Prevención
Salud prostática: La prevención se mantiene como la asignatura pendiente para los hombres
Las revisiones detectan el 90% de los tumores y el abordaje temprano de la hiperplasia hace que secuelas como la disfunción eréctil o la incontinencia sean una rareza. El problema: ir al urólogo aún es tabú
Las revisiones detectan el 90% de los tumores y el abordaje temprano de la hiperplasia hace que secuelas como la disfunción eréctil o la incontinencia sean una rareza. El problema: ir al urólogo aún es tabú
Falsos mitos. Mala comunicación. Discriminación sanitaria. Leyendas urbanas. Confusión con los síntomas. Falta de información. Éstos son sólo algunos de los problemas con los que los urólogos se encuentran en sus consultas. Porque la realidad es que para la gran mayoría de hombres, en pleno siglo XXI, acudir a hacerse una revisión sigue siendo tabú. Y eso a pesar de que los chequeos periódicos facilitan el diagnóstico y tratamiento precoces de cualquier lesión prostática y ayudaría, por ello, a disminuir la frecuencia de patologías tan comunes como la hiperplasia benigna (HBP) o el cáncer de próstata.
Porque los controles habituales permiten que más del 90% de los tumores de próstata se detecten a tiempo. Lo que, si tenemos en cuenta que es el cáncer más frecuente entre la población masculina (el 22% de las neoplasias que se diagnostican en el varón en España son de próstata), no es ninguna tontería. En cuanto a la HBP, se estima que a los 60 años más del 50% de los hombre tendrán HBP y hasta un 90% a los 85 años. Para poner el foco sobre la situación actual y con el propósito de concienciar a todos los ciudadanos sobre la importancia de realizarse revisiones periódicas para prevenir e identificar las enfermedades de la glándula prostática A TU SALUD –con la colaboración de Presurgy, Philips y MD Anderson– organizó en la casa de LA RAZÓN la mesa redonda «Retos y desafíos en salud prostática».
Porque el principal problema no es la falta de tratamientos efectivos o la dificultad de su abordaje, sino que la población masculina sigue manteniendo viejos tabúes y no consulta con el urólogo o lo hace tarde. Por eso los expertos coinciden en el «diagnóstico»: debe aumentar la mentalidad de la prevención entre los varones, igual que hacen las mujeres con la mama.
«Existe una asociación muy fuerte de la HBP con la impotencia. Por no hablar de la “leyenda urbana” sobre el tacto rectal», señala Carlos Núñez Mora, jefe del servicio de Urología del MD Anderson Cancer Center de Madrid. Porque ése es uno de los puntos que más frena a los hombres. Sin embargo, y como explica el presidente de la Asociación Española de Urología (AEU), Manuel Esteban, «es una exploración sencilla, no dolorosa y que se hace en dos segundos. Literalmente. Y en ese tiempo podemos obtener una información muy precisa sobre el estado de la próstata. Por eso no hay que tener miedo». «El 100% de los pacientes, cuando terminas dice: “Ah, ¿ya está?”» confirma Núñez Mora.
Otro de los «miedos» más comunes entre los pacientes para no acudir a una revisión es que le descubran una razón de enfermedad que interfiera en su salud o en su vida sexual. «También hay una razón cultural –apunta Carmen González Enguita, jefa de servicio de Urología del Hospitales Públicos del Grupo Quirón en Madrid–. Hay una discriminación hacia el varón por parte de la sociedad y el sistema sanitario, por eso tenemos que ocuparnos de este tema, porque no hay tanta cultura para ir a revisión como en el caso de las mujeres». «Existe un gran desconocimiento. No hay pautas claras de cuándo ir, de hacerse una revisión anual... No hay un estándar», coincide Antonio Luna, director Médico del Grupo Health Time y responsable científico de la Sociedad Española de Radioterapia. Para intentar paliar esta situación Esteban avanzó que en la AEU están «trabajando junto con la SEGO para hacer una campaña conjunta de prevención».
Revisión a los 50
Entonces, ¿a qué edad es aconsejable empezar con los chequeos? La consulta al urólogo debe ser una cita anual obligada para los hombres a partir de los 50 años. «A esa edad se recomienda hacerse una revisión para prevenir la HBP. En la misma, además, solemos incluir el PSA, que es el marcador de cáncer de próstata», explica Manuel Fernández Arjona, jefe de servicio de Urología del Hospital del Henares de Madrid. «Y en pacientes de raza negra a partir de los 40 años, porque se ha visto que existe una mayor predisposición por razón étnica», añade Núñez Mora. Igual que si hay antecedentes de cáncer de próstata.
