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Los cuatro tipos de apellidos españoles: descubre cuál es el tuyo

Cada apellido revela conexiones profundas con la filiación, el origen, las características personales o las ocupaciones, enriqueciendo la narrativa de la identidad española

Estos son los apellidos íberos más comunes
Estos son los apellidos íberos más comunesLa Razón

La riqueza de los apellidos españoles se manifiesta en su diversidad, dividida en cuatro categorías principales que reflejan aspectos diversos de la identidad de las personas. Los apellidos, más allá de ser simples etiquetas, son vínculos con la historia, la cultura y la ascendencia familiar. Los cuatro tipos principales de apellidos son los patronímicos, los toponímicos, los derivados de nombres comunes y los derivados de oficios o profesiones, cada uno de los cuales añade una capa única a la narrativa de la herencia personal.

Los apellidos patronímicos revelan la filiación paterna, siendo un ejemplo el apellido Pérez, que significa "hijo de Pedro". Mientras tanto, los apellidos toponímicos indican el lugar de origen o residencia del portador o de sus antepasados. Por ejemplo, el apellido García sugiere un nacimiento en el campo. Estas dos categorías, comunes en España y otras regiones de habla hispana, comparten terminaciones como -ez, -az, -iz, -oz o -uz.

Por otro lado, los apellidos derivados de nombres comunes exploran rasgos físicos, morales o religiosos del portador o sus antepasados. Ejemplos incluyen Rubio, que significa "de cabello rubio", o Bravo, que significa "valiente". Aunque menos comunes, estos apellidos ofrecen una conexión más directa con características personales.

Los apellidos derivados de oficios o profesiones, como Herrera (herrero) o Molina (molino), se centran en la actividad laboral o social del portador o de sus antepasados. Aunque menos frecuentes que los patronímicos y toponímicos, estos apellidos reflejan la importancia histórica de la ocupación.

Además de estos cuatro tipos principales, existen apellidos menos frecuentes o más recientes, como los descriptivos o de apodos, basados en motes o sobrenombres, como Gordo, Calvo o Largo. También destacan los apellidos castellanizados, que se adaptaron al español desde otras lenguas o regiones, como Álvarez (del árabe al-Walid), Navarro (del vasco nafarroa) o Catalán (del catalán català). Cada uno de estos apellidos cuenta una historia única, añadiendo capas a la rica tapestry de la identidad española.