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El disfraz de Ximo Puig
El tiempo es ese juez inexorable que siempre quita o da razones y deja al descubierto a quienes pretenden enmascarar la realidad con artimañas o frases grandilocuentes. Ese vector temporal del que nadie puede escapar es el que ha atropellado con virulencia al presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, en el escrutinio de los avales a los tres candidatos a liderar el PSOE.
Durante meses el secretario general de los socialistas valencianos ha tratado de minusvalorar el debate orgánico, aunque nunca disimuló su preferencia por Susana Díaz y su menor sintonía con Pedro Sánchez –porque la opción de Patxi López ha sido residual en tierras valencianas–. El PSPV andaba enfrascado en una revolución interna ya con la formación de la gestora y con la apuesta del secretario provincial de Valencia, José Luis Ábalos, por la “insumisión” de Pedro Sánchez.
La apuesta de Puig por la presidenta andaluza obligaba al PSPV a retratarse y en la recogida de avales la fotografía del presidente valenciano ha salido movida: 8.105 para Pedro Sánchez y 5.300 para Susana Díaz. La falta de liderazgo del ex alcalde de Morella ha sido palmaria desde el minuto uno de su investidura donde cedió el protagonismo a la cabeza de lista de Compromís y hoy vicepresidenta, Mónica Oltra.
Resulta lastimoso comprobar como esa evidencia empieza a resquebrajar a los socialistas valencianos. Llevo más de año y medio advirtiendo que el enemigo para el PPCV en las próximas elecciones no será el PSPV sino Compromís. No es casualidad, es causalidad. Por la inoperancia en la gestión de Ximo Puig y sus continuas cesiones al nacionalismo y el sectarismo.
En clave interna entienden que no impulsa a los socialistas valencianos a ser una fuerza con respaldo ciudadano suficiente como para gobernar con independencia de partidos situados más a su izquierda, si eso es posible hoy. Esa rebelión contra la apuesta y las presiones del “aparato” no se circunscribe a los avales: no es esa mi impresión.
Esa contestación pública –porque públicos son los avales y secreto será el voto de las primarias– revela que esa fractura ha llegado para quedarse y que la candidatura de Ximo Puig a repetir en la Presidencia autonómica queda en el aire. Parece inaudito que la primera autoridad de la Comunidad Valenciana no haya sido capaz de rentabilizar su posición preeminente para resetear el proyecto socialista en la región donde ha ido alcanzando su suelo electoral de manera progresiva en las últimas citas con las urnas.
El Partido Popular de la Comunidad Valenciana está afrontando una nueva etapa de ilusión y regeneración sin descuidar ni un minuto la tarea de oposición al Gobierno autonómico. No ha sido, es, ni será deseable para la formación que presido tener al otro lado del espejo a Compromís como rival a batir. Y no lo es porque la ideología y la intolerancia impregna cada acción de gobierno con la aquiescencia del secretario general del PSPV.
El ejemplo mayúsculo de esa alienación del presidente valenciano es la eliminación de la libertad de elección de los padres en el proyecto educativo de sus hijos. De nada ha servido que más 40.000 personas salieran a la calle en Valencia el pasado día 6 de mayo para protestar por la eliminación de unidades de Bachillerato en centros concertados. La voz de un pueblo a la que aludían cuando estaban en la oposición como su guía espiritual ya no les hace ahora reflexionar ni les impulsa a practicar la más mínima autocrítica.
Ximo Puig ha abdicado de sus responsabilidades y asume como propias las tesis de erradicación progresiva de la educación concertada que aplica Compromís. Es el verdadero responsable de este atropello y debajo de su disfraz de moderación está la intransigencia y el ataque a las familias y a la Constitución. La educación concertada se contempla en la Carta Magna y en la Ley Orgánica del Derecho a la Educación, tanto en la de 1985 como en la de 2006, y no como subsidiaria sino complementaria de la pública.
Esa radicalidad y falta de diálogo de Puig en el ejercicio de la Presidencia, de la mano de Mónica Oltra, es lo que han visto los valencianos que salen a la calle masivamente a protestar y es lo que también observan con estupor sus propios compañeros socialistas a sabiendas del coste político que tiene para el PSPV en su lucha por mantenerse como partido preeminente de la izquierda.
El PPCV va a seguir ofertando un proyecto de centralidad, moderación y defensa de la libertad frente al intervencionismo, el extremismo y la ruptura de España que se plantea por parte de quienes dirigen los destinos de la Generalitat Valenciana con un incremento de la vis nacionalista. Y en el sistema educativo lucharemos con todas nuestras fuerzas para que esa merma de libertades auspiciada por Puig no se lleve a efecto jamás.
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