Turismo de naturaleza

El pueblo de Aragón que ha cautivado a National Geographic y que pocos han visitado

El pueblo aragonés que deslumbra con sus formaciones rocosas y se ha convertido en un referente mundial para los escaladores y amantes de la aventura

Riglos, Aragón
Riglos, AragónTurismo de Aragón

Para nadie es un secreto que Aragón está lleno de paisajes espectaculares y pueblos de otra época. Sin embargo, mientras localidades como Alquézar o Aínsa suelen protagonizarlos listados de los destinos más bellos de la comunidad, hay rincones menos conocidos que no dejan indiferente a quienes deciden darse un paseo por allí. Uno de ellos, de hecho, ha conseguido llamar la atención de National Geographic, que lo ha señalado como un lugar imprescindible para los amantes de la naturaleza y la aventura.

Ubicado en el Prepirineo aragonés, este pequeño pueblo llamado Riglos esconde un paisaje digno de película. Gigantescas formaciones rocosas se alzan sobre el río, moldeadas por el tiempo y la erosión. Su singularidad no solo ha conquistado a exploradores y senderistas, sino que también es un referente en el mundo de la escalada.

Los Mallos de Riglos

A primera vista, este lugar podría pasar por un escenario de fantasía. No obstante, es el resultado del trabajo de la naturaleza durante millones de años. Esta localidad debe su fama a los Mallos de Riglos, unas formaciones de roca conglomerada de entre 200 y 300 metros de altura que se alzan con imponencia.

El color rojizo de estos gigantes cambia con la luz del sol a lo largo del día, ofreciendo un espectáculo visual en constante transformación. Pero más allá de su belleza, los Mallos de Riglos son un desafío para los escaladores de todo el mundo. Desde mediados del siglo XX, estas paredes verticales han sido un campo de entrenamiento para alpinistas de élite y un destino soñado para quienes buscan probar su resistencia y habilidad en una de las rutas más exigentes de España.

Los senderistas encuentran aquí rutas como el Camino del Cielo, un recorrido circular que rodea los mallos y regala vistas impresionantes del valle del Gállego. Este sendero permite disfrutar del espectáculo natural sin necesidad de cuerdas ni mosquetones, siendo accesible para cualquier persona con ganas de caminar y maravillarse con el paisaje.

Además, Riglos es un punto clave para los amantes de la ornitología. En sus acantilados anida una de las mayores colonias de buitres leonados de Europa, convirtiéndolo en un lugar privilegiado para la observación de aves. Aquí es posible ver majestuosos quebrantahuesos, alimoches y águilas reales surcando el cielo.

El reconocimiento de National Geographic

Pocos lugares logran captar la atención de una publicación tan prestigiosa como National Geographic, pero Riglos lo ha conseguido. La revista lo ha comparado con destinos icónicos como los Dolomitas o las Montañas Rocosas, destacando su impacto visual y su valor geológico y deportivo.

En uno de sus artículos, National Geographic describe la llegada a Riglos como: “La primera visión de los Mallos de Riglos es sobrecogedora, especialmente si se llega a bordo del Canfranero, atravesando un paisaje que parece sacado de otra era”. Este reconocimiento ha posicionado al pueblo como un posible referente del turismo de aventura, atrayendo cada vez a más viajeros.

Riglos está a tan solo 50 kilómetros de Huesca y es accesible por la carretera A-132, aunque una de las formas más especiales de llegar es en tren. El Canfranero, con su recorrido serpenteante por valles y montañas, ofrece una de las experiencias ferroviarias más bonitas de España, haciendo que el trayecto forme parte de la aventura.

La mejor época para visitar Riglos es la primavera y el otoño, cuando las temperaturas son agradables y la afluencia de turistas es menor.