Cultura
“Eros de papel” revisa medio millar de títulos clandestinos hasta 1939
El catedrático Guereña demuestra con su investigación bibliográfica que la producción erótico-pornográfica existía en la España de la segunda mitad del XIX
La literatura erótica y pornográfica, pese a editarse entonces clandestinamente, tuvo un enorme vigor en España como revela “Eros de papel”, un estudio bibliográfico que revisa y cataloga medio millar de títulos publicados durante el siglo XIX y hasta el final de la Guerra Civil, 1939. Recopilados por el catedrático emérito de la francesa Universidad de Tours Jean-Louis Guereña, quien lleva más de cuarenta años dedicado al estudio de la historia social y cultural de España, cada uno de estos títulos cuenta en “Eros de Papel” con una ficha que incluye una descripción de la publicación, un resumen de su contenido y referencias sobre la edición y tirada, entre otras cuestiones de interés bibliográfico.
La mayoría de los títulos incluidos en “Eros de papel” están lo más alejado que se pueda imaginar de la corrección política, tan explícitos como su contenido en la mayoría de los casos, aunque algunos rozan lo poético, como “El jardín de Venus”, y otros parecen interpelar directamente al posible lector: “¡Jódeme!” Otros títulos juegan al equívoco, como “Los tres favores” o “El túnel de las delicias”, imitan la literatura viajera, como “El Tren Expreso en Joda”, aluden al romanticismo, como “Estragos del amor”, a la climatología, como “El calor hace joder”, a la historia, como “Escándalos romanos” o directamente lindan con la ciencia obstétrica, como “Speculum”.
El rasgo humorístico no sólo se refleja en los títulos de estos relatos, sino también en algunos de sus personajes, como el protagonista llamado “Francisco Jones” o un supuesto editor y librero especializado en estas literaturas secretas llamado “Felipe Lotas”.
CATÁLOGOS ANTIGUOS
El investigador cita títulos de los que se conoce su existencia por haber sido reseñados en otras publicaciones o en catálogos antiguos pero que no ha podido tener entre sus manos ni localizar en ninguna biblioteca, y en numerosas ocasiones habla de ejemplares “únicos”, como el titulado “Diez años de la vida de una mujer” o una parodia erótica de “La verbena de la paloma”, con el mismo título de la zarzuela.
Consciente de que deben quedar muchas otras publicaciones por descubrir e inventariar, por la propia naturaleza de estas ediciones que nacieron en la clandestinidad, que fueron perseguidas y conservadas a escondidas por sus propietarios cuando no destruidas, Guereña demuestra con su investigación bibliográfica que la producción erótico-pornográfica existía en la España de la segunda mitad del XIX.
También que estas publicaciones en ese periodo y en el primer tercio del siglo XX “era más variada y extensa que lo que se podía pensar en un primer tiempo, por desconocimiento”. Y que las hubo bien antiguas, como el ejemplar atesorado en la Biblioteca Nacional titulado “Las putas y alcahuetas de Madrid”, de 1839, “misteriosamente salvado y conservado” durante casi dos siglos.
Publicada por la sevillana editorial Renacimiento, “Eros de papel”, con sus casi 800 páginas, entre las que se reproducen algunas ilustraciones pornográficas de época en color y en blanco y negro, lleva el extenso subtítulo de “Un infierno español. Un inventario de las publicaciones eróticas clandestinas (siglos XIX-XX)”.
“Infierno” hace referencia al lugar, más escondido que disimulado, que se reservaba en las bibliotecas particulares a este tipo de publicaciones, hasta el punto de que Guereña señala el caso de un coleccionista que conservó cientos de novelas pornográficas, cromotipias y postales sicalípticas en el interior de varios tomos de “El año cristiano” que había dejado hueco previamente.
“UN INFIERNO ESPAÑOL”
La investigación bibliográfica también lleva el subtítulo de “Infierno” en honor a “Un infierno español”, título que llevó la primera bibliografía de esta índole confeccionada por Guereña en 2011, si bien aquella reunía 230 títulos, menos de la mitad que la de ahora.
El profesor considera que confeccionar una bibliografía de este tipo es siempre un “trabajo en proceso” que rara vez se dará por concluido, ya que la propia naturaleza de estos libros y folletos, de los que en la mayoría de los casos se desconoce si la tirada fue amplia o exigua, los destinaba a una vida secreta, a permanecer escondidos, cuando no a ser destruidos tras una breve existencia. Las relaciones de las subastas de bibliotecas particulares y los catálogos de librerías anticuarias han sido fuentes de esta bibliografía, y su autor dedica un epígrafe a “Un mercado internacional del libro erótico. Libreros y coleccionistas”, con mención a la biblioteca del cineasta Luis García Berlanga, una “colección de casi 3.000 libros de temática galante, erótica y pornográfica” que reunía ediciones francesas, inglesas y alemanas además de españolas y que fue subastada tras su fallecimiento.
También cita Guereña los trabajos lexicográficos y enciclopédicos de índole erótica llevados a cabo por el Nobel Camilo José Cela, la “insuperable colección” del empresario suizo Gérard Nordmann, la biblioteca del banquero húngaro Tony Fekete, los fondos del librero londinense Carl Williams o las colecciones de Julio Mario Santo Domingo Braga, “un riquísimo heredero colombiano, sin duda un tanto aburrido pese a su inmensa fortuna, y coleccionista de temas transgresores”.
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