Industria de Moda

Fibras de alpaca, eucalipto y cáñamo «tejen» la moda eco

Las alpacas pacen como si estuvieran segando el pasto y la morfología de su pezuña le impide destrozar el terreno, según Alcapa Trax
Las alpacas pacen como si estuvieran segando el pasto y la morfología de su pezuña le impide destrozar el terreno, según Alcapa Traxlarazon

Cada vez más personas albergan en sus armarios alguna que otra prenda sostenible. La importancia que está cobrando este sector se refleja en el último estudio del Comité Consultivo Internacional del Algodón (ICAC). Así, aunque sólo representa el 4,3 por ciento de la producción total de algodón, la tendencia es clara si se compara con el 0,4% que representaba en 2010. Pero, tras este tejido, el más común, hay un gran abanico de fibras que «tejen» la moda sostenible. Una de las novedades de este año en Biocultura, que se celebra del 12 al 15 de noviembre en Ifema (Madrid), es el hilo de alpaca producido en Cantabria. En concreto en las dos únicas granjas de este camélido que hay en nuestro país: la de la Tierruca y la del Alto Pas, dos familias, que se embarcaron en este proyecto pionero en España y que juntas han constituido la compañía Alpaca Trax. Este mamífero es un animal propio de los Andes, pero su gran capacidad de adaptación explica que desde hace unos años se haya introducido en «Australia, Reino Unido y Francia», explica Beatriz Valdivia, la responsable de Planeta Moda de la citada feria.

Pilar y Paco, de Alpacas de la Tierruca, se embarcaron en este proyecto en el año 2011. «Los dos trabajábamos en una empresa y las cosas no iban muy bien. Así que como teníamos una finca empezamos a tantear qué podíamos hacer. Miramos agricultura ecológica, pero como queríamos compatibilizar nuestro trabajo nos decidimos por dedicarnos a las alpacas», explica Paco que había estado años atrás en Perú donde pudo ver in situ granjas de alpacas.

Hoy en la granja Alpacas de la Tierruca tienen unos 20 ejemplares, entre adultos y crías. «Comen forraje verde y seco, así como pienso. Los machos alcanzan la madurez sexual a los dos años y medio o tres, las hembras, en cambio, al año», explica Paco.

Once meses de gestación

A pesar de tener un embarazo largo, once meses, suelen tener una cría al año y habitualmente paren desde que empieza a amanecer hasta las tres de la tarde. Y pueden tener crías hasta que tienen 15 o 16 años. Y eso que viven sólo hasta los 20 o 25 años, según los datos facilitados por el copropietario de la granja.

La fibra que dan estos camélidos es resistente, suave y ligera. «Además es hipoalergénica, por lo que es muy bueno para ropa de bebé y para personas con problemas de pieles atópicas», hace hincapié Valdivia.

«La mejor fibra es la del primer esquilado que se puede hacer a partir de que la alpaca tiene cinco o seis meses. Es la más fina», precisa el copropietario. Se les esquila en primavera y de media «se obtienen seis kilos de fibra de un adulto y de una cría de siete meses, unos tres», explica. Tras el esquilado toca lavar la fibra, secarla, abrirla porque se queda apelmazada, peinarla, hilarla y luego por último tejerla. La mayoría del proceso lo hacen en Cantabria y también mandan una cantidad a Francia para su hilado.

En cuanto a las ventas, se dedican sobre todo al mercado nacional, aunque también «hemos mandado a Turquía porque nos hicieron un encargo». Y es sólo por petición cuando añaden color. «La alpaca da hasta 22 tonos de color de forma natural entre el blanco, negro, marrón y gris. Salvo por encargo, a nosotros no nos gusta teñir. Además, resulta más caro».

Pero en los casos en los que sí lo hacen utilizan tintes naturales libres de químicos. «En moda sostenible se utiliza la cebolla para obtener brillantes tonos anaranjados, amarillos, rojos y marrones. Del azafrán y de la granada aportan los naranjas y amarillos. Del índigo, que fue la única fuente de tinte hasta 1900, se obtienen tonalidades azules, de la rubia tinctorum, rosas y rojos intensos y del haritaki, los tonos verdes oliva y mostazas», explica la responsable de Planeta Moda.

Estos mismos tintes se emplean también para teñir el resto de fibras, como la de «bambú, que es hipoalergénica y de tacto suave y que en su mayoría viene de Asia, el cáñamo, que es un material resistente, la seda y el tenzel. Éste último es el nombre comercial con el que se conoce la fibra de eucalipto. La mayoría se produce en Asia y se comercializa en Alemania», explica Valdivia. A estos tejidos hay que añadir «la de ortiga, la de soja, ambas de tacto suave, así como la flor de loto, que es una fibra similar al bambú y se produce en Camboya».

Y también, también se utilizan para dar color al algodón orgánico. En cuanto al precio de la ropa sostenible Valdivia explica que depende mucho de la marca. «No me gusta dar precios, porque cambia notoriamente de una firma a otra, pero la horquilla sería entre un 15 y un 50 por ciento más caras que la ropa convencional». Varios son los motivos, entre otros que, «por ejemplo un metro cuadrado de algodón convencional cuesta unos dos euros y el ecológico hasta ocho euros». A ello hay que añadir que la «confección de marcas grandes producen en países en los que dan sueldos poco dignos. Ahora bien, las tiendas de ropa sostenible ahorran costes al dedicarse al mercado local porque suele ser de kilómetro cero».

La mayoría de estos tejidos podrán verse en Biocultura. Este año la feria aúna 63 compañías de ropa, calzado y complementos que apuestan por materias primas de procedencia orgánica y sostenible todas ellas integradas en Planeta Moda, una nueva propuesta de esta edición en la que se darán talleres, conferencias y actividades sobre moda sostenible.

Otras novedades gastronómicas de Biocultura

Aunque en esta edición gana peso la moda sostenible, lo cierto es que el apartado de gastronomía lleva de nuevo cargado de novedades. La primera hamburguesa de pescado ecológica de Naturix (elaboradas con lomos de lubina y trucha certificadas), chips de lentejas horneada (no fritas) de la firma Lima, y anchoa del Cantábrico certificada MSC en aceite de oliva ecológicos son algunas de las novedades gastronómicas que estarán presentes en esta edición de Biocultura. También se podrán encontrar en la feria los primeros productos sin gluten ecológicos envasados sin bisfenol y la primera gama de productos refrigerados a base de cáñamo. Y para los amantes del dulce, hay un abanico muy amplio de chocolates con sal de mostaza, sal de guindilla y de menta, entre otros, así como helados aptos para veganos y también para intolerantes a la lactosa, golosinas veganas y sin gluten.