Trabajo

Autonomía y dignidad en el cuidado de los mayores

La personas que superan los 65 años ganarán posiciones en la pirámide poblacional y alcazarán el 25,6% en 2031 y el 34,6% en 2066

Autonomía y dignidad en el cuidado de los mayores
Autonomía y dignidad en el cuidado de los mayoreslarazon

La personas que superan los 65 años ganarán posiciones en la pirámide poblacional y alcazarán el 25,6% en 2031 y el 34,6% en 2066

El envejecimiento poblacional se acelerará en España en las próximas décadas. Así lo vaticina el Instituto Nacional de Estadística (INE), cuyas últimas proyecciones estiman que las personas mayores de 65 años –representan ahora el 18,7% del total de habitantes–, ganarán posiciones en la pirámide poblacional y alcanzarán el 25,6% en 2031 y el 34,6% en 2066.

De mantenerse las tendencias demográficas actuales, la población centenaria pasará de las 16.460 personas que hay ahora con 100 años o más a 222.104 dentro de 50 años. En apenas tres lustros, se triplicará el número de personas centenarias. A tenor de estos datos, apostar por centros que presten cuidados de calidad a este colectivo es más imprescindible y necesario que nunca, con el fin de potenciar su bienestar y calidad de vida y para brindarle aquellos cuidados que necesiten de una forma individualizada y profesional.

Con este objetivo es fundamental avanzar hacia un modelo de atención centrado en la persona, que respete en la medida de lo posible su autonomía personal y que preserve al máximo su dignidad, de manera que los mayores puedan decidir y dirigir su propia vida de acuerdo con sus deseos, gustos y preferencias. Esto es lo que promueve la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (Ceoma) con la acreditación de «Centro Libre de Sujeciones». Este sello acredita que se trabaja con un modelo de atención centrada en la persona. Para ello, es necesario realizar un plan de atención individualizado con el usuario y su familia, recopilando su historia de vida, sus preferencias, deseos y opiniones y siempre trabajando sus capacidades y no sus déficits.

Un modelo que se aplica ya con éxito en distintos Centros gestionados por Clece –filial de ACS–, en los que se trabaja a diario bajo la premisa de brindar un cuidado libre de sujeciones físicas o farmacológicas que dignifique a la persona y que aumente su percepción de autocuidado y bienestar.

En palabras de Isabel Lebrero, directora de los Centros de Día Parayas y General Dávila, gestionados por Clece y certificados como libre de sujeciones, los beneficios que se consiguen con este innovador modelo son innegables. «En casos de usuarios con deterioro cognitivo y que presenten una alteración de la conducta, realizamos una valoración, buscando el factor desencadenante de la misma.

No se trata de aplicar sujeciones ni medicación para contener la alteración de la conducta, sino de buscar el origen de la misma y eliminarlo», asegura Lebrero..

Este modelo también contribuye, además, a aminorar el deterioro de las funciones motoras. «Al no aplicar sujeciones físicas ni químicas y promover un envejecimiento activo, a través de programas de actividades, evitamos consecuencias como úlceras, atrofia muscular, delirium, ira, agresividad y vergüenza en el usuario», añade Lebrero. «La clave es el respeto y la dignidad a la persona mayor, ofreciéndole alternativas y trabajando en sus capacidades, respetando sus deseos y preferencias y nunca aplicándole sujeciones físicas ni químicas sino buscando y tratando el origen del problema», resume Isabel Lebrero.

Aunque el cuidado sin sujeciones se está comenzando a explorar en España, ya son muchos los profesionales que abogan por este nuevo modelo, que cada vez gana más adeptos. «Es importante seguir haciendo difusión de las ventajas que supone cuidar sin sujeciones, dando formación a los profesionales y sensibilizando a los familiares», indica Isabel Lebrero.

Junto con los centros de Cantabria, también los Centros de Día del Ayuntamiento de Valladolid apuestan ya por este modelo más humano de cuidar a las personas mayores. Sus profesionales ya no contemplan tipo alguno de uso de sujeciones físicas o procedimientos que, aplicados sobre el cuerpo de una persona, limitan su movimiento –cinturones, chalecos, muñequeras o sábanas de inmovilización–. Se procura, en todo momento, brindar un tipo de cuidado personalizado que evite su aislamiento y que no menoscabe su autonomía personal y autoestima.

«Valoramos a la persona mayor como un todo a la hora de desempeñar nuestro trabajo, promoviendo, ante todo, el fomento de la dignidad», asevera Laura Cantero Poncio, Coordinadora de Estancias Diurnas y Temporales del Ayuntamiento de Valladolid.

Un futuro sin sujeciones

En España, los últimos estudios sobre el uso de sujeciones en personas mayores revelan que se aplican en la actualidad a un 21% de dependientes institucionalizados en centros residenciales.

Uno de los argumentos tradicionalmente utilizados para el uso de sujeciones físicas o farmacológicas era evitar las caídas de los mayores. Su uso, en la actualidad, está en entredicho, porque además de contribuir a lesionar la dignidad y autoestima de la persona que recibe cuidados, también se relaciona con un incremento de «debilidad, apatía o atrofia muscular».

La doctora Ana Urrutia, presidenta de la Fundación Cuidados Dignos, afirma que «mediante la reducción de ambos tipos de sujeciones se disminuye la prevalencia de caídas y se consigue un mejor abordaje de los trastornos comportamentales como la agitación y la agresividad, o en todo caso se mantiene la prevalencia de caídas igual a los casos de las personas que utilizan sujeciones pero dotándolas de dignidad, de libertad de movimiento y de mayor calidad de vida».

A su juicio es necesario un cambio cultural: «España puede reducir la prevalencia de uso de sujeciones a niveles equiparables con otros países europeos que tienen otro modelo de cuidado centrado en la persona. Los procesos de trabajo de las organizaciones deben revisarse para que el uso de sujeciones no sea la norma.

Debe existir, a nivel estatal como autonómico, un Plan de Trabajo global y viable que trabaje la sensibilización social y organizacional y la formación profesional».

Implica un cambio cultural en los profesionales y también en los familiares de las personas mayores para que demanden este tipo de cuidados, más beneficiosos, que evitan el deterioro de las funciones motoras y conservan la autonomía personal de los mayores. Un futuro sin sujeciones, según la doctora Urrutia, es posible y necesario.

Muñecos como terapia

Vinculada a esta nueva forma de entender los cuidados a las personas mayores, y aunque todavía es desconocida en España, la terapia con muñecos o doll therapy se perfila como una técnica novedosa de combatir el deterioro cognitivo en mayores o enfermedades como la demencia. Es un modelo de terapia no farmacológica que supone una forma de trabajar complementaria a la farmacológica para abordar con éxito este tipo de patologías.

Esta técnica, que también se aplica en los centros de día del Ayuntamiento de Valladolid, se configura como una de las que serán más útiles para lograr la reducción del uso de sedantes, y por ello se encuentra entre las terapias complementarias más eficaces para la estabilización de dosis farmacológicas en enfermedades de la vejez con síntomas emocionales y conductuales.

Los beneficios que reporta esta terapia, según Laura Cantero, «son notables y visibles de manera inmediata, tanto a nivel cognitivo y psicológico como, incluso, a nivel físico».

Durante el año pasado, los centros de día de Valladolid atendieron a 548 personas mayores en sus diferentes estancias diurnas y temporales. A todas las personas con demencia, o sin ella, se les presentó este tipo de terapia como una actividad transversal a la propia dinámica del centro. Más del 20% de los usuarios encontraron un significado a dicha actividad transversal, ya que pudieron relajarse y mejorar su estado emocional.