Salud
Los europeos viven más pese a sus adicciones
La esperanza de vida crece a pesar de tener uno de los mayores consumos en tabaco y alcohol, según la OMS
La expectativa de vida ha aumentado en Europa a pesar de ser la región del mundo con uno de los mayores consumos de alcohol y tabaco, informó la Organización Mundial de la Salud (OMS) al presentar en Londres su último estudio sobre la región europea.
Según el informe europeo de salud, que se publica cada de tres años, los europeos han incrementado su expectativa de vida un promedio de un año en los últimos cinco, hasta 77,9 años, y han reducido también la mortalidad prematura, si bien «persisten los riesgos y las diferencias entre países».
«Es aún muy alta», de 11,5 años, la diferencia entre los países con la mayor expectativa de vida -Luxemburgo, 83,1 años- y la menor -Moldavia, con 71,65-, dijo en una rueda de prensa Claudia Stein, directora de la División de información, datos, investigación e innovación de la Oficina regional de la OMS para Europa.
Con una longevidad de 82,97 años, España sigue estando entre los países de vida larga, en base a datos de 2015.
La razón del incremento de la expectativa de vida y el descenso de la mortalidad en un 25 % en 15 años en Europa es sobre todo «la inversión, aunque todavía desigual, en los sistemas de salud», «la mejor gestión» de las enfermedades y los estilos de vida más saludables, señaló la experta.
Stein alabó las mejoras efectuadas en la región europea, que comprende 53 países con 900 millones de personas, desde la puesta en marcha en 2012 del plan Salud 2020, dirigido a cumplir los objetivos de bienestar de la ONU para 2030, pero alertó de que «sigue habiendo una serie de riesgos que amenazan con revertir los avances».
Los principales peligros para la salud de los europeos son el tabaquismo, el consumo de alcohol, la obesidad y el sobrepeso, así como la insuficiente vacunación infantil en algunos países, que por primera vez en años ha causado muertes por enfermedades como la rubeola o el sarampión.
Sobre las inmunizaciones, Stein lamentó que hay «mucha desinformación» en algunos países, donde los padres aún creen, basándose en informes médicos «actualmente desacreditados», que ciertas vacunas están ligadas al autismo.
En otros territorios, como Ucrania, el bajo nivel de vacunaciones responde en cambio «a una falta de existencias por la situación de agitación civil», explicó.
El alto consumo de alcohol y tabaco sigue siendo una lacra para Europa, aunque, al contrario que la obesidad, se registra «una ligera tendencia a la baja», señaló la doctora.
El país con un mayor índice de tabaquismo es Grecia (43,4 %), y el de menor Uzbekistán (13,3 %), mientras que en España la prevalencia es de un 30,3 % a partir de los 15 años.
Lituania es el Estado donde más se bebe, con 15,04 litros de «alcohol puro» «per capita» por año a partir de los 15 años, y la antigua república yugoslava de Macedonia donde menos, con 1,03 litros.
En España, el consumo anual medio por persona es de 9,25 litros de «alcohol puro», según estos datos.
Stein instó a los Gobiernos europeos a erradicar estos malos hábitos mediante «impuestos y legislación» y a impulsar cambios de estilo de vida entre la población, que en muchos casos bebe o fuma «por cuestiones culturales» y a menudo también «vinculado al nivel de pobreza».
La representante de la OMS avisó en particular del peligro que supone en Europa el incremento de la obesidad, en especial entre los niños, puesto que va ligado a «numerosas enfermedades, como diabetes o cardiovasculares».
La tasa de sobrepeso aumentó del 55,9 % de la población en 2010 al 58,7 % en 2016, siendo más prevalente entre los hombres, y la de obesidad pasó de un 20,8 a un 23,3 %, con mayor incidencia entre las mujeres.
El informe resalta que, pese a todo, los países europeos disfrutan en general de un alto grado de «satisfacción vital», una nueva medida que contempla la OMS, que ha impulsado una iniciativa para incluir en sus análisis no solo estadísticas, sino también datos «subjetivos».
De cara al futuro, Stein pidió a los países unificar la recopilación de datos para poder computar factores cualitativos clave para la salud como el bienestar de las personas, el sentido de pertenencia, el arraigo en la comunidad o la sensación de control sobre la propia vida. EFE
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