cruzándose. Esta es la premisa del debut en la dirección teatral del cineasta Peris Romano («8 citas»), autor además del texto, que ha reunido para la ocasión a dos granados repartos que se alternarán en el escenario –los intérppretes se intercambiarán de uno a otro según las necesidades de cada función– formados por un puñado de rostros jóvenes reconocibles, sobre todo, gracias a la pequeña pantalla. Así, se repartirán los papeles William Miller (le habrán visto en la serie histórica «Isabel la Católica»), Gorka Otxoa (siguiendo con las referencias televisivas, «Doctor Mateo»), Diana Palazón («Hospital Central»), Irene Anula y Javier Rey («Amar en tiempso revueltos»), Luis Callejo («El barco»), Daniel Muriel («Escenas de matrimonio»), Eva Ugarte («Con el culo al aire»), Bárbara Grandío y Mónica Regueiro («Nada es para siempre»), Marta Solaz («Los misterios de Laura») y Armando del Río («Gran reserva»).

«Decidí renovar un poco el terreno de las comedias románticas», explica Romano. Según el autor, estamos ante una «dramedia»: «Es lo que muchas veces se llamaba melodrama, pero creo que es más acertado, porque estamos haciendo comedia con conflictos que muchas veces parten desde el drama: qué ocurre cuando cambia tu rutina, cómo afecta una pequeña decisión a tu familia, tus amigos...». Dicho de otra forma, «un análisis del efecto dominó de decisiones pequeñas en nuestro día a día, sobre todo en el aspecto sentimental». Entre sus referentes no faltan «Magnolia» y «Vidas cruzadas», aunque matiza, «buscando un tono más hacia Woody Allen y Kevin Smith». «Nuestra intención es que el público tenga la sensación de haber visto una película a pie de escenario, para lo que he buscado la naturalidad de los actores».

En escena, el reparto canta, baila, actúa... y sin cobrar. Han llegado a un acuerdo para levantar este «retrato generacional» a cambio de una participación en la taquilla lograda. Explica William Miller, que el montaje se dirige a «un target de gente entre 20 y 40 años, porque básicamente los personajes son de esa generación que llegó a vivir sin móviles ni internet. Hay situaciones esa generación que hemos vivido en común». Y describe a de Hugo, su personaje, como «un eterno adolescente que se ha negado a crecer, a asimiliar que la gente tiene que madurar y no lo hace hasta que empieza a perderlo todo y a enfrentarse a realidades de las que no puedes huir». Y explica este anglo-americano, según su pasaporte, que al teléfono parece más español que cualquiera de nosotros: «Mi personaje es uno de los raíles cómicos de la función. Pocas veces me siento como pez en el agua». Algo que agradece a Romano, con quien, como la mayoría del reparto, había trabajado antes. «Es de los directores que antes de opinar, prueban».

Una producción entre amigos

Para Gorca Otxoa, la experiencia de este montaje «está siendo maravillosa. De repente me he visto en un grupo de gente que no estamos aquí por pasta, sino que nos encontramos todos muy ilusionados, montando los muebles de Ikea, cantando, bailando». Explica Otxoa sobre César, su personaje, que es «un perdedor sentimental» que acabará tomando una decisión trascendental. Y asegura: «Son cosas que están en la calle o que le suceden a gente que conoces, desde las infidelidades hasta las dudas de si irte a vivir con alguien, tener hijos, dar esos pasos de madurez o seguir en la eterna asdolescencia... Son problemas que tenemos todos en nuestras propias carnes o muy cerca».