Literatura
Leonardo Padura: «Necesito la cercanía con Cuba y sus conflictos. Si me voy, ¿de qué podría escribir?»
El Premio Princesa de Asturias de las Letras publica «Como polvo en el viento», una grandiosa crónica de los exilios cubanos
Leonardo Padura (La Habana, Cuba, 1955), Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2015, vive y escribe en la misma casa donde nació y eso enraiza su literatura con sus orígenes y su país. «Como polvo en el viento» (Tusquets) es su nueva novela, una grandiosa crónica de los exilios cubanos a través de un grupo de amigos que el paso del tiempo va deshaciendo.
¿Cómo nació el libro?
Le puedo decir de dónde nació: de mis obsesiones, de mis experiencias (las vividas y las aprendidas). También decir para qué nació: para hablar de los desarraigos y los arraigos, de la fuerza de la amistad y la complicidad frente a las tensiones personales, sociales, epocales de la dispersión y hasta la traición. Y entonces te digo cómo: de la idea de una foto de grupo. Creo que todos tenemos fotos de un grupo de amigos en la que unos están y otros se han perdido. Y me puse a escribir.
Recorre la historia de la Cuba del régimen de Fidel Castro, ¿qué queda de aquel mundo hoy?
Del mundo de 1959 queda el proyecto político que se estableció entonces. Del de 1989, la noción de que no se había llegado a dónde se quería, en términos sociales y éticos. Pero de todos esos mundos, en cualquier parte, quedan pocas cosas inalteradas. El mundo, todo el mundo, ha cambiado tanto en estas últimas décadas que es, de hecho, otro mundo. La revolución digital lo cambió todo, pues fue un salto de eras históricas. Aun así, en Cuba queda la misma estructura política de hace medio siglo y quizás eso provoque la ilusión de que las cosas no han cambiado, pero la sociedad de hoy es muy diferente.
Según dijo en una entrevista iba a titularse en principio «El clan disperso». ¿Por qué acabó en el título una canción de una banda norteamericana?
Porque la novela habla de personajes que son como polvo en el viento. Por eso… El título con el que trabajé por casi dos años, es el de una novela inconclusa de Alejo Carpentier, y los directivos de la Fundación me pidieron que no lo utilizara para no crear confusión con la posible publicación de un volumen con esos fragmentos… Y andaba sin título cuando, con un colega escritor, oímos la canción y fue como una iluminación… ahí estaba el grupo Kansas cantándome el título…
¿A cuál de sus personajes se siente más cercano?
Debo decirte que cercano a todos, como autor. Como persona, pues a Clara, la que permanece en su casa-caracol y se autoexamina en varios momentos de la novela.
¿Sintió alguna vez la pulsión de marcharse de su país?
Por supuesto. Me hubiera gustado a los 20 años vivir un tiempo en París. Y ahora, después de viejo, cuando voy a un lugar que me maravilla (la isla de Creta, por ejemplo), vuelvo a sentir esa pulsión. Pero es más un juego mental que una opción seria. Yo necesito la cercanía con Cuba y sus conflictos para escribir. Si me voy, ¿de qué podría escribir? No, a pesar de todos los pesares, no es una opción para mí.
Su generación tenía acceso a la universidad, pero esos estudios apenas les servían para vivir dignamente con su profesión. ¿Sigue siendo un país contradictorio? ¿En qué diría que ha cambiado más?
La lógica socio-económica cubana se rompió en 1990, cuando se hizo evidente que habíamos vivido en un estado socio-económico artificial, gracias a las subvenciones soviéticas. Pero al desaparecer la URSS y quedarse sola, Cuba sufrió un trauma económico del que no se ha recuperado y que provocó, entre otras cosas, que nadie pudiera vivir de su salario, si era un salario estatal. Y muchos profesionales se convirtieron en taxistas y maleteros de hoteles para ganar más dinero. La pirámide socio-económica se invirtió y ahora, justo ahora, están tratando de volver a ponerla en su sitio con medidas económicas que han demorado demasiado en implementar y que han provocado, por todo lo anterior, que muchos profesionales cubanos hayan emigrado en todos estos años.
Dibuja una época en la que lo peor es no saber en quién confiar. Esas dudas sobre los amigos y los seres cercanos erosionan a cada uno de ellos de una manera diferente, ¿diría que el verdadero éxito de una dictadura reside en que nadie se sienta seguro en su propia casa?
Sospechar de la fidelidad de otros siempre resulta agresivo. Conozco cubanos que después de 20 años en el exilio te juran que los están vigilando. Y por conocer esas reacciones es que me resulta tan extraño el hecho de que gentes de mi generación, que ya no somos niños, pase su vida exhibiendo sus intimidades (no físicas, espero) en las redes sociales, con una especie de exhibicionismo que me parece casi patológico.
Su historia alcanza hasta la visita de Obama en 2016. ¿Cómo ha cambiado la relación con Norteamérica con la llegada de Donald Trump?
Ha cambiado la relación de cercanía y diálogo, de encuentros e intercambios que potenció el Gobierno de Obama. Creo que hoy las relaciones están en el punto más bajo desde la crisis de los misiles de 1962.
En el epílogo, relata que hubo un largo proceso de escritura y reescritura. ¿Cuáles fueron las mayores dificultades?
Fue difícil montar la historia, la estructura, que es una especie de espiral en la que el tiempo avanza pero en ocasiones vuelve sobre sí mismo y pasa sobre los mismos acontecimientos, pero vistos desde otra perspectiva. Fue complicado la creación de varios personajes, especialmente los protagónicos femeninos (Clara, Elisa, Adela) precisamente porque son mujeres, con caracteres muy específicos y definidos. Resultó complicado moverme de un escenario a otro. Pero todo eso es lo normal. Escribir no es fácil y es más arduo cuando uno trata de escribir la mejor novela que es capaz y empeña en ello todo su esfuerzo. La literatura fácil suele ser eso, literatura fácil, y yo nunca he asumido la escritura como un ejercicio de llenar páginas.
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