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«Diario de una perdida»: feminismo de alta intensidad

La editorial El Paseo traduce por primera vez al español la polémica novela que Margerete Böhme publicó en 1905, un análisis ácido de la burguesía alemana que sigue hoy vigente

Fotograma de la película de 1929 protagonizada por Louise Brooks que sirve de portada al libro de Margerete Böhme
Fotograma de la película de 1929 protagonizada por Louise Brooks que sirve de portada al libro de Margerete BöhmeEl Paseo

Antes de que Virginia Woolf estableciera la premisa básica para la emancipación de la mujer escritora –una habitación propia y el sustento necesario para dedicarse a la escritura sin preocupaciones– en sus célebres conferencias de 1928 en Inglaterra, la literatura había ido dejando pequeños destellos para que quienes supieran ver, viesen. Una de esas «migas» que seguir la procuró Margarete Böhme (Husum, Alemania, 1867) en «Diario de una perdida». Böhme es uno de tantos nombres enterrados de la literatura: superventas en los primeros compases del siglo XX, su nombre se ligó a la polémica y al éxito al mismo tiempo con esta crónica de una adolescente de la burguesía alemana que fue llevada al cine hace un siglo. Los «felices años 20» estaban expirando cuando la estrella del cine mudo Louise Brooks protagonizó una película basada en ella –cuyo título se tradujo como «Tres páginas de un diario» y estrenada en septiembre de 1929–. Entre las traducciones a catorce idiomas de la novela, no estuvo el español, hasta ahora, cuando ha sido rescatada por la editorial El Paseo, traducida por Fernando González Viñas. Escrita en forma de diario, la autora la presenta como un relato autobiográfico verídico rescatado íntegramente por ella, en el que la joven Thymian Goteball relata sus vivencias íntimas. Esta fórmula fue entonces pionera, pero más lo fue el modo en que Böhme reflejaba las inquietudes y contradicciones de la sociedad burguesa alemana a través de los ojos de su protagonista, en lo que su traductor define como «feminismo de alta intensidad».

Un diario era el único lugar donde cabía expresar opiniones tan rompedoras y censurar el comportamiento masculino que manejaba a la mujer como instrumento para su placer y la denigraba una vez disfrutada. La mirada inicialmente inocente se va transformando conforme las páginas, y con ellas su vida, avanzan. La decadencia social de la joven lo marca un episodio repetido de violación en su propia casa, por parte de un amigo de la familia que alumbra el debate actual del consentimiento en las relaciones sexuales. Ella, menor de edad, y él, adulto empleado en la farmacia del padre, la convierte en su amante y cada noche acude a tener sexo con un cuerpo casi inerte, incapaz de rechazarlo por miedo. Su entrada abrupta en el mundo adulto se ve precipitada al tiempo por la realidad de un padre viudo que incluye entre las tareas obligadas de sus empleadas del hogar las visitas a su dormitorio.

El 1,2 millones de copias vendidas desde su publicación hasta 1920 permiten hacerse una idea del impacto de una novela que zarandeó los cimientos de la moral europea de la época. Que una mujer escribiera sin pudor sobre sus escarceos amorosos o acerca de cómo mercadeaba con su cuerpo para mantener una cierta posición suscitó una fuerte polémica e incluso el texto fue calificado de pornográfico. Pero el escándalo se esconde también en el pensamiento de su pléyade de personajes.

Parapetada en el supuesto diario, Böhme denuncia un mundo oscuro que transcurre a plena luz y en paralelo al «moralmente aceptable». Y no escatima detalles: abuso de menores, adulterio, maltrato o la doble moral religiosa desfilan sin tapujos. Todo ello fue suficiente para que el régimen nazi la persiguiera y lograra condenarla prácticamente al olvido, acusándola de perpetrar una reforma social. Y en cierto modo fue así, como apunta David González Romero en su acertada nota editorial, porque el libro abrió la senda para otras narraciones autobiográficas de escritoras alemanas para las que el fascismo supuso un muro infranqueable. Entre el dramatismo exacerbado y apuntes de episodios aparentemente inocuos trenza un alegato alto y claro sobre cuestiones que todavía hoy no están resueltas.