Iguadad de derechos
Una España de ciudadanos libres e iguales
Hubo un tiempo durante el cual se consideró que la actual legislatura, una vez se iniciase, sería una legislatura breve pero quizás al menos en parte productiva, es decir, breve como consecuencia de la debilidad en la que se encontraría el Gobierno de España y del fraccionamiento parlamentario... pero productiva en parte por ese mismo motivo: porque la diversidad partidaria presente en la Cámara empujaría en la dirección de los cambios que España necesita (o al menos del debate inicial de algunos de ellos). Se consideró que, consecuencia de la aparición de nuevos actores políticos, se haría más política que nunca... y que eso provocaría producción legislativa y reformas. Hoy pienso aproximadamente lo contrario.
Creo que la legislatura no será tan corta como dicen pero que, extendiéndose al menos un par de años o tres en el tiempo, no servirá para gran cosa. Y que cuando se convoquen nuevas elecciones generales seguiremos reclamando las mismas reformas que hoy reclamamos... y que las pulsiones nacionalistas o populistas no se habrán atemperado sino más bien todo lo contrario. Y, escuchados a algunos portavoces parlamentarios de la extrema izquierda radical y reaccionaria, podemos encontrarnos ante un verdadero problema de orden público y de multiplicación de los actos violentos y de desprestigio de las Instituciones. Escuchados a Rufián y a Matute y los aplausos podemitas que recibieron, concluyo que tenemos ya de hecho un serio problema: la semilla del odio político y el sectarismo que llevan a la división y al enfrentamiento.
Creo que la legislatura no será tan breve como pensábamos muchos porque bastantes partidos necesitan tiempo para supuestamente rearmarse o al menos intentarlo, más allá de que algunos de ellos ya han iniciado su caída quizás irremediable. Y no será productiva por cosa parecida. Así, el PP tratará de mantener la senda iniciada durante el tiempo de su mayoría absoluta, tiempo caracterizado por la ausencia total de reformas políticas, institucionales y constitucionales del tipo que España necesita; el PSOE ni siquiera tiene una estrategia diseñada que llevar y defender en el Congreso de los Diputados y dudo que tenga siquiera fuerzas suficientes como para condicionar demasiado al PP, al menos en el corto plazo; el Podemos de Iglesias no quiere construir nada sino destruirlo casi todo y erosionar las instituciones democráticas; y Ciudadanos no creo que pueda y tampoco quiera impulsar los cambios auténticos que España necesita, teniendo en cuenta las reivindicaciones que ya ha abandonado. Quizás alguna medida menor se tome y algún parche legal salga adelante, todo subordinado a los intereses particulares de los partidos que, junto al IBEX y el capital, es lo que de verdad condiciona todo. Quizás tengan tiempo de otorgar un Pacto fiscal a Cataluña para contentar temporalmente a los independentistas... lo cual provocaría pan para hoy y hambre (y más desigualdad) para mañana.
Así que toca rearmarse y buscar aliados en la batalla indispensable que pretende mejorar España. Ya nos vemos dentro de tres o cuatro años reclamando las mismas reformas que llevamos reclamando casi una década: reformas para rescatar a los españoles de la crisis económica que siguen padeciendo, medidas de regeneración democrática y lucha contra la corrupción política, cambios en las leyes electorales, medidas para despolitizar la Justicia, la reforma del Estado Autonómico para garantizar más igualdad y más bienestar para todos y cambios políticos, institucionales y constitucionales para mejorar España. Y ese objetivo que mantenemos presente a todas horas: una nación de ciudadanos libres e iguales donde la igualdad no sea un sueño sino una realidad palpable.
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