Andalucía

Etapa llana en la Junta; «cien años de soledad» en el PSOE

Un año después, con Moreno como referencia en el PP y Susana Díaz en el alambre, el bloque de derechas tiene la legislatura expedita tras los ERE

El presidente de la Junta, Juanma Moreno, junto al vicepresidente, Juan Marín, durante el Pleno de aprobación del Presupuesto para 2020
El presidente de la Junta, Juanma Moreno, junto al vicepresidente, Juan Marín, durante el Pleno de aprobación del Presupuesto para 2020Manuel Olmedo

Apenas un año y un mes antes, en plena campaña de las autonómicas, en la sede del PP-A, como en los bares cofrades, se contaban los días al revés. «Faltan 33 días para el cambio», anunciaba un cartel con la foto del hoy presidente de la Junta. El entonces candidato popular, en cuatro años de oposición, echó canas y cambió el estilo de sus zapatos (las borlas por el sport, los calcetines a rayas). Apenas una manzana le acompañaba para la travesía sobre la mesa del despacho junto al portátil. A Newton le bastó para hacer historia. A Juanma Moreno, también. «La región involucionará, iremos a recesión en menos de un año, se disparará el gasto público y se va a politizar todo mucho más», vaticinaba sobre un hipotético gobierno «socialcomunista». Un año después preside una comunidad «bloqueada», sin posibilidad de salir a financiarse a los mercados por incumplimientos heredados. Su posición débil en el partido ahora es de fuerza, convertido en el principal barón junto a Feijóo y en la cara amable del «cambio». La fontanería se reserva para Bendodo, vicepresidente de facto –a Juan Marín ya le ha traicionado varias veces el subconsciente– y convertido en la bestia negra de la oposición como el consejero con más influencia que se recuerda en la Junta, salvando las distancias, desde los mejores años de Zarrías. La mano derecha de Chaves pasaba por promesa como carrilero colchonero y el malagueño es corredor de fondo.

Un año después, Susana Díaz no tiene la capacidad ni la potestad para echar pulsos a Ferraz y el PSOE andaluz vive en permanente estado de shock por la incertidumbre interna y las sentencias judiciales externas. Mientras PP y Cs se asientan en San Telmo –con una veintena de dimisiones y ceses con sordina–, la labor en la oposición socialista emparenta con la capacidad de caza del lince. Después de 40 años de moqueta, se muestra incapaz de sobrevivir por cuenta propia.

«El Parlamento fracturado» que vaticinaba Moreno si las encuestas se cumplían, es ahora un bloque sólido de derechas con PP, Cs –grogui tras la salida de Rivera y la debacle nacional– y Vox –sorprendentemente asentado– y una oposición que ni está con el caso ya comentado del PSOE ni se espera, con Adelante buscando también su sitio tras la renuncia de Antonio Maíllo –cuyas intervenciones se añoran en la Cámara– y el retorno de la baja maternal de Teresa Rodríguez.

El «Gobierno del cambio» ha encontrado un año de etapa llana. El riesgo de sorpasso que se anunciaba de Cs sobre PP ha cambiado por el auge de Vox, el factor determinante del cambio en Andalucía con sus doce diputados. La formación de Abascal también ha vivido su propio proceso de reorganización, con Francisco Serrano cerca de ser apartado y Alejandro Hernández como auténtico hombre fuerte.

Hace un año, Juanma Moreno consideraba que competir con el PSOE era «imposible, ya puede venir Kennedy reencarnado a presentarse o el propio Obama ser el candidato a la Junta pero si te enfrentas David contra Goliat y tienes un mínimo presupuesto frente al Presupuesto del Gobierno de la Junta de manera irregular para hacer favores, es tal el desnivel, el desequilibrio de la competición, que siempre va a ganar evidentemente el PSOE». La sentencia de la pieza política de los ERE, pese al alumbramiento del cambio en la comunidad, vino a dar en parte la razón a Moreno.

Un ejercicio después, las tornas han virado al punto de que son PP y Cs los que recurren al agravio con el Gobierno de España – «Andalucía intervenida»–; lucen lazos verdiblancos en la solapa en el Parlamento y se adentran en el ecologismo con «la revolución verde». El «Gobierno del cambio» ha absorbido las estrategias de comunicación que tanto rédito dieron a los socialistas durante décadas, a la espera de que la gestión dé frutos. PP y Cs han salvado la inestabilidad de Vox con dos presupuestos que dan certidumbre a la legislatura. Los principales problemas siguen llegando desde la Sanidad, una de las verdaderas causas del cambio y fruto de las expectativas creadas y de promesas de imposible cumplimiento a corto plazo. Junto a Bendodo, a distancia, el multiactivo Juan Bravo ha despuntado entre los consejeros. El titular de Hacienda fue portero antes que político y ha sido un seguro de vida en el Ejecutivo.

Con todo, el cambio hasta ahora ha sido más estético que de calado. El Observartorio Económico de Andalucía ha apuntado incluso que las cuentas son continuistas. Desmontar la administración paralela no era freír un huevo. Quizás un año después, «frente al pelotón de fusilamiento», los ex presidentes Chaves y Griñán habían «de recordar aquella tarde remota» en que su heredera los «llevó a conocer el hielo». «Susana nos ha matado; es como si nos hubiese clavado un puñal», recoge el libro «Delfines y tiburones», del periodista Manuel Pérez Alcázar, que hablaron los dirigentes al ser puesto ante los caballos de la vorágine de los ERE.

El año, con todo, plácido de Partido Popular y Ciudadanos en la Junta no se entiende sin los «Cien años de soledad» del PSOE andaluz – 61 años de prisión y 252 de inhabilitación, según la sentencia– como si las palabras del hoy presidente Moreno un año antes fueran un presagio y ya « estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante» en que la justicia «acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra». Quedan más de 180 piezas separadas por las ayudas de los ERE por juzgar.