Política

Moreno activa «la vía Feijóo»

El presidente andaluz suma a la moderación el sentimiento nacionalista de la región, en la línea de su homólogo gallego, tras arrebatar la bandera del andalucismo al PSOE-A después del 28F. Las encuestas le colocan como el político más valorado

Juanma Moreno y Alberto Núñez Feijóo, presidentes de Andalucía y Galicia
Juanma Moreno y Alberto Núñez Feijóo, presidentes de Andalucía y Galicialarazon

En febrero de 1994, 50 segundos y una escalera de madera fueron suficientes para robar «El Grito» de Munch en la Galería Nacional de Oslo. Pal Enger, que así se llamaba el ladrón, dejó una nota escrita: «Muchas gracias por la mala vigilancia». En febrero de 2020, en el 40 aniversario del 28F, Juanma Moreno culminó la «jugada maestra»: la ‘usurpación’ de la bandera del andalucismo al PSOE-A (tras abordar la del ecologismo con la «revolución verde» y antes de promover el 8M «de forma inclusiva»). El hito del 28F, apuntan fuentes populares, resulta igual o más difícil que el de alcanzar San Telmo. El golpe de «El Grito» fue planeado durante cuatro años. La estrategia centrista de Moreno viene de lejos y enlaza directamente con «la vía Feijóo», también como fórmula (cuando el presidente gallego venció a Fraga se habló del triunfo de «los del birrete» contra «los de la boina») para ahuyentar las ínfulas de Vox.

El tablero nacional vive una situación muy similar a la de 1980, como una partida de Jumanji postergada hasta la fecha tras una «tregua» de 40 años. Juanma Moreno, como Bobby Fischer en Washington Square, lleva tiempo preparando la jugada para mover el peón del alfil de la reina negra y construir una defensa siciliana ante el desequilibrio territorial. Juanma Moreno se ha convertido en el Feijóo del sur y la aspiración es que en no mucho tiempo –las encuestas obligan al presidente gallego a un hipotético pacto con Vox– el político de Orense sea considerado «el Moreno del noroeste». «Si tengo que optar entre el PP y Andalucía, siempre me voy a quedar con Andalucía», insiste Juanma Moreno. Exactamente lo mismo que repite Feijóo, al que tres mayorías absolutas le contemplan desde 2009, en relación a Galicia. Moderación y galleguismo o, en el caso de Moreno, andalucismo. La posición de ambos ha sido idéntica incluso en los conflictos internos del partido, de Rajoy a Alfonso Alonso pasando por una hipotética coalición electoral con Cs o la incontinencia política de Cayetana Álvarez de Toledo. La cesión de la gestión de la Seguridad Social al País Vasco ha encendido las alarmas. Los 4.000 millones de financiación autonómica y los 537 del IVA son ya un mantra en la Junta. También la no salida a los mercados, cuya prohibición sonó como un «quejío» y cuyo permiso parcial de la ministra Montero ha pasado con sordina. La bilateralidad con Cataluña escuece, máxime cuando el Estatuto de Andalucía contempla ese mecanismo aunque no se prevé activar en pos del «centrismo». Andalucía se muestra ante el resto de autonomías como «primus inter pares». Quiere ser «como la que más» pero iguales, en consonancia con el espíritu integrador del andalucismo. Moreno ya se ha ofrecido al resto de regiones para tratar la financiación, así sean de signo popular o socialista, caso de la Comunitat Valenciana. Todo ello, y en contraposición, con un PSOE prácticamente acomplejado con sus ex presidentes tras la sentencia de los ERE, cuya reivindicación del 28F quedó en un concurso escolar de dibujos, no entregó los Premios Clara Campoamor para el 8M y pretende que Pedro Sánchez no reciba a Juanma Moreno hasta que Susana Díaz se reincorpore.

La medalla Clavero Arévalo a Rafael Escuredo fue la guinda del pastel de la estrategia de acaparación del andalucismo por parte del PP-A. Juanma Moreno, tras décadas de esfuerzo de Javier Arenas para evitar el estigma del «Andaluz, éste no es tu referéndum» (incluyendo la adhesión sin miramientos a la reforma de 2007), ha conseguido que los conservadores lleven el pin verdiblanco sin necesidad de dar explicaciones. «Desde que soy presidente soy un activista andalucista, es mi obligación», señaló a El País; por más que de la existencia del andalucismo dude hasta uno de sus padres putativos, a falta de pruebas de ADN, como Rojas Marcos, según dijo en LA RAZÓN, y en vistas de la desaparición de facto del PA. En la gala del 28F, en la grada del Maestranza estaba Paco Lobatón, que en los 90 presentaba «¿Quién sabe dónde?» y en el teatro se comentó que más que para encontrar el sentimiento nacionalista andaluz –que en el acto quedó lucido, con bolas luminiscentes al final incluso– estaba presente en busca de la oposición a Juanma Moreno. Adelante está en su luchas trotkistas. El PSOE-A se ha quedado mirando el dedo que apunta a la luna, se ha quejado en voz baja de la usurpación de la figura de Escuredo –«Es patrimonio» socialista», señaló el secretario de Organización Juan Cornejo– y poco más, a la espera de un gran acto con Pedro Sánchez pospuesto por el permiso de maternidad de Susana Díaz.

La estrategia de Juanma Moreno está funcionado: PP, Vox y Cs consolidan su ventaja en las encuestas y, según los sondeos, pueden sumar mayoría de Gobierno. Moreno es el político más valorado de Andalucía. El electorado prefiere a Montero y Espadas como candidatos antes que a Susana Díaz. Al PSOE, el Gobierno «del cambio» se le está haciendo largo como un hilo de Twitter de Manuel Bartual. En esta red social, el presidente andaluz publicó una imagen con el presidente gallego en la calle Betis de Sevilla, con el texto: «Feijóo cambió a mejor el rumbo de su tierra hace 11 años. Es un ejemplo de buena gestión y de servicio público. Mantener lo que funciona siempre es la mejor elección. #GaliciaÉMoito y con Alberto tiene un futuro prometedor y de unidad». La vía Feijóo está en marcha en Andalucía.