Cultura

La “Antología del grabado flamenco. De Rembrandt a Van Dyck” en el Bellas Artes de Córdoba

La muestra enseña la evolución para la historia del arte europeo y universal que ha permitido esta técnica

El delegado de Cultura de la Junta en Córdoba, Eduardo Lucena (dcha.), visita la muestra 'Antología del grabado flamenco. De Rembrandt a Van Dyck'. JUNTA DE ANDALUCÍA
El delegado de Cultura de la Junta en Córdoba, Eduardo Lucena (dcha.), visita la muestra 'Antología del grabado flamenco. De Rembrandt a Van Dyck'. JUNTA DE ANDALUCÍAJUNTA DE ANDALUCÍAJUNTA DE ANDALUCÍA

El Museo de Bellas Artes de Córdoba ofrece al público una nueva exposición con el título Antología del grabado flamenco. De Rembrandt a Van Dyck, según ha informado el delegado de Cultura, Eduardo Lucena.

Lucena se ha referido a la importancia de la técnica del grabado para la pintura y la cultura europea en particular y la evolución de la historia del arte universal.

La muestra consta de sesenta obras pertenecientes a la colección privada de Francisco Fernández Pardo, historiador que como coleccionista y por su constante actividad intelectual, es uno de los mejores conocedores y defensores del patrimonio artístico español. La exposición se exhibe en las salas I y III del Museo, hasta el 11 de diciembre de 2022.

El delegado ha resaltado que la muestra “realiza un acercamiento, científico y didáctico al fenómeno de la difusión de imágenes a través del grabado”. Igualmente recoge el momento histórico, que comenzó a mediados del siglo XV, y el ámbito territorial donde tuvo relevancia, los países flamencos.

Esta técnica de uso complicado, conoció gran difusión desde mediados del siglo XV y fue claramente determinante en el proceso de generalización y globalización del arte, debido a la influencia e interacción entre los artistas que utilizaban la técnica.

En los comienzos, las estampaciones de imágenes se hacían a partir de dibujos realizados a buril sobre planchas de madera (xilografía). Ya en la segunda mitad del XVI, se generalizó el uso de la plancha de metal (calcografía o talla dulce), que permitía una mejor perdurabilidad del soporte y difusión de los ejemplares a estampar.

Esta innovación en el arte se vio igualmente favorecida por el invento de la imprenta y de otros avances técnicos que posibilitaron el uso de amplio instrumental que permitía obtener una plasmación más exacta de la realidad.

Estos artistas que destacaron en la técnica del grabado predominaron en centros urbanos de los Países Bajos como Amberes, Amsterdam y Bruselas .En la primera, destacará la figura de Hieronnymus Cook (1510-1570), que funda un taller en el que se perfeccionaron autores como Pieter Brueghel, entre otros. Philip Galle (1537-1612), gran admirador de Durero, será otro de los destacados.  También la familia Collaert, los hermanos Wierix, Hendrick Goltzius o Crispin de Passe.

En el siglo XVII, Amberes posibilitó el nacimiento del gran taller de Cristóbal Plantino, secundado por los Moretus, el mayor centro de estampación de toda Europa, cuyas máquinas y planchas permitían grabar en grandes formatos.

Destacan otras urbes como Dresde o Nuremberg en Alemania, donde resalta el trabajo de Alberto Durero, Bolonia, Florencia o Venecia en Italia y París en Francia.

En estas ciudades se crearon talleres donde se formaron aprendices del oficio y se constituyeron dinastías de grabadores, entre los que nació la conciencia de ser auténticos artistas y no artesanos, reivindicando su inscripción en las incipientes academias al lado de los pintores y escultores. En este momento comienzan a aparecer en las estampas las firmas de sus dibujantes, grabadores y editores.

Paralelamente, artistas no vinculados al negocio de la estampación, como Rembrandt o Van Dyck, lo utilizaron como vía complementaria de expresión, mientras que por su desarrollo técnico, el grabado puso de relieve su admiración por el influjo italiano y el mundo romano, lo que supuso también la generalización de la conciencia renacentista.

Esta técnica revolucionó las artes al tratar temas religiosos y otros profanos o mitológicos, lo que convirtió las obras en herramientas de transmisión cultural de ideas y estilos laicos en Occidente.