La costa de Cádiz

Historias y leyendas en torno a la playa de Los Alemanes

Desde refugio de nazis tras la II Guerra Mundial a objeto de fascinación para el despegue turístico en la provincia gaditana

Los casi 1.500 metros de playa en la pedanía de Zahara de los Atunes enamora a sus visitantes
Los casi 1.500 metros de playa en la pedanía de Zahara de los Atunes enamora a sus visitantesJMR

Si hay playas en la costa de Cádiz que, en toda su extensión, respondan fielmente al cliché de «un regalo para los sentidos», esas se encuentran en Zahara de los Atunes. En este pueblo marinero, pedanía de Barbate y cuyos orígenes están íntimamente ligados a la pesca del atún rojo desde la dominación romana, se dibujan perfiles auténticamente paradisíacos, con arenas doradas y aguas cristalinas que nada tienen que envidiarle a las del Caribe.

Playas que, más allá de su extraordinaria belleza y atractivo turístico, guardan historias/leyendas que, incluso, las han llevado a tener un sobrenombre por hechos que tiempos atrás pudieron acaecer en sus aguas y entorno.

Esto es lo que le sucede a una de sus playas más emblemáticas y conocidas por quienes gustan de disfrutar de baños en rincones singulares, únicos. Playa de Cabo de Plata o playa de Agua en medio, a la que zahareños y visitantes también conocen con el sobrenombre de Los Alemanes. Con una longitud aproximada de 1.500 metros, los argumentos para llamarla así son dos.

El primero, que presuntamente allí se refugiaron muchos nazis cuando llegó a su final la Segunda Guerra Mundial. Alemanes que, según cuentan, procedían de las tripulaciones de los submarinos que se desplazaron hasta la zona a repostar y permanecieron en esta franja del litoral gaditano para vigilar los barcos militares que se movían por el Estrecho de Gibraltar. Nazis que, en tiempos en los que hablar de turismo en Zahara de los Atunes y la provincia de Cádiz era casi una ficción, se habrían asentado en la ladera de la Sierra de Plata, casi a orillas del mar, ajenos al día a día de los zahareños.

Aquí, en un contexto de neutralidad/amparo de la dictadura de Franco y en un escenario marcado por los devastadores efectos de la Guerra Civil, los militares alemanes podrían haber encontrado su particular refugio, algo a lo que se refiere en su novela «Playa de los Alemanes» el historiador Javier Compás: «En esa preciosa cala vivieron alemanes refugiados tras el término de la Segunda Guerra Mundial». Hecho que también abordó el documental «Playa de los Alemanes», de Johannes Hofman y Daniel Marí, en el que no se resolvieron las dudas en torno a que esta zona sirviese de refugio nazi y se abordó la hipótesis de que pudiese ser una de las «paradas» de Odessa. Organización de antiguos miembros de la SS que pusieron en marcha grupos nazis para, tras la Segunda Guerra Mundial, ayudar a escapar a miembros de la SS desde Europa a países donde estuviesen a salvo, sobre todo sudamericanos.

Este punto pudo ser parte de una ruta de fuga que comenzaba en Valencia y Madrid para, finalmente, desde Algeciras y Tánger cruzar el charco a destinos como Brasil, Chile, Uruguay, Argentina y Paraguay. Eso sí, lo que apunta dicho documental es que en la ladera de la Sierra de Plata vivieron tres familias nazis acaudaladas, cuyos descendientes dejaron la zona décadas después.

Cierto o no, la web de turismo de la localidad señala que «ha habido mucha leyenda negra, como que numerosos nazis se refugiaron en casas y villas blindadas del Cabo de Plata con el beneplácito del anterior régimen»; los orígenes del desarrollo turístico del destino están ligados a los alemanes y a la fascinación que les generó playas como la de Cabo de Plata. «En la década de los sesenta –apunta la web– un grupo de alemanes se presentó en el despacho de Álvaro Domecq, que por aquel entonces era el presidente de la Diputación. Pues bien, se plantaron ante él y le comentaron su intención de realizar una fuerte inversión en Cádiz, en concreto en Zahara de los Atunes». «El hombre –añade– quedó perplejo y sorprendido porque era la primera vez que se proyectaba una inversión de tanta envergadura turística en Cádiz. Pero lo que aún le extrañó más es que se realizara en un sitio inhóspito como Zahara de los Atunes, que estaba continuamente azotada por los vientos de levante y poniente. El hombre se vio en la obligación de informales: ‘¿Han tenido ustedes en cuenta los vientos?’. Estos les respondieron: ‘Al levante y al poniente se está sanísimo».

Así, de una manera u otra, hablar de Zahara de los Atunes y de una de sus playas en particular es hablar de los alemanes.