Fiestas

La Hermandad de Huelva ya está en el camino al Rocío

Con más de 10.000 peregrinos, es la filial más numerosa de cuántas peregrinan hasta la aldea

Más de 10.000 peregrinos acompañan al Simpecado de la Hermandad de Huelva a su salida este jueves hacia la aldea almonteña de El Rocío (Huelva), siendo la filial más numerosa de cuántas hacen el camino. EFE/Julián Pérez
Más de 10.000 peregrinos acompañan al Simpecado de la Hermandad de Huelva a su salida este jueves hacia la aldea almonteña de El Rocío (Huelva), siendo la filial más numerosa de cuántas hacen el camino. EFE/Julián PérezJulián PérezAgencia EFE

La Hermandad de Huelva ha puesto rumbo al Rocío. A su Simpecado lo acompañan más de 10.000 peregrinos, lo que la convierte en la filial más numerosa de cuántas peregrinan hasta la aldea; 10.000 corazones que tras tres años de espera llegarán hasta las plantas de la Virgen del Rocío al son de un mismo latir, el de “Huelva, Huelva”.

“Quiero pediros que, como siempre, llevemos a la hermandad como sabemos, porque no hay una hermandad que vaya al Rocío como camina Huelva; que nos acordemos del que va al lado y le tendamos la mano”, con estas palabras de la hermana mayor, Desireé Márquez, arrancaba Huelva poco después de las 8:30 horas su camino desde su casa hermandad tras una multitudinaria misa de romeros cargada de emociones, fe, devoción y nostalgia por “todos los que se han ido” en esos dos años de vacío a los que ha obligado la pandemia.

Y dicho y hecho, a partir de ese momento, Huelva ha hecho gala de su discurrir elegante y señorial arropando a su Simpecado, dispuesto en su carreta de plata, con una caravana extensa, que abrían los miembros del grupo de tamborileros a los sones de la flauta y el tamboril, compuesta por 1.200 caballos, 57 carros tradicionales, 13 charréts y jardineras, 18 tractores de 12 metros, cinco carros cuadrados sin adornos.

Entre los caballistas jinetes y amazonas que lucen con garbo sus características chaquetillas blancas y sus sombreros con la cinta azul y blanca que distingue a la hermandad y tras ellos, los peregrinos, esos que abrazan al Simpecado en un auténtico acto de fe y cuya mayor parte hace suyo ese uniforme no institucionalizado de camisetas blancas y los conocidos como pañuelos de yerba.

Entre ellos va Daniel, quien a sus 43 años no puede evitar emocionarse sabiendo lo que le queda por vivir; estos dos años sin camino le van a permitir disfrutar una experiencia que presupone “de las más bonitas de su vida”: llegar hasta la Blanca Paloma, por primera vez, acompañado de sus tres hijos.

Como la de él, miles de historias cargadas de sentimientos, la de María, que vuelve a hacer el camino con “su hermandad de Huelva” y muchos recuerdos después de 15 años después de que la covid se llevará hace año y medio a su padre; o la de Beatriz, a quien la pandemia le ha enseñado que “hay que disfrutar del momento, del aquí y el ahora y vivir” y no ha dudado en volver este año al camino para ser partícipe de esa convivencia y hermandad que lo caracteriza.

Ella va en uno de esos carros tradicionales adornados con belleza, elegancia y ese saber que da la experiencia que tan característicos son la hermandad: flores de papel, flores reales, pinturas, maquetas... cualquier elemento sirve para dar vistosidad y alegría a un desfile que terminará mañana por la noche con su llegada a la aldea a través del barrio de Las Gallinas.

Hasta entonces quedan más de 36 horas en las que ya se han vivido momentos simbólicos como la ofrenda floral de la hermandad al monumento de la Virgen del Rocío situado en la Plaza del Punto al paso del Simpecado; la llegada de este, en su carreta de plata, a las puertas del Ayuntamiento de Huelva o su parada a las puertas de la Iglesia de la Concepción donde los romeros han tenido palabras de aliento por parte del obispo de Huelva, Santiago Gómez Sierra.

Esto es tan sólo el principio de un camino que supondrá la participación de la hermandad en la romería del “reencuentro”; el principio de cientos de vivencias y experiencias marcadas por una misma devoción, la que profesan a la Virgen del Rocío.

Vivencias y experiencias marcadas por lágrimas, por cantes y bailes, por plegarias y rezos, por olés y vivas, salves y cohetes y, sobre todo, por palmas al compás de “Huelva, Huelva”.