Eutanasia

El obispo Córdoba cree que la regulación de la eutanasia parte de la “cultura de la muerte”

Para monseñor Fernández, los cuidados paliativos son la posibilidad de “mitigar e incluso eliminar del todo el dolor sin necesidad de eliminar la vida de la persona”

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El obispo de Córdoba, Demetrio FernándezlarazonEUROPA PRESS

El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, cree que la tramitación parlamentaria que ha puesto en marcha el reconocimiento del derecho a la eutanasia es “una nueva actuación de la cultura de la muerte” y “un nuevo ataque a la dignidad de la persona” que legaliza “el suicidio asistido”.

El prelado, en su texto titulado 'Matemos el dolor, no matemos al enfermo. Sobre la eutanasia que viene', se acoge a la doctrina de san Juan Pablo II en la carta encíclica 'Evangelium vitae', divulgada el 25 de marzo de 1995, sobre "el valor y el carácter inviolable de la vida humana".

En su carta semanal, difundida esta jueves por la Delegación de Medios de Comunicación Social de la Diócesis de Córdoba, Fernández apuesta por que "más que una ley de eutanasia hay que poner en marcha una línea de investigación y un objetivo de llegar a todos los que necesiten" cuidados paliativos.

A juicio de Demetrio Fernández, nadie debe verse "privado de tales medios y de la atención personalizada, cuando le llega la necesidad", circunstancia en la que "legítimo aplicar la sedación paliativa, donde se administran bajo control médico fármacos que eliminan el dolor".

Para el obispo de Córdoba, los cuidados paliativos son la posibilidad de "mitigar e incluso eliminar del todo el dolor sin necesidad de eliminar la vida de la persona".

"A nadie le está permitido matar a otro por ninguna razón", afirma Demetrio Fernández en su carta, en la que argumenta que "la atención al enfermo, por muy extrema que sea su situación y por muy altos que sean sus dolores, ha de estar inspirada por el amor a la persona, por el respeto a su dignidad humana, por el amor a la vida en toda circunstancia, y especialmente cuando esa vida es débil y vulnerable".

En todo caso, reconoce que "todavía en nuestra sociedad son miles de personas a los que no llegan tales cuidados, porque no hay presupuesto, ni medios ni personal dedicado a ello" y que tampoco "se trata de prolongar la vida indefinidamente y a toda costa, empleando medios desproporcionados para mantener esa vida al precio que sea".

En su opinión, "se puede caer por este camino en el encarnizamiento terapéutico, que en definitiva alarga el sufrimiento que padece el enfermo y quienes le rodean", por lo que es partidario de dejar que "la persona muera en su momento, sin que le falten los medios ordinarios, pero sin necesidad de recurrir a medios extraordinarios para prolongar aquello sea como sea".

El Congreso aprobó el pasado 11 de febrero una proposición de ley del Grupo Socialista para dar "respuesta jurídica, sistemática, equilibrada y garantista a una demanda sostenida de la sociedad actual como es la eutanasia".

La iniciativa auspicia, pendiente de tramitación legislativa, que pueda pedir ayuda para morir “toda persona mayor de edad y en plena capacidad de obrar informada y que se encuentre en los supuestos de enfermedad grave e incurable o de enfermedad grave, crónica e invalidante causantes de un sufrimiento físico o psíquico intolerables”.