Y por supuesto, siempre que exista algún síntoma urinario miccional, otros de envejecimiento, como problemas de disfunción eréctil, o hematuria (sangre en la orina), un signo clínico de alarma. El problema es que, como apunta el presidente de la AEU, «casi todos los problemas de la próstata dan los mismos síntomas». Y precisamente por este motivo viene la confusión del paciente entre HBP y el cáncer. De ahí, también, la importancia de mejorar la comunicación con él. Porque el diagnóstico precoz es fundamental para lograr la curación y, además, existen las herramientas adecuadas para hacerlo. En los últimos cinco años se ha producido un gran avance en la aplicación de la resonancia magnética.
«El tumor en la próstata es el único que se mapea en vez pinchar en el sitio concreto cuando se va a hacer una biopsia, como se hace en cualquier otra parte del cuerpo. De esta forma podemos dirigir la biopsia a la zona más activa, en la lesión inicial, en la zona más agresiva. Y marca el tipo de tratamiento – apunta Luna–. Ahora podemos detectar los tumores clínicamente significativos. Porque hay dos tipos de cáncer de próstata: el que no es letal y el que es agresivo; la resonancia ve pocos de los primeros pero todos de los segundos». Y no sólo eso. Cuando existe sospecha de cáncer, si la resonancia magnética sale negativa significa que las posibilidades de que el tumor sea agresivo son pocas.
El debate ahora, sin embargo, es si resulta coste-efectivo hacerla antes de la primera biopsia negativa. En cualquier caso, como señala Núñez Mora, los pasos a seguir a día de hoy siguen siendo «primero, diagnóstico de sospecha con PSA y tacto rectal. Luego, las pruebas de imagen, diagnóstico y localización topográfica para poder hacer un tratamiento focal. Y, posteriormente, la resonancia magnética para poder dirigir la biopsia».
Porque, aunque en algunos centros sí que se hace en aquellos pacientes con PSA elevado aún no hay estudios suficientemente sólidos que confirmen las ventajas de su uso como primera opción. Principalmente por un problema coste sanitario. «Hay tumores que no se van a detectar, tumores letales, la estatificarían no puede ser dogmática, si se hiciese RM hasta un 70% sería negativa, un 30% no se vería bien. Sólo un 10% se beneficiaría. Por eso es complicado un cribado», asegura Esteban.
Diversidad farmacológica
En cuanto al abordaje terapéutico, es amplio para hacer frente a cualquier situación: «Disponemos de una gran diversidad farmacológica y quirúrgica. Un gran escaparate, lo que hace más complicado nuestro trabajo porque tenemos más opciones donde elegir y poner más atención a los signos», cuenta González Enguita. «Las posibilidades de decidir en el abordaje de las lesiones de próstata son muy grandes, sobre todo en HBP. Algo menos en cáncer», coincide el presidente de la AEU.
A ello hay que sumarle que lo normal en consulta es llegar a un consenso con el paciente y que sea éste el que decida el tratamiento a seguir, siempre aconsejado por el urólogo. Porque en HBP, con el tratamiento se evitan lesiones en la vejiga y que se vuelvan crónicas. «Además, si retrasamos el tratamiento no conseguimos mejorar la urgencia o los síntomas de la enfermedad», señala Núñez Mora. «Según sean los síntomas podemos optar, en primer lugar, por un tratamiento con fármacos o decidirnos por la cirugía con técnicas como el Urolift», explica Fernández Arjona. No obstante, la percepción de éxito del tratamiento quirúrgico muchas veces viene condicionada por las expectativas del paciente, especialmente en HBP. «En aquellos que ya viene sondados es perfecta; los que tengan la micción alterada o problemas obstructivos, también mejorarán; sin embargo en los casos en los que hay frecuencia miccional elevada o sensación imperiosa y escozor, la cirugía no es 100% resolutiva», advierte Fernández Arjona.
Sobre los posibles efectos secundarios derivados de ésta, «en HBP ,tanto la incontinencia como la disfunción eréctil son una rareza. Es más un mito que una realidad. Conseguimos calidad de vida sin secuelas –asevera Núñez Mora–. En cáncer siempre hay alguna que podemos considerar importante, pero más del 90% de los pacientes consigue estar seco, es decir, es continente. La impotencia también es mucho más baja que hace 10 años y, además, se puede tratar y tiene solución. Con el tiempo se logra una recuperación». En cualquier caso, continúa «si se actúa de forma temprana, tenemos herramientas que pueden preservar la calidad de vida».
Porque, como concluye Esteban, «el profesional que mejor conocer la próstata siempre será el urólogo».
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