Andalucía

La baja esperanza de Andalucía

El mundo ha cambiado pero no sólo por la irrupción de China; y Andalucía ha evolucionado pero no sólo por ejercitar niveles de autogobierno

Andalucía es la región española con menor esperanza de vida al nacer según el Instituto Nacional de Estadística. La comparativa no deja a Andalucía en mejor lugar si se analizan los datos de desempleo
Andalucía es la región española con menor esperanza de vida al nacer según el Instituto Nacional de Estadística. La comparativa no deja a Andalucía en mejor lugar si se analizan los datos de desempleoJesus G. FeriaLa razon

En el horóscopo chino 1981 correspondió al año del Gallo, 2020 corresponde a la rata de metal. Entre uno y otro contamos cuatro décadas de administración autonómica en Andalucía. Hace cuarenta años referirse al calendario chino era puro pintoresquismo informativo pero hoy lo que se hace en el gigante asiático está en cualquier rincón de nuestra casa, de nuestro trabajo y del diseño de nuestro ocio. El mundo ha cambiado mucho más rápidamente que Andalucía pero ni para explicar uno ni para explicar otro cambio es riguroso aplicar la falacia argumental «después de esto; entonces, a consecuencia de esto». En definitiva, el mundo ha cambiado pero no sólo por la irrupción de China; y Andalucía ha evolucionado pero no sólo por ejercitar niveles de autogobierno.

“El mundo ha cambiado mucho más rápidamente que Andalucía pero ni para explicar uno ni para explicar otro cambio es riguroso aplicar la falacia argumental «después de esto; entonces, a consecuencia de esto”

Hoy podemos decir que en Andalucía sus residentes tenemos acceso a mejores servicios públicos y mayores infraestructuras. Es una verdad autoevidente. No podría ser de otra forma visto el crecimiento del gasto (y de la recaudación) público. El tamaño del gasto público en España en el año 1981 alcanzaba el 32,33% del PIB. Cuarenta años más tarde es de casi 10 puntos más, en otros términos, ahora gastamos cada año entre las cuatro administraciones públicas casi 125.000 millones de euros más que hace cuatro décadas. En definitiva, el aumento del gasto público en España ha sido intenso en estos cuarenta años por lo que, lo administrase quien lo administrase, la calidad de los servicios públicos y las infraestructuras no podrían sino haber mejorado. La pregunta a la que no se puede responder es ¿se hubiese podido gestionar más eficazmente con otra estructura de reparto competencial? La cuestión es técnicamente irresoluble. Es un suceso contrafactual que sólo puede intentar conocerse a través de simulaciones ciertamente limitadas.

Lo que sí es posible comparar son datos económicos de 1981 y de 2020 pero sin caer en la trampa de aplicar el razonamiento «después de esto; entonces, a consecuencia de esto». Por ejemplo, el PIB per cápita de Andalucía era el 71,87 % de la media nacional para el quinquenio 1985-1991 y el 74,3% en 2019 (19.107 euros frente a 25.727). El primer dato corresponde a los cálculos que hizo el profesor Manuel Martín para la revista «Investigaciones Regionales» y cuando se compara con su valor cuarenta años después apenas varía en tres puntos. Si esto lo llevamos a una tabla clasificatoria resulta que en 1981 Andalucía era la penúltima región española en PIB por habitante y lo sigue siendo cuatro décadas después, sólo por delante de Extremadura. La posición puede incluso empeorar pues Extremadura ha recortado la distancia con Andalucía y ahora sólo está a 1,3 puntos de la renta andaluza. Un último apunte sobre esta magnitud. Andalucía lleva dos décadas pérdidas ya que entre 2000 y 2019 su PIB por habitante está atornillado en el 74% de la media nacional. La clave para entender esto es que el peso que la industria andaluza aporta al PIB regional es tres veces menos que lo que en promedio aporta el mismo sector al PIB español.

“Andalucía lleva dos décadas pérdidas ya que entre 2000 y 2019 su PIB por habitante está atornillado en el 74% de la media nacional”

Pero cuatro décadas no se pueden despachar a la luz única del PIB; sería de un reduccionismo inadmisible. Por ejemplo y dado que esta variable es una medida muy gruesa de la calidad de vida de las personas, bueno sería conocer otros indicadores utilizados internacionalmente. En este sentido, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo de la ONU incorpora la esperanza de vida en el cálculo de su Índice de Desarrollo Humano. En 1981 la esperanza de vida al nacer en España era de 75,6 años casi la misma que en Andalucía (74,6), cuarenta años después supera en España los 83 años pero los andaluces tienen una esperanza de vida de casi dos años menos (81,76). La esperanza de vida en términos relativos ha empeorado. De hecho, exceptuando a las ciudades de Ceuta y Melilla, Andalucía es la región española con menor esperanza de vida al nacer según el Instituto Nacional de Estadística.

La comparativa no deja a Andalucía en mejor lugar si se analizan los datos de desempleo. En 1980, la tasa de paro en Andalucía era la más alta de España 18,02 % superando en casi 5,5 puntos la media nacional. Cuarenta años después ha mejorado su posición en solo un puesto situándose mejor que Extremadura y dejando la tasa de paro en el 20,8 %. Esto es, el paro en Andalucía es ahora 2,5 puntos porcentuales superior al de hace cuatro décadas si bien la brecha con la media española ahora es mayor; de siete puntos. La diferencia la explica principalmente el paro femenino, mucho más acusado en Andalucía que en el resto de España.

“El paro en Andalucía es ahora 2,5 puntos porcentuales superior al de hace cuatro décadas si bien la brecha con la media española ahora es mayor; de siete puntos. La diferencia la explica principalmente el paro femenino, mucho más acusado en Andalucía que en el resto de España”

Sólo un par de apuntes más para no abusar de mi espacio. El 18 por ciento de la población española reside en Andalucía y el 16 por ciento de los pensionistas españoles son andaluces pero con una pensión que sólo alcanza al 89,6 por ciento de la pensión promedio que supone la pensión media en España. En este sentido el traspaso de las competencias de gestión económica de la Seguridad Social desde la Administración General al Gobierno vasco es un paso extraordinariamente grave. Primero porque es difícil de revertir sin tensionar las relaciones entre la Administración general y la autonómica llegado el momento. Segundo porque aunque el Gobierno vasco no tendrá capacidad efectiva para realizar cambios en las pensiones, más de cuarenta años de cesión al nacionalismo centrífugo sólo han redundado en detrimento de la igualdad entre españoles.

Andalucía cuenta con 276 entes dependientes, sólo superada por Cataluña (362), y muy por encima de otras regiones similares en territorio (Aragón cuenta con 93) o por población (Madrid tiene 145). Las administraciones locales andaluzas suman a las anteriores otras 1.606 entidades dependientes, de nuevo sólo superadas por Cataluña (1.839). Quizá en el frontispicio de cualquier despacho de los muchos responsables de promover el desarrollo económico debería colgar aquello que la reina roja decía a Alicia en el libro «A través del espejo» de Lewis Carroll, «Lo que es aquí, como ves, hace falta correr todo cuanto uno pueda para permanecer en el mismo sitio. Si se quiere llegar a otra parte hay que correr por lo menos dos veces más rápido».

*Catedrático de la Universidad de Sevilla y profesor de la Universidad Autónoma de Chile