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Donald y la Señora Clinton
Aunque el 62% de los espectadores del primer debate entre la pareja más inusual de candidatos a la Presidencia de Estados Unidos han dado como ganadora a la Señora Clinton, sería un error pensar que la historia de esta campaña electoral ha terminado. Hillary inicia ahora la última senda del tortuoso camino para convertirse en la primera mujer que accede a la Casa Blanca. Un camino cuyo final feliz tiene que pasar por el oscuro sendero de la descalificación personal y los ataques constantes de un hombre herido, Donald, consciente de que mostrándose más amable, gana menos apoyos que manteniendo el discurso agresivo y crítico que le ha convertido en una opción política creíble en un país abierto a las propuestas populistas radicales.
Seguro de haber conseguido el voto de los trabajadores descontentos y de importantes sectores de la clase media, el candidato republicano dio un giro a su comportamiento mediático y se mostró menos rudo en varias fases del debate de la Universidad de Hofstra. Pero ni los mensajes sobre la reducción de impuestos dirigidos a los emprendedores y a los liberales conservadores ni los guiños a las minorías apelando a la seguridad han conseguido calar en el espectro electoral republicano tradicional. En el centro ideológico, la experiencia y el aplomo de Hillary mantiene una ventaja insalvable para un Trump reconvertido por un día en un líder más agradable en el trato con su oponente.
Un 58% de la audiencia masculina consideró que los ataques del republicano a la candidata demócrata fueron adecuados. E incluso el 44% de las mujeres consideró justo que incidiera en los 33.000 correos electrónicos enviados por la ex Secretaria de Estado, calificado por la propia Hillary como un “error personal”. Lo cual no ha sido interpretado como un resultado suficientemente rentable por Donald Trump que a la mañana siguiente del debate reinició la campaña con referencias a las infidelidades de Bill Clinton, para advertir a su rival de que su experiencia pasada en la Casa Blanca se vio teñida de oscuros episodios nada edificantes para el futuro del país.
La hora de la verdad en esta turbia historia de parejas presidenciales ha comenzado para una mujer como Hillary Clinton acostumbrada a ganar y perder en su vida política y personal. Y los votantes deberán de decidir a partir de este momento si el título final de la película electoral de 2016 será el de que el pasado solo se vive dos veces o el de que el presente solo se gana una vez.
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