Actualidad

Pacientes

Navidades, ¿Felices para todos?

Por Lucía Fernández, psicóloga de la Unidad de Personalidad y Comportamiento del Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo-Quirónsalud

Navidades, ¿Felices para todos?
Navidades, ¿Felices para todos?larazon

Relacionamos las Navidades como una época de festejos, de dar, de recibir, de estar felices...o no. Parece que sea una época en la que nos sentimos obligados a ser felices y disfrutar pero, a veces, algunas personas se sienten tristes en las que se supone que son las fechas más alegres del año. Son momentos en los que los cuadros ansioso-depresivos empeoran, ya que, por diversos motivos, se agudizan las sensaciones de malestar.

Es, por ejemplo, una época en la que la ausencia de los familiares o seres queridos fallecidos se hace especialmente notable, sobre todo en el primer año. Su silla vacía, las tradiciones que compartíamos, su risa.....cosas muy concretas que echamos de menos y cuya falta hace que la pena nos invada por completo.

Pero no tiene porque estar relacionada directamente con una pérdida personal. Muchas veces, por el motivo que sea, atravesamos procesos o situaciones de malestar psicológico que implican un estado de ánimo bajo, tristeza extrema, ataques de ansiedad o, paradójicamente, sentirnos inmensamente solos a pesar de estar rodeados de gente.

¿Y qué podemos hacer en estos casos?

En estos casos, tenemos que partir de dos ideas muy claras: reajuste de expectativas y autocuidado o autorregulación. ¿Qué quiere decir esto? Por ejemplo, en el caso de ajustar las expectativas, a veces nos ponemos metas difíciles o imposibles de alcanzar o idealizamos situaciones que, en realidad, no son tan maravillosas.

Por ejemplo, en el caso de personas que ya no están con nosotros, bien por fallecimiento, separación o cualquier otra causa, es importante entender en primer lugar que estamos mal, aceptarlo y permitírnoslo. No tenemos que forzarnos en simular ya que, aunque parezca extraño, hacerlo sólo hará que suframos aún más ya que, por un lado, estamos mal y, por otro, no nos permitimos vivirlo, proceso clave para conseguir sobrellevarlo y, con el tiempo, superarlo. Si sabemos que estamos mal y somos capaces de aceptarlo, también podremos intentar hacer lo que esté en nuestra mano por estar “un poco menos mal”.

En este momento es donde entra en juego la segunda de las premisas: el autocuidado y la autorregulación. Dos cosas bien distintas pero de los primeros pasos y de los más importantes en el camino para alcanzar nuestro bienestar: tenemos que buscar en nuestro entorno dónde, cuándo, cómo y con quién podemos darnos un respiro, relajarnos, pedir apoyo...tratar de desestresarnos, liberarnos y cuidarnos un poco puede ayudarte a poner la pena, la tristeza y la ansiedad en su sitio.

Otra cosa que puede ayudarnos es hacer algo de ejercicio. No hace falta correr una maratón, caminar rápido 20-30 minutos diarios, correr un rato porque nos apetece o practicar algún deporte al que seamos aficionados, mejora notablemente el estado de ánimo segregando endorfinas, esas sustancias llamadas “hormonas de la felicidad“. Plantéatelo como una actividad que tienes que hacer, no esperando que te apetezca, si no como algo que es de gran costo físico y psicológico, pero que haciéndolo aun sin ganas es lo que ayuda al cerebro a ponerse a punto.

Sabiendo lo anterior, os sugiero esta tarea de un compañero belga y gran profesional, Luc Isebaert: la tarea de la Pequeña Felicidad. Todas las noches, apunta en una libreta u hoja lo siguiente:

1. ¿Qué pequeña cosa he hecho hoy de la que estoy satisfecho?

2. ¿Qué pequeña cosa ha hecho hoy alguien conmigo/por mí de la que estoy satisfecho o agradecido? ¿De qué forma mi respuesta ante eso hace más probable que se repita en el futuro?

3. ¿Qué otra pequeña cosa he hecho hoy de la que estoy satisfecho?

Espero que estas pequeñas pautas puedan colaborar a que estas Navidades sí sean, al menos, un poco más felices para tod@s.