Ramón Tamames
El nuevo discurso del método
“Alea jacta est”: un amplio sector de las Naciones Unidas, 70 sobre 193, han manifestado, como Julio César al cruzar el Rubicón, que la suerte está echada. No caben eufemismos ni falsas ilusiones, sino aceptar la evidencia del nuevo Informe del IPCC (Panel Internacional sobre Cambio Climático), en el sentido de que, si no se actúa más contundentemente, llegaremos en 2100 (“a la vuelta de la esquina”) a una temperatura superior entre 5 y 7ºC en el planeta Tierra, lo que hará imposible la vida como hoy la disfrutamos. Más concretamente, el Acuerdo de 2015 sólo entrará en vigor en 2020 y, si todo sigue igual, en 2050 habremos superado los dos grados de temperatura sobre la preindustrial aceptados en París; en una carrera loca a la catástrofe, por los insuficientes planes nacionales de recorte de emisiones de GEI (gases de efecto invernadero). En definitiva, hay que revisar el Acuerdo, con metas más ambiciosas en la transición energética, abandonando totalmente los combustibles fósiles. Y, sobre todo, el problema de la conferencia de Nueva York, recién terminada, radica en que los tres países más contaminantes del mundo no están por la labor. EE UU podría retirarse del Acuerdo de París; China todavía hace valer su contaminación GEI per capita en la mitad que EE UU; e India depende sobremanera del carbón al que no se quiere renunciar. Se trata de una suma de 1.400+1.300+330 millones de personas –China, India y EE UU, respectivamente—, con un total de 3.030 millones; algo más del 40 por 100 de la población mundial, que aún no han tomado conciencia de estar ante el problema más vital de todos. Nos preguntamos, para terminar, cuándo despertarán del sueño energético fósil los negacionistas y retardatarios... ¿Lo harán antes de que su ensoñamiento crecimentista se convierta en una pesadilla irreversible? Esa es la duda fundamental, contra el nuevo discurso del método.
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