"Méritos e infamias"
La matraca
“Nadie con los Presupuestos aprobados y lo que queda por hacer realidad de lo prometido, entendería volver a las urnas por cuestiones meramente de partido”
Hubo una vez un señor de Murcia que supuestamente se saltó una lista de espera para vacunarse. Parece que fue así, que en lugar de esperar su turno, logró un Giro Copernicano y acabó dándole la vuelta al mapa político. Al menos ése es el relato que se ha impuesto desde que el PP y Cs comenzaron a darse codazos por ocupar espacios de poder que antes compartían. O quizás no, podría ser que sólo fueran un matrimonio bien avenido mientras el viento iba de cola. ¿Y no es así? Nadie puede poner en duda, después de los paseos por Fitur, que en Andalucía la dupla funciona sin necesidad de estar todo el día con la matraca de la convocatoria de elecciones. O bien porque Vox insiste en agitar el avispero o peor, porque Fran Hervías se une al carro de los populares sevillanos. De nuevo la realidad ficción, ese juego entre relatos (absurdo término) para crear un caldo de cultivo que la calle no tiene en su agenda.
Ni tiene sentido que Santiago Abascal vaya a San Telmo a quejarse de la situación de las fronteras españolas, que no son competencia de la Junta, ni tiene que haber una fractura en «Moreno & Marín asociados» por mucho que se trate de meter el palo en la rueda. Lo que esperan los andaluces está claro: acabar con el virus cuanto antes y que la economía remonte ya. Todo lo que no sea eso, a corto plazo, entra dentro de las fabulaciones, en los estratos de la peor maquinación, en las peligrosas ensoñaciones de los despachos.
Aunque las encuestas den buenos resultados al bloque conservador, nadie con los Presupuestos aprobados y lo que queda por hacer realidad de lo prometido, entendería volver a las urnas por cuestiones meramente de partido. Sería jugarse tontamente el cambio puesto en marcha hace menos de tres años y en el que nadie podía ni soñar mandando como mandaba el PSOE-A. Ni en el PP ni en Cs. Mejor mirar el presente y apuntalar un modelo andaluz que sólo ha balbucido sus primeras palabras. Todo lo demás es partir la baraja, y se acerca más a las ensoñaciones, a la ficción pura, a la España en 2050 de Pedro Sánchez. Es decir, a la nada.
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