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Medioambiente

La recuperación de Doñana, un espejismo

Las lluvias de este año no han conseguido recargar el acuífero, que en la parte más al oeste está desviando agua fuera del parque

Marismas de Doñana junto al poblado de El Rocío (Almonte) Huelva Efe

El Espacio Natural de Doñana luce esta primavera esplenderoso por las intensas lluvias registradas en el presente año hidrológico. Desde el 1 de septiembre se han acumulado más de 600 litros por metro cuadrado sobre el parque, lo que ha resucitado marismas y lagunillas, algunas totalmente diezmadas por la larga sequía que ha arrastrado la comunidad andaluza casi nueve años consecutivos. A simple vista, Doñana parece haber resucitado de un estado casi comatoso producido por la falta de precipitaciones, las extracciones de agua para el regadío intensivo y los efectos del turismo en la zona de Matalascañas.

Pero la realidad que esconden sus acuíferos es otra. Aunque ha llovido mucho esta primavera, no ha sido suficiente para recargar la gran masa de agua subterránea de Doñana, de casi 2.600 kilómetros cuadrados, que se extiende más allá de esta Reserva de la Biosfera.

Los acuíferos de Doñana son esenciales por su papel en el ecosistema, alimentando lagunas, ríos y manantiales, y por su importancia para la fauna y flora del parque, especialmente en los periodos de sequía ya que ayudan a mantener la humedad. Además, son una importante fuente de agua dulce, que se utiliza para el consumo humano, la agricultura y la industria.

Si bien es cierto que está siendo un año húmedo, investigadores de la Universidad de Huelva alertan de que los acuíferos no se han recuperado y que no lo harán en años posteriores, aunque estos también sean húmedos porque la situación es más crítica de lo que se pensaba. El estudio –que firman Manuel Olías, María Dolores Basallote, Carlos Cánovas y Cristina Pérez-Carral– ha analizado la evolución del acuífero y ha descubierto un «profundo cono de depresión» en la zona oeste que ha llegado a desviar el agua que debería haberse dirigido al área protegida, en concreto, al arroyo La Rocina, uno de los aportes clave de agua para las marismas de Doñana.

Como explica el catedrático del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Huelva y autor principal del estudio, Manuel Olías, el acuífero de Doñana está dividido en seis masas de agua, de las que cinco (Almonte, La Rocina, Manto Eólico Litoral, Marismas, Marismas Doñana) dependen de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) y una sexta, Condado, de la demarcación Tinto-Odiel-Piedra. Según Olías, se ha descubierto que la masa de agua situada más al oeste, la del Condado, está restando agua a algunos ecosistemas del Espacio Natural.

«Hemos detectado que los descensos en el agua son mucho más extensos y que la masa del Condado, que no se había estudiado antes porque se creía que no influía en el entorno del Parque, está en tan mal estado que está afectando y desplazando la línea divisora del agua subterránea, de forma que está restando el aporte que debería llegar al arroyo de la Rocina», advierte el profesor. Olías apunta que una parte de agua que debería estar llegando a este arroyo, ahora se va para el Condado, con consecuencias negativas para el Parque.

«Esto no se sabía y no se ha tenido en cuenta en el marco de actuaciones del Plan de Doñana», acordado entre la Junta de Andalucía y el Gobierno central, precisamente, para restablecer el equilibrio hídrico de este humedal, apunta Olías.

Actualmente, están declaradas en mal estado cuantitativo, por sobreexplotación, las masas de Rocina, Almonte y Marismas. Y en mal estado químico, por contaminación, Rocina y Condado. «Lo que decimos es que Condado también está sobreexplotada y que se debe tener en cuenta en el plan de Doñana», así como debería tenerse en cuenta la contaminación que sufre, junto con Rocina, por los fertilizantes y pesticidas derivados del regadío. «Echo en falta actuaciones en este sentido en el plan de la Junta y el Gobierno», apostilla Olías.

Los autores del estudio apuntan que “se puede y debe” recuperar el acuífero, aunque aclaran que las actuaciones son a largo plazo y que se tardarán años en ver los resultados. Además de reducir las extracciones ilegales de agua y reducir los contaminantes, los investigadores apuntan a otras medidas como la recarga artificial del acuífero.

Además, pide temer a las administraciones una «visión global» para poder abordar el problema en su conjunto. «La gestión administrativa de la masa subterránea de agua, dividida entre la CHG, por un lado, y la demarcación Tinto-Odiel-Piedras, por otro, unido a la complejidad hidrogeológica de la zona, se ha traducido en una falta de visión global a la hora de tomar decisiones y que ha sido determinante para que los descensos de nivel en el acuífero hayan pasado desapercibidos», denuncian los autores.