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«Doctor, ¡se me cae la cara!»

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La piel va perdiendo textura y grosory con el tiempo se manifiesta en un adelgazamiento de la misma y aparición de arrugasmás o menos marcadas

Desde siempre es conocido que el paso del tiempo, la predisposición hereditaria, las fluctuaciones constantes de peso y volumen, los hábitos dietéticos no adecuados y el consumo de tóxicos como el tabaco y el alcohol producenalteraciones en la piel, grasa, músculo y hueso, a veces de forma aislada y progresiva y otras veces de forma simultánea. La piel va perdiendo textura y grosory con el tiempo se manifiesta en un adelgazamiento de la misma y aparición de arrugasmás o menos marcadas. La grasa se va atrofiando y se va desplazando de compartimento siguiendo las líneas gravitatorias hacia zonas más declives. Los músculos van perdiendo tono y se van atrofiando al igual que los llamados ligamentos retenedores y qué decir del hueso que va sufriendo un proceso de reabsorción progresiva, que produce un agrandamiento de los orificios naturales, como las órbitas, que con los años van aumentando su tamaño, o los pómulos, que se van aplanando. El resultado de todo ello es: descolgamiento y esqueletización facial e inversión del llamado «triángulo de la belleza», lo cual puede llevar a una desincronización entre la edad aparente y la cronológica.

Desde el punto de vista quirúrgico, la técnica utilizada para paliar este padecimiento ha sido el lifting facial o ritidectomía, que actúa sobre todas las estructuras mencionadas a la vez recolocando músculo, grasa y piel.La cuestión es que estamos hartos de ver resultados poco naturales derivados de la cirugía, pero eso sí, generalmente nos percatamos de las que están mal hechas, o a una edad inadecuada, o con resultados poco naturales, porque las que están bien hechas, sólo debe apreciarse una mejoría con buena cara, pero sin que nadie te pregunte: «¿Qué te has hecho?».

Pero antes de abordar el tema que nos ocupa y desde una perspectiva conservadora como es la Medicina Estética, expondré ¿qué es el triángulo de la belleza? Este triángulo es el formado entre los pómulos y el mentón (hueso de la barbilla). ¿Por qué es importante mantener este triángulo? Cuando las diferentes estructuras anatómicas del rostro están en proporciones armoniosas, dan equilibrio al conjunto de la cara y ayudan a resaltar la belleza propia de las facciones. Sin embargo, cuando el triángulo se invierte, el rostro adquiere un aspecto envejecido. En definitiva, al perderse la grasa de la región de los pómulos (reducción de volumen del tercio medio de la cara) y al acumularse el volumen en las zonas inferiores (aumento de volumen en el tercio inferior), es cuando se invierte el triángulo de la belleza y aparecen los signos de envejecimiento inherentes al paso de los años.

Debemos, por otro lado, tener en cuenta que las pérdidas de volumen provocan descolgamiento de estructuras y apagamiento de la zona, lo cual se traduce en aspecto de cara cansada, de no dormir bien, etc. La estructura que se descuelga por pérdida de volumen crea una zona donde se manifiesta de forma extrema este descolgamiento que, en el tercio medio de la cara, se corresponde con el llamado surco nasogeniano o nasolabial y, en el tercio inferior, en el llamado «pliegue de marionetas» o «de la amargura», que a su vez se acompaña del desdibujamiento del óvalo facial.

La Medicina Estética lleva años tratando de resolver este problema sin quirófano, sin bisturí y sin anestesia. La tendencia hasta hace unos 15 años, en general, era la de tratar las consecuencias sin atender al origen del problema, es decir, se rellenaban los surcos nasogenianos o los pliegues de marionetas pero ni se recuperaba el volumen de pómulos ni de la región látero-facial, sólo se rellenaba y con esto, a veces, era peor el remedio que la enfermedad.

En el año 2003 todo esto cambió. Yo llevaba un año en el mundo de la Medicina Estética y el ácido hialurónico como elemento de relleno acababa de nacer. No podía concebir por qué había que estar rellenando el surco nasogeniano cuando, en realidad, el problema estribaba en el destensamiento de la zona cigomática y en la pérdida de volumen en el área malar, fundamentalmente por pérdida de grasa y más del lado del que más se duerme (pliegue de la almohada). Esto me llevó a crear la ya mundialmente conocida técnica del «palo de hockey» que consiste en la proyección malar y en la sujeción cigomática siguiendo una línea que va desde el pómulo hasta la sien. Y no es que yo me creyese un genio en aquel momento, sino simplemente hacía uso del sentido común.

La técnica del «palo de hockey» rápidamente cobró gran auge y se popularizó, ya que la presenté en muchos países, congresos nacionales e internacionales y la publiqué en revistas científicas. De esto sí que me siento orgulloso, ya que conseguí cambiar la percepción de muchos médicos en cuanto al abordaje facial tridimensional y hoy día, mirando atrás, me satisface ver cómo médicos de todo el mundo aplican esta técnica, aunque algunos la llegan a llamar «palo de golf».

En definitiva, con esta técnica, no sólo conseguimos un abordaje indirecto del surco nasogeniano sino que, además, conseguimos reducir la sensación de ojeras y devolvemos luz al tercio medio de la cara. Para el tercio inferior la técnica es parecida y consistiría en reposicionar el volumen perdido en la región láterofacial mediante diferentes vectores tensionales con las trazantes de inyección y, con ello, no sólo reducir las «líneas de marionetas», sino, además, redefinir todo el óvalo facial.

El producto o productos más adecuados a utilizar en estas zonas para conseguir estos objetivos son: el ácido hialurónico reticulado de alta densidad o los inductores de colágeno como la hidroxiapatita cálcica, el ácido poliláctico o la policaprolactona. Para retensar la zona cigomática, siempre y cuando estén respetados los volúmenes, se podría plantear también el uso de hilos tensores de polidioxanona o de ácido poliláctico en sus diferentes presentaciones: simples, espiculados, trenzados, de doble aguja, 360 grados, etc. Aun con todo este arsenal terapéutico, yo recomiendo y hago uso del ácido hialurónico y los inductores de colágeno.

La técnica de inyección hoy día se realiza con aguja o con cánula de punta roma para minimizar el riesgo de hematoma. Se requieren para cada tercio de la cara una o dos jeringas del producto, se realiza en consulta en no más de 10 minutos, no requiere tiempo de baja, de forma que el/la paciente se puede reincorporar de inmediato a su vida cotidiana. El resultado final para el ácido hialurónico se ve sobre los 15 días tras el tratamiento y dura unos seis meses, y para los inductores de colágeno, se ven desde el principio pero se hacen más evidentes a los cuatro meses, cuando se ha formado suficiente colágeno como para traducirse en una mejora global del aspecto de la cara dada la proyección de plano, retensión de la zona y luminosidad del área tratada y la duración de efecto viene a ser de un año.

En definitiva, la cirugía es una opción que siempre estará, pero hoy día son diversas las técnicas y procedimientos que tenemos a nuestro alcance en Medicina Estética para evitar de una forma natural que la cara caiga de forma más o menos precipitada y estén constantemente preguntándonos: «¿Qué te pasa, no has dormido bien?, se te nota la cara cansada» o «¿Has adelgazado?». Así que, ¡adelante, firmeza obliga!