Cultura

“Cuaderno de campo” de las “criaturas míticas” de la España profunda

Tres granadinos recogen desde la Santa Compaña al inaprensible Gamusino pasando por el Lobisome

Dibujo de la Santa Compaña, de la ilustradora Gloria Cuenca, incluido en "Criaturas míticas de España. Cuaderno de campo". EFE/Ilustración Gloria Cuenca / Editorial Edaf
Dibujo de la Santa Compaña, de la ilustradora Gloria Cuenca, incluido en "Criaturas míticas de España. Cuaderno de campo". EFE/Ilustración Gloria Cuenca / Editorial EdafIlustración Gloria CuencaAgencia EFE

La España profunda, parte de la cual ha dado en denominarse “España vacía”, podrá vaciarse de gente y de actividad económica pero no de mitos y leyendas, que permanecen cada uno en su sitio como demuestra el “Cuaderno de campo” titulado “Criaturas míticas de España”, que cataloga y ubica en el mapa a casi medio centenar de ellas.

La Santa Compaña, la Bicha de Balazote, el Conde Arnau, la Lavandeira, el Galtzagorri, el Lobisome, el Moro Mussa y hasta el inaprensible Gamusino forman parte de este curioso catálogo publicado por Edaf y llevado a cabo por tres granadinos, el historiador Fermín Valenzuela, el ingeniero y militar Manuel Ángel Cuenca, ambos de 32 años, y la ilustradora Gloria Cuenca, de 37.

Apasionados de la historia de España, los tres constituyeron la marca editorial Gestas de España con la que han firmado varias publicaciones sobre personajes históricos y momentos clave de la historia española, y ahora han decidido abordar la mitología más apegada a las tradiciones populares.

Manuel Ángel Cuenca ha dicho a EFE que con el paso del tiempo van perdiéndose muchas de estas figuras mitológicas que estaban muy presentes en generaciones pasadas y que, muchas de ellas, sólo perduran ya en recónditos rincones geográficos y en comarcas poco habitadas. Como ejemplo, basta pensar que el Coco, otra de las criaturas incluidas en este “Cuaderno de campo” pero que cada vez asusta a menos niños para que concilien el sueño.

Cuenca ha señalado igualmente que estas criaturas forman parte de la cultura popular y del imaginario colectivo, idea en la que insiste el popular presentador de televisión Iker Jiménez en el preámbulo de “Criaturas míticas de España” al asegurar que en este catálogo pueden descubrirse “leyendas que no lo son tanto”.

“En esta España de Quijotes y monstruos, de genios y olvidos, de milagros y tragedias, existen personajes que forman un catálogo único en el mundo”, escribe Iker Jiménez antes de concluir que todos ellos -como el Niño Blanco, el Tío del Bronce, el Descabezado y la Pantaruja- enseñan algo de los lugares que habitan y las gentes que los recuerdan.

El “Cuaderno de campo” incluye una clasificación de estos seres míticos por su naturaleza, ya sean antropomorfos, zoomorfos, mixtos, incorpóreos o directamente “inclasificables”, así como un mapa que los sitúa en cada una de las comarcas a las que pertenecen.

La mayor parte de ellos se concentran en el Norte de la Península, a lo largo de la cornisa cantábrica, aunque también los hay desperdigados por Albacete, como la Bicha de Balazote, una criatura entre el toro y el unicornio pero pacífica y amigable; por Murcia, como el “ratón colorao”, que sólo se deja ver por los niños más pequeños; o Sierra Nevada, como la Ondina, con forma de mujer sufriente que puede arrastrar al fondo de un lago a los varones que transiten solos y despistados.

Algo parecido hacen las Encantarias en los ríos y lagos de Aragón, donde cuidan de la pureza de las aguas, mientras que en León el Rebuñero puede convocar tormentas con truenos y rayos, y señala la tradición que el mejor modo de deshacer esas concentraciones de nubes negras es hacer sonar las campanas de las iglesias.

Los autores del “Cuaderno de campo” han relacionado la pervivencia de estos seres mitológicos con la de las coplas populares, muchas de las cuales protagonizan, como sucede con una mujer que en vez de ser mitad pez, como las sirenas, es mitad reptil y en las noches de la sierra avisa ella misma de su presencia con esta coplilla: “Yo soy la Tragantía / hija del rey moro, / quien me oiga cantar / no verá la luz del día / ni la noche de San Juan”